
El cantautor sorprendió con su primer álbum, These Streets, antes de cumplir los 20 años. Desde entonces ha sido telonero de, entre otros, Paul Weller y The Rolling Stones. Esta semana actúa en España y por eso recuperamos la entrevista que le hicimos en 2006, recién editado su debut.
La primera vez que uno oye el nombre de Paolo Nutini puede pensar que se trata de otro cantante romántico tipo Tiziano Ferro. Y después, cuando escucha su voz, puede creer que es un artista cincuentón.
Ni una cosa ni la otra: este escocés se convirtió en una revelación a los 19 años con su debut These Streets (2006). “Soy consciente de que muchos me describen como un cantante soul, pero quiero recordar que soy un chico de Paisley y que también hay un elemento folk”, aclara.
Tras dejar su primera idea de convertirse en portero de fútbol y de no seguir la tradición familiar con el negocio de fish & chips que montó hace décadas su bisabuelo, Nutini inició una carrera meteórica a partir de su flamante fichaje para Atlantic Records.
Su primer single, Last Request, fue directamente al número 5 de las listas británicas, y el álbum, al número 3. En pocas semanas, These Streets vendió más de millón y medio de copias en Inglaterra (es decir, cinco veces disco de platino).

En 2006, en el Festival de Jazz de Montreux, participó en un tributo al mítico sello Atlantic y a su factótum Ahmet Ertegün, y compartió escenario con algunos de sus ídolos, soulmen veteranos como Solomon Burke (1940-2010) y Ben E. King (1938-2015).
Ese mismo año estuvo en Barcelona, en un hotel del Poblenou, para presentar su debut. Por una vez, lo que decía la hoja promocional no era exagerado: Paolo tiene un acento tan marcado que, por momentos, me parecía estar hablando con el boxeador que Brad Pitt interpretaba en Snatch. Cerdos y diamantes (2000).
¿Cómo empezaste? ¿Existía una tradición musical en tu familia? No realmente. Fue más bien el hecho de amar la música, las grandes voces, a través de mi abuelo, mi nonno italiano. Me metió el folk escocés en la cabeza, y a los 5 años me dejó oír mi primera pieza. Él solía tocar el piano, le gustaba cantar ópera. Después empecé a escuchar los discos de la colección de mis padres: Pink Floyd, Supertramp, Bill Withers, Ray Charles, The Drifters… Me gustan mucho los Drifters, creo que debía ser el único chico de 11 o 12 años que los oía en Paisley. Comencé a escribir melodías y poemas de amor, y más tarde canciones cuando estaba en el instituto, con la ayuda de un profesor. Pocas semanas después conocí a un hombre que me había oído cantar y me ofreció la oportunidad de grabar estas canciones de forma apropiada. Me dijo que pagaría el estudio y el ingeniero de sonido. Ese hombre era Brendan Moon y se convirtió en mi mánager. Me presentó al ingeniero Jim Duguid, que también tocaba el contrabajo, y pasó a ser mi bajista, batería y teclista.

Y después hiciste de roadie con el grupo de pop-rock Speedway… Sí. A los 16 dejé el colegio para ir de gira con Speedway, la banda en la que tocaba Jim. Vendía camisetas, hacía las pruebas de sonido, cargaba los instrumentos, montaba la batería, y también hacía de telonero. Después fui a Londres, di varios conciertos y conocí a productores, y a los 18 me instalé allí.
Te descubrieron en un concurso en Paisley. ¿Qué piensas de los programas televisivos como Fame Academy de la BBC One o The Voice? Mi única relación con “Fame Academy” fue que David Sneddon, el tío que ganó la primera edición en 2002, era de Paisley, como yo. Se montó un escenario en el ayuntamiento para que diera su primer concierto oficial, pero el chico llegó tarde.
El resto es historia: para entretener al público, se organizó una competición improvisada en la que Paolo participó y fue el ganador, con la suerte añadida de que, entre los espectadores, se encontraba Brendan Moon.
Muy bien, pero ¿qué piensas de estos programas? “Fame Academy” podría estar bien, pero no parece tener nada que hacer con los músicos con talento. Si va un tío que toca la guitarra, le dicen: “No, no la puedes tocar”. Puede ser una plataforma para alguien que gana, un reconocimiento, pero desafortunadamente mucha de esta gente no tiene idea de lo que quiere hacer, solo quiere ganar. Parece más un programa de entretenimiento que un concurso serio de talentos. Cada año ves el mismo tipo de personaje: la chica negra con una gran voz, el que canta como Bon Jovi, el otro más suave con el piano… Son como estereotipos.

Has hecho de telonero de Paul Weller y de The Rolling Stones ante miles de personas. ¿Cómo te sentiste? Con Paul Weller fue muy fácil, me lo pasé muy bien, me divertí mucho. Pero con los Rolling Stones… Weller tocaba para unas 2.500 o 3.000 personas; los Rollings, para 63.000 en un estadio. Y el escenario… no te creerías sus dimensiones, como tres veces el hall de este hotel, una locura. Estaba plantado en medio de aquel enorme escenario, intimidado y con una vocecita en la cabeza que me decía: “No deberías estar aquí, porque tal vez hay mucha gente que solo ha venido a ver rock’n’roll”. Pero después pensé que haría lo mío. Algunos pedían rock’n’roll, otros cantaban y bailaban. No puedes complacer a todo el mundo. Estuvo bien, pero… Después me encontré con los Rolling, comimos y bebimos, y me invitaron a volver a tocar con ellos en Nueva York. Hicimos un gran concierto en Londres y la hija de Mick Jagger, Georgia May, vino con unos amigos, y nos invitaron a dar un pequeño show de Halloween para un centenar de personas. Pero, desafortunadamente, no pude por las otras obligaciones de la gira…
Dices que tu debut, These Streets, es un viaje autobiográfico, y en tus canciones hablas de experiencias muy personales. ¿No te da miedo tratar de asuntos tan privados? Para mí, es lo más sencillo y lo mejor sobre lo que escribir. Si tengo algo en la cabeza, por ejemplo, si estoy triste o echo de menos a alguien, cantar sobre esto es la forma más fácil para mí de afrontarlo. Cuando comenzamos a trabajar en el disco, habíamos pensado en algo totalmente diferente, con samples de soul antiguo de Bettye LaVette y otros –curiosamente, retomaría esta idea en su tercer largo, Caustic Love (2014), con fragmentos de LaVette, Margie Joseph y Gladys Knight & The Pips–. Pero pensé que ya tenía un álbum, y era este, y si no hubiera escrito sobre temas personales, dudo que se hubiera hecho. Echando la vista atrás, lo único que encuentro es que a la producción le falta un poco de… ¿cómo lo decís aquí? ¿Cojones? En un escenario, es más fácil cantar con más convicción y pasión.

Te han comparado con el Rod Stewart de los Faces, con Joe Cocker, con Ray Charles, con Van Morrison y con Al Green. ¿Qué piensas de estos símiles? No lo sé. Es duro para mí. Cuando alguien lo dice, me alegro porque me gustan mucho estos personajes. Pero son grandes influencias y me pregunto si yo también seré una influencia para siempre. No es algo fácil, porque estos tipos han creado… Es decir ¿cuántos álbumes han grabado? Tienen una carrera que abarca muchos años, y esto es lo que yo querría. Lo que deseo hacer de verdad es mejorar, tocar mejor la guitarra… Estoy muy contento con mi voz, me gusta. Quiero encontrar más formas de expresar mis sentimientos a través de las canciones.
¿Te sientes especialmente a gusto con el formato acústico? Sí. Me agrada interpretar con voz y guitarra acústica. Me he dado cuenta de que, a veces, cuando tocas con toda la banda, un golpe de batería puede romper la intimidad de la interpretación. Me siento a gusto, porque creo que puedes hacer un gran concierto. Pero mi guitarrista, Donny Little, un rocker que había tocado en muchas bandas y llevaba el pelo largo, suele hacer solos, y está bien, porque los Faces o los Rolling Stones, cuando eran un grupo de rhythm’n’blues, han sido grandes influencias para mí. No es fácil hoy en día encontrar a artistas como esos. Ahora las compañías solo fichan a gente porque piensan que pueden vender millones de discos. Dicen: “¡Este tipo venderá cuatro millones en todo el mundo, hagamos que esto pase!”. Antes, tenían artistas que vendían 100, 120 o 140.000 copias de cada álbum, y podían ir progresando, sin tener que hacer promoción cada día. Simplemente seguían y evolucionaban en su carrera. Ahora esto se ha convertido en un gran negocio. Y yo no soy un hombre de negocios, ni siquiera un músico… ¡Soy un jodido adolescente!
¿Qué esperas del futuro? ¿Tienes algún sueño, colaborar con alguien concreto, por ejemplo? Sí, con Bill Withers (1938-2020). Me encanta su historia. Aparentemente, un día dijo: “Se acabó, me voy. Dios me dio mis canciones y ahora se ha acabado”. Y con John Martyn (1948-2009) también estaría bien. Y de artistas contemporáneos, Joss Stone. Me gusta, tiene una gran voz, pero no me la creo.
Bueno, muchos piensan que no es creíble escuchar soul en la voz de una chica tan joven… No lo digo por eso. Me parece que ella es de Cornualles, no estoy seguro –en realidad es de Dover (Kent)–, y canta de una manera… Dice “don’tcha” y cosas así que nadie dice normalmente. Me encanta esa canción suya, “Right to Be Wrong”, porque es verdad. Cuando la gente es joven, es la época de cometer errores. Cuando creces no lo puedes hacer. Pero parece que, si cometes un error, alguien te puede ver y puedes salir en un periódico, y entonces te juzgan y dicen: “Va, solo es un adolescente”. Y eso sí que me lo creo, no a alguien que diga: “Quiero ser la nueva Aretha, la nueva Janis Joplin”. Como antes he mencionado, no se puede comparar toda una carrera con una voz.
Tras These Streets, el cantautor escocés ha publicado Sunny Side Up (2009) –coproducido por Ethan Johns y con colaboraciones de Questlove y Rico Rodriguez– y el antes citado Caustic Love, con featuring de Janelle Monáe. Su trabajo más reciente es Last Night in the Bittersweet (2022).
Paolo Nutini ofrecerá tres conciertos esta semana en el estado español: el 4 de julio en Burgos (Andén 56), el 6 de julio en Vilanova i la Geltrú (Vida Festival) y el 7 de julio en Madrid (Noches del Botánico).



