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Adiós al sonido inquietante de Mark Snow

El compositor neoyorquino en su estudio

La reciente muerte a los 78 años del célebre compositor de la banda sonora de Expediente X nos lleva a recuperar su álbum The Snow Files. The Film Music of Mark Snow (1999). En ese disco demostraba su versatilidad con todo tipo de géneros, más allá de las melodías misteriosas que creó para la mítica serie ideada por Chris Carter.

La verdad está ahí fuera: a pesar de llevar cerca de veinte años como compositor y de haber escrito las partituras de casi cien series, telefilmes y películas, Mark Snow (1946-2025) se hizo mundialmente famoso cuando se encargó de crear el score instrumental de Expediente X (1993-2002; 2016-2018), el icónico proyecto de Chris Carter.

The Snow Files. The Film Music of Mark Snow estaba concebido para demostrar que el neoyorquino era algo más que un autor de músicas espeluznantes, y para desmentir a quienes pensaban que solo era capaz de imaginar oscuras melodías sintetizadas que enfatizaban las siniestras aventuras de Fox Mulder y Dana Scully. 

Snow era un creador versátil, maestro en el arte de pintar paisajes sonoros, y entre sus obras se encuentran scores como los de El chico de la burbuja de plástico (1976), Locos en Alabama (1999) —leer crítica en el despiece—, e incluso algunos trabajos para Alain Resnais, como Las malas hierbas (2009) y Amar, beber y cantar (2014).

The Snow Files se abría con el tema principal de Nikita (La Femme Nikita, 1997-2001), perfecto para la serie de acción basada en el filme de 1990 de Luc Besson, en una Club Version producida y arreglada por John Beal que incorporaba una guitarra rítmica funk, una sensual voz femenina y efectos de disparos.

Después, el álbum se dividía en cuatro partes muy diferenciadas desde un punto de vista temático y sonoro. La primera, Darkness and Desire, se centraba en los thrillers, en la cara oscura de la pasión y en las femme fatales, e incluía el Love Theme del telefilme Conspiración para matar (1996), un corte romántico apoyado en piano, bajo eléctrico y percusión y una turbadora voz de sirena.

También estaban sus trabajos para las TV movies Seducción obsesiva (1995) —el sugerente y misterioso The Dark Waltz, mezcla de romanticismo y peligro—; Hasta que la muerte nos separe (1992) —The Murder, con hincapié en el terror, respaldado por coros fantasmales—, y Alguien te vigila (1994) –el tema principal, con ecos de cine negro con una trompeta solista blues—.

Una panorámica de la obra de Snow antes de los 2000

Love and Hope, el segundo segmento, correspondía a los trabajos de Snow de carácter más heroico: Esposa suplente (1994) —el plácido y bucólico Main Title, con flauta solista y armónica— y La última superviviente (1994) sugerían grandes horizontes propios del wéstern. 

Por su parte, The Rescue, de la TV movie Guerra contra el fuego (1996), se revestía de aires épicos y marciales, y el solemne Arctic Night Walk, de la miniserie 20.000 leguas de viaje submarino (1997), evocaba exóticas aventuras en parajes insólitos.

La tercera parte del álbum, The Music Is Out There, reflejaba las obras más terroríficas del compositor neoyorquino: el intrigante tema principal de Comportamiento perturbado (1998), con sorpresivos golpes de efecto, y, sobre todo, la extensa Suite From The X-Files, de Expediente X

Producida, arreglada e interpretada por John Beal, esta suite intentaba resumir en treinta y un minutos la variedad de un episodio: empezaba con un piano entre romántico y misterioso, progresivamente envuelto en una amenazadora turbulencia, hasta convertirse en un chirriante clímax de pesadilla, para luego dar paso a la conocida sintonía de la serie. 

Después, volvía la turbulencia como el preludio a una tormenta, para transformarse en un obsesivo y repetitivo ambiente de persecución y en una atmósfera minimalista donde se alternaban los pasajes terroríficos con los románticos.

La última parte de The Snow Files estaba dedicada a los Bonus Tracks, con la sintonía de Justicia ciega (Dark Justice, 1991-1993), coescrita con Jeff Freilich, aunando ritmos programados con coros góticos; el tema perdido de Max Headroom (1987-1988) que nunca llegó a usarse, y Bye, Bye! de Pee-Wee’s Playhouse (1986-1991), un alocado slapstick sonoro digno de dibujos animados.

Aunque The Snow Files demostraba que Mark Snow era mucho más que el autor del score de Expediente X, quedaba claro que, hasta el momento, esa era precisamente una de sus mejores obras. Y, por eso, se echaba en falta su partitura para Millennium (1996-1999), otro de sus grandes trabajos para una producción de Chris Carter.

El sonido de una road movie

Una de las aventuras americanas de Antonio Banderas

Dirigida por nuestro internacional Antonio Banderas, Locos en Alabama (Crazy In Alabama, 1999), ambientada en 1965, narraba las aventuras de un adolescente junto a su excéntrica tía, deseosa por convertirse en una estrella de la televisión, y su periplo por tierras americanas en plena época de lucha por los derechos civiles.

Con esta historia como referente, Mark Snow prescindía de sus habituales sintetizadores para utilizar instrumentos convencionales (y acústicos) como el violín y la armónica, para crear un cálido retrato de ciudad pequeña norteamericana en medio de la nada.

El compositor acentuaba los toques campestres en Mellow Ride (de inspiración country & western, con armónica solista) y Movin’ On (con su acercamiento al blues). Otras veces recogía la sonoridad de la música tribal india (la etérea y misteriosa Pool Fantasy/The Death Of Taylor), y los apuntes de góspel (Nehemiah’s March).

Más sorprendente era su enfoque jazzístico en Faces And Hats (donde pasaba del dixieland al be bop), y, sobre todo, en el sugerente swing Cell Seduction (con piano, armónica y batería con escobillas, evocador de los pasajes turbadores de Twin Peaks). Y demostraba su sensibilidad en temas como el principal Pool Of Freedom, el ensoñador Fame And Fortune y el solemne Crazy In Alabama – End Titles.

Además del score de Snow, el disco incluía algunas canciones de claro sonido sesentero: el soul Like Little Children de Carole King, Little Miss Happiness de Burt Dache, el arrollador Lucille de Little Richard, el lujoso One Mint Julep de Xavier Cugat, la pizpireta sintonía de Embrujada y el arrogante These Boots Are Made For Walking de Nancy Sinatra. 

La excepción la constituía el único tema que no sonaba en la película y que se grabó especialmente para el álbum: una versión de soul sofisticado del himno folk We Shall Overcome a cargo de la diva disco Sybil.

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