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Public Enemy, los 35 años del trépano

Enemigos públicos número 1

En 1988 el grupo de rap neoyorquino lanzó su segundo álbum, el irrepetible It Takes A Nation Of Millions To Hold Us Back. Cuando se acaban de cumplir siete lustros de su publicación, recordamos su impacto y su relevancia. ¿El blues del siglo XX? Probablemente.

En uno de los textos de la reedición de It Takes A Nation Of Millions To Hold Us Back aparecida en 2014, Questlove (The Roots) reflexionaba sobre la relevancia de este gran disco de Public Enemy y destacaba dos elementos.

Primero, la producción, por un uso tan radical de los samples que –por cuestiones legales de derechos de autor– nunca más volvería a repetirse; y segundo, el concepto, al establecer las bases del afrocentrismo.

Sublimación del camino iniciado en su debut Yo! Bum Rush The Show (1987), el segundo largo del gang neoyorquino se publicó el 28 de junio de 1988, con el subtítulo “La libertad es un camino pocas veces transitado por la multitud”.

El álbum escupía un sonido abrasivo –ya desde el principio, con el solo de guitarra de Get Off Your Ass And Jam de Funkadelic–, basado en un muro construido por The Bomb Squad con ruidos taladrantes, scratch extremo y una selección erudita de samples.

Entre rejas

Eso, sin contar con las letras terroríficas –entre la rabia de Chuck D y el humor absurdo de Flavor Flav–, la maestría del DJ Terminator X para crear atmósferas de pesadilla y una sucesión imparable de himnos.

El LP se dividía en la Silver Side y en la Black Side. La primera empezaba con Countdown To Armaggedon, un fragmento en directo, con las habituales sirenas de alarma de bombardeo para abrir el show.

Y llegaba el primer hit, la versión original de Bring The Noise, mucho mejor que la de 1991 con Anthrax. Un directo a la cara, un trépano en tu cabeza: “Las emisoras… cuestiono su negritud; se denominan negras, pero veremos si pinchan esto”.

Le seguía Don’t Believe The Hype, un himno profético –y, aún hoy, tristemente actual– sobre las mentiras y las manipulaciones de los mass media, con soniquete repetitivo –una especie de chillido agudo– a caballo de un ritmo funk.

En Cold Lampin’ With Flavor, el chistoso Flav rapeaba sobre un molesto zumbido de fondo mientras Terminator X creaba un escenario genial, más brillante que el recitado del Señor del Reloj Gigante.

El DJ exhibía su virtuosismo en Terminator X To The Edge Of Panic, con scratch contundente y la utilización del Flash’s Theme de Queen, de la banda sonora de Flash Gordon (1980).

El himno profético

Louder Than A Bomb se construía con un cemento superfunk, mientras que Caught, Can We Get A Witness?, una canción sobre los problemas legales por usar samples, empleaba de forma brillante las guitarras wah wah de los Bar-Kays para Son Of Shaft.

En la Black Side encontrábamos tres joyas más: la primera, Night Of The Living Baseheads, otro gancho al hígado sin piedad, con sample de saxo jazzístico, para hablar de los estragos del crack.

La segunda, Black Steel In The Hour Of Chaos, el relato del encarcelamiento de un objetor que recibe una carta de alistamiento, con un piano minimalista repetitivo y una asfixiante tensión en aumento.

Y no podemos olvidar Rebel Without A Pause, otro taladro cerebral incesante en loop para aturdir, el irritante runrún de la locura iterándose maníacamente para dar voz a la militancia negra activista de los sesenta.

Otros cortes destacados eran She Watch Channel Zero?! (con riffs metálicos de Slayer), el rap-house Prophets Of Rage (con un fondo electro denso y bajos explosivos), y Party For Your Right To Fight –réplica al (You Gotta) Fight For Your Right (To Party!) de Beastie Boys, con referencias a Martin Luther King y Malcolm X–.

El gang al completo

Pese a su carácter rompedor, It Takes A Nation Of Millions To Hold Us Back alcanzó el platino y atrajo a una audiencia multirracial: junto al éxito de Run DMC y Beastie Boys, Public Enemy demostró que el rap podía venderse a toda América.

Fieles a su lema de “food for the brain, beats for the feet”, Chuck D y su banda crearon una aplastante mezcla de ritmo y mensaje que mantiene su vigencia sonora y conceptual treinta y cinco años después, y que no ha sido superada por nada ni por nadie.

Además, esta obra magna dejó claro que, por su origen en el gueto, por su condición de retrato de una raza marginada y por su carácter reivindicativo, el rap se erigía en el blues del siglo XX… a pesar de que a algunos no les guste la idea.

En su Deluxe Edition de 2014, It Takes A Nation Of Millions To Hold Us Back incluía, además del LP original, un segundo CD con una docena de remezclas, procedentes de singles y maxis editados entre 1987 y 1988.

En medio de instrumentales y versiones a capela, destacaban dos temas: el primero, Night Of The Living Baseheads (Anti-High Blood Pressure Encounter Mix), vampirizando el Soul Power de James Brown.

Y el segundo, el Fight The Power (Soundtrack Version) de la banda sonora de Haz lo que debas (Spike Lee, 1989), con el saxo protagonista de Branford Marsalis, un tema que después incluirían en Fear Of A Black Planet (1990).

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