El cantante de Nueva Orleans pisó por primera vez un estudio en 1960 para registrar un single con las canciones Over You y Every Day. En 2010 conmemoró el cincuenta aniversario de aquella grabación con el álbum I Know I’ve Been Changed. Hoy lo recordamos.
“Cuando voy al gimnasio, voy a entrenar; cuando voy a la iglesia, voy a rezar; cuando voy al estudio, voy a cantar”. Y vaya si lo hace: quien se mostraba así de categórico era Aaron Neville a propósito de I Know I’ve Been Changed, un proyecto que reflejaba los tres elementos que han forjado su personalidad: su ciudad (Nueva Orleans), su música y su fe.
Con este álbum –publicado en Estados Unidos en 2010 y en Europa en 2011–, celebraba los cincuenta años desde su primera grabación y cerraba el círculo: Allen Toussaint produjo aquella sesión en 1960 y ahora regresaba como pianista de su banda.
Ese primer single incluía las canciones Over You, compuesta por Toussaint, y Every Day, escrita por Aaron mientras cumplía condena en la prisión de Nueva Orleans a finales de los cincuenta por alguna travesura juvenil. Como curiosidad, el sello Minit escribió mal su nombre en la etiqueta, que aparecía como Arron Neville.
I Know I’ve Been Changed contaba con el aliciente de estar producido por Joe Henry, con todo lo que eso conlleva: en primer lugar, una cuidada selección de músicos –Toussaint aportando el plus sureño con su piano, Greg Leisz y los sospechosos habituales Patrick Warren, David Piltch y Jay Bellerose–.
Y en segundo lugar, un repertorio muy bien escogido –temas popularizados por The Staple Singers, Sam Cooke, Big Bill Broonzy, Odetta y otros– y un sonido orgánico que magnificaba la voz del intérprete de Tell It Like It Is.
El góspel era el alimento principal del álbum, hábilmente mezclado con el rhythm’n’blues (en el luminoso I Done Made Up My Mind a lo Lyle Lovett y en You’ve Got To Move), el soul (There’s A God Somewhere) y el country (I Am A Pilgrim).
Mención especial para I Want To Live So God Can Use Me –con una imaginativa percusión de Bellerose y un ritmo second line– y Meetin’ At The Building, con contrabajo, palmas y poco más.
El huracán Katrina pudo acabar con muchas cosas en Nueva Orleans, pero no con el talento de sus artistas. Aleluya.