El cantautor y escritor neoyorquino está de visita estos días en nuestro país en el marco de su gira de 50º aniversario y para presentar su libro Dorothy y el descubrimiento de Ámerica (2022). Durante su larga carrera ha hecho muchas cosas, entre ellas un álbum de blues que hoy recordamos.
En los créditos de Murphy Gets Muddy (2005), el veterano Elliott Murphy explicaba cómo su mujer Françoise le dijo que los músicos de rock, si no mueren jóvenes, se transforman en respetables bluesmen y nunca se retiran.
Y esa fue la principal razón de ser de este álbum, que el propio cantautor consideraba como el primer paso de una posible metamorfosis en superviviente del rock reconvertido en bluesman.
Murphy se podría haber limitado a hacer versiones calcadas de clásicos de Robert Johnson, Muddy Waters, B.B. King, Jimmy Reed y Slim Harpo, pero en lugar de eso los interpretaba a su manera.
Lo acompañaba The Rainy Season Band, con Ernie Brooks (bajo; ex Modern Lovers), Kenny Margolis (teclados y acordeón), Danny Montgomery (batería), Patrick Riguelle (lap steel) y, sobre todo, el excelente Olivier Durand (guitarra y dobro).
Con ellos daba una nueva vida a canciones como The Thrill Is Gone (King), Terraplane Blues (Johnson), Baby What You Want Me To Do (Reed) y Tip On In (Harpo), aunque predominaba el repertorio de Waters: Baby Please Don’t Go, I Got My Mojo Working, Mannish Boy, I’m Ready y I Can’t Be Satisfied.
Para esta aventura, un proyecto que estaba en su cabeza desde hacía más de veinte años años, Murphy también compuso nuevo material: cinco temas que él describía como “blues del siglo XXI”, y que oscilaban entre la sofisticación jazzística de Hey Gunslinger y el zydeco de Who Am I Blues.
Murphy Gets Muddy se complementaba con Down Home Blues, un DVD grabado en su apartamento parisino, donde junto a Durand interpretaba cinco canciones compuestas por Willie Dixon: Spoonful, You Can’t Judge A Book By Its Cover, I Ain’t Superstitious, Back Door Man y I Just Want To Make Love To You.
“Siempre he sido muy consciente de todo lo que la generación de músicos de rock a la cual pertenezco debía a esos bluesmen”, reconocía el neoyorquino. Murphy Gets Muddy era un buen homenaje a todas esas leyendas que él tanto admira.


