
Atención, este es un documento inédito. Me pidieron un texto para el último número de Rockdelux como intro a las páginas de las recomendaciones. Nos acababan de comunicar que la revista ya no seguía. Con ese estado de ánimo, escribí lo que leeréis a continuación. ¿Y por qué digo que es inédito? Porque fue rechazado. Así de simple.
El motivo: «Esto no es lo que te habíamos pedido». Aun así, creo que es perfecto: cumplía su función y suponía todo un elogio a los colaboradores, el verdadero motor de la publicación. En su lugar se puso un texto frío y sin alma que, eso sí, tomó prestadas algunas ideas del mío. Vosotros podéis juzgar cuál os gusta más.
55 prescripciones para un confinamiento sin fin
Pedimos a cincuenta y cinco de nuestros colaboradores que nos enviaran una lista de sus propuestas culturales para los tiempos convulsos que vivimos. El resultado se resume en esa palabra mágica que tanto le gustaba a Stan Lee: Excelsior!
Suele ser una pregunta recurrente: ¿qué tres (o cuatro o cinco o seis…) cosas te llevarías a una isla desierta? La situación actual provocada por el coronavirus nos ha colocado a todos en nuestras ínsulas particulares, las cuatro paredes de nuestros hogares. Y para no sucumbir a la locura, para no saltar por la ventana o atiborrarnos de barbitúricos, para evitar darnos cuenta de que –esta vez sí– la frase no future tal vez es más cierta que nunca, necesitamos evadirnos, crear falsos mundos que nos otorguen distracción y placer controlado durante algunos minutos, horas, días, semanas e incluso meses.
Esa fue la intención de este número especial: solicitar –sin este planteamiento tan dramático– a nuestros colaboradores una lista de ítems que recomendarían a los lectores para estos días de confinamiento físico y mental. La consigna: libertad total en cuanto a formatos, épocas y número de “objetos culturales”. Por eso, en la selección encontramos lo habitual en Rockdelux –discos, libros, películas y cómics– junto con programas de radio, blogs, videojuegos y hasta pinturas, y en ella conviven las propuestas más o menos evidentes con algunos descubrimientos sorprendentes que, cosas de la vida, nunca habían tenido eco en estas páginas.
Permitidme que, por una vez, confiese lo que pienso: en mis doce años como coordinador de redacción, creo que este ejemplar que tenéis en vuestras manos es, si no el mejor que hemos hecho, al menos aquel con el que más he disfrutado y que me ha permitido conocer a los colaboradores de la revista en su faceta más personal, al revelar sus gustos más íntimos sin miedo a descubrir filias y fobias fuera del radar. Es un número excelente, que demostrará a muchos que existen cosas más allá del hype. Lástima que sea el último.
Disfrutadlo.