
The Mavericks publicarán el próximo 21 de agosto En español, su primer álbum grabado en esa lengua. Un proyecto que han tardado más de dos décadas en llevar a cabo: de hecho, su líder, el cantante de origen cubano Raúl Malo, ya lo anunciaba en esta entrevista realizada en 1995, poco antes de su primera gira por el estado.
Error preconcebido número 1: todos los artistas country son rednecks de pura cepa. Error preconcebido número 2: todos los músicos cubanos residentes en Miami tocan salsa y se mueven en torno al imperio de Emilio y Gloria Estefan. Si lo primero fuera cierto, no habrían surgido personajes como Freddy Fender, Flaco Jiménez, Johnny Rodriguez, Tish Hinojosa, Rick Treviño o Emilio Navaira. Y si fuera lo segundo, esta entrevista la firmaría Miquel Queralt, glosando las virtudes de un bongosero septuagenario caído en las garras del clan E.
Pero da la casualidad de que Raúl Malo, mi interlocutor al otro lado del teléfono y del océano (desde Los Ángeles), es nativo de Miami y de origen cubano, habla un castellano sabrosón, y encima lidera un grupo de country. Y no uno cualquiera, puesto que The Mavericks personifican el country urbano más cool desde el Dwight Yoakam de Guitars, Cadillacs, Etc., Etc. (1986). Una mirada a los cincuenta a través del telescopio de los noventa, rompiendo las barreras entre el rock, el pop y el country.

Unos datos: en 1986, el bajista Robert Reynolds y el batería Paul Deakin se conocieron en su Miami natal, y tres años después se unieron a Malo (voz, compositor, guitarra) y reclutaron al guitarrista Ben Peeler (poco después reemplazado por David Lee Holt).
Tras su tercer álbum, What A Crying Shame (1994), con el que consiguieron los parabienes de público y crítica, se produjo un cambio en la formación, con la marcha de Holt y su sustitución por Nick Kane, un guitarrista que había hecho giras con bluesmen como Pinetop Perkins y Hubert Sumlin.
Después de varias separaciones y regresos, los actuales Mavericks cuentan en sus filas con Malo, Deakin, el teclista Jerry Dale McFadden y el guitarrista Eddie Pérez (acompañante de Yoakam en directo y en alguno de sus álbumes).
Raúl, vosotros procedéis de Miami. ¿Cómo se os ocurrió dedicaros al country? Como hijo de cubanos, en casa, con la familia, siempre se oía mucha salsa. Pero, gracias a Dios, mis padres tenían una colección de vinilos bien variada, y así escuché muchos discos de Elvis Presley, Hank Williams, Patsy Cline, Roy Orbison, Buck Owens y Johnny Cash. Esa fue la música que de verdad me llamó la atención y que me hizo aspirar a tocar.

Antes de The Mavericks, ¿formaste parte de otros grupos? He oído que intentaste probar suerte con la salsa… No. Cuando uno quiere ser músico, toca lo que puede, lo que se le aparece para pagar las deudas, las cuentas y todo lo demás. Pero nunca he interpretado salsa profesionalmente. Estuve actuando en dos grupos, pero eran más rock y pop, lo que se escuchaba en la radio. Y eso era lo que hacíamos nosotros: tocar para las fiestas. No era música escrita por mí ni cosas que me importaran de verdad.
Teniendo en cuenta tu origen cubano, ¿has pensado en introducir más elementos latinos en los Mavericks o hacer country en castellano como Rick Trevino o Freddy Fender? Posiblemente haga las dos cosas. No sé si sacaremos un disco de los Mavericks en español, pero sí que el año que viene voy a grabar un álbum en español como solista, al margen del grupo. Será una colección con mis canciones preferidas de la música latina. No sé todavía qué dirección seguirá –de hecho, Malo no grabaría su debut en solitario hasta 2001 con Today, un disco bilingüe; después ha publicado The Nashville Acoustic Sessions (2004, con Pat Flynn, Rob Ickes y Dave Pomeroy), You’re Only Lonely (2006), After Hours (2007), Marshmallow World & Other Holiday Favorites (2007), Lucky One (2009), Sinners & Saints (2010) y un par de directos–.
En inglés, maverick significa inconformista o disidente. ¿Es este el rasgo más característico de vuestra banda? Creo que sí. La verdad es que cogimos ese nombre porque nos gustó como sonaba, y después nos dimos cuenta de que eso, en realidad, es lo que empezamos a hacer nosotros: somos «mavericks», pero no buscamos pleitos ni problemas, sino que hacemos las cosas a nuestra manera.

Se nota que os gustan los viejos sonidos del country, pero desde un punto de vista contemporáneo. New Country Magazine os ha definido como «la banda actual más importante acortando las distancias entre pop, rock y country, y reconectando el pasado del country con su futuro». ¿Cómo conseguís este equilibrio? Creo que ese equilibrio viene primero con el respeto y el amor a la música antigua y a los originales de donde procede. Nosotros le tenemos mucho afecto y mucha admiración a los artistas de ayer, como Hank Williams, Elvis Presley, Frank Sinatra o cualquiera de ellos; incluso los Beatles. Creo que no se trata de recrear esa misma música, pero sí, por ejemplo, de traer su emoción a los tiempos actuales.
¿Es correcto afirmar que Elvis y Roy Orbison están en la base de vuestro sonido? Sí, y estoy bien orgulloso de que estén ahí.
Una frase tuya o de otro miembro del grupo decía que el rock y el country eran viejos amantes. ¿Estás de acuerdo? Creo que es cierto, siempre lo han sido. Lo que pasa es que no se admite mucho, ni por parte de los artistas de country ni por los de rock. Los Beatles se pasaron la primera etapa de su carrera imitando a Carl Perkins y a Little Richard, a Chet Atkins y a Buck Owens; uno de sus hits era una canción de Owens, «Act Naturally». Así que siempre ha sido así. Y yo creo que Hank Williams fue el primer artista de rock’n’roll, pero eso no lo dice nadie. Él empezó en realidad antes que Elvis; lo que pasa es que Elvis lo llevó a otro nivel. Pero Hank era un artista de rock’n’roll. Murió joven, pero su animación, sus movimientos, su manera de ser eran muy típicos de lo que vendría después.

¿Se puede calificar vuestro country como urbano, con mucho sonido honky tonk? Sí, claro, es urbano porque nosotros no somos del campo, nos hemos criado casi siempre en la ciudad, y aunque tenemos muchas conexiones, ahora vivimos en Tennessee… Pero la música la hemos creado en la ciudad. Y a mí, la verdad, no me importa ni me molesta: es lo que es y así lo tocamos nosotros.
¿Os incluiríais también en la línea del neotradicionalismo iniciado por Dwight Yoakam? Sí. Tenemos mucha admiración por Dwight, lo consideramos uno de nuestros preferidos en estos momentos. Si nos comparan, nos sentimos orgullosos, porque su música siempre nos inspira.
Sois muy aficionados a las versiones. ¿Es una forma de rendir homenaje a vuestros héroes? (en 2019, para celebrar sus treinta años de carrera, editaron Play The Hits, con covers de los artistas que los han inspirado). En directo, como tienes más tiempo para tocar lo que tú quieres, te puedes pasar la noche interpretando tus propias canciones, pero siempre hay momentos para dar un homenaje a los que te han influido. Eso es una cosa que siempre hacemos cada vez que actuamos: nos gusta tocar nuestras canciones antiguas preferidas, canciones que nadie se espera, pero que nos agradan de todas maneras.
Sobre el nuevo álbum, ¿el título Music For All Occasions (1995) es una referencia a vuestro eclecticismo? Sí y no. Es casi… no es una broma, sino que tiene doble sentido, un sentido escondido. Lo escogimos porque me pareció como el concepto que el álbum estaba tomando: ese tipo de disco que más o menos nos sonaba como la música de los cincuenta o los sesenta. Quisimos traer eso a esta era, y nos pareció buen título, y bien cómico, aunque mucha gente no va a saber que tiene su sentido del humor. No lo pensamos mucho, nos gustó como lucía.

Decís que este cuarto álbum supone «un punto de partida y una continuación». ¿Hacia dónde? Tiene sus elementos de jazz bien escondiditos, como en «My Secret Flame». Esa canción, hace dos o tres años, tal vez no la hubiéramos grabado. Pero ahora nos sentimos cómodos cantándola. No solo por ese tema, pero creo que tiene sus diferencias con los anteriores álbumes.
¿Cómo han sido las colaboraciones de Flaco Jiménez y Trisha Yearwood? Trisha está casada con Roberto –se separarían en 1999–. Ella es una de mis cantantes preferidas de cualquier tipo de música: de country, de rock, de pop, de lo que sea; puede interpretar lo que le dé la gana, y la verdad es que me encanta cantar con ella. Siempre habíamos dicho que algún día incluiríamos un dueto en un disco, y al fin dimos con este –Something Stupid, una versión del tema de Frank y Nancy Sinatra de 1967–. Y en cuanto a Flaco, yo canté en «Seguro que Hell Yes» –del álbum homónimo del acordeonista de 1994– y él me devolvió el favor –en All You Ever Do Is Bring Me Down–. Solo fue cosa de llamarlo y enseguida, siempre muy amable, se acomodó. Vino para Nashville, grabamos esa noche, tuvimos tremenda fiesta. Es una persona muy alegre, y estamos orgullosos de considerarlo un buen amigo.
¿Y vuestra colaboración con Carl Perkins y Duane Eddy en Red Hot + Country (1994)? Imagínate que Carl y Duane son dos de nuestros héroes, dos personas que nos han influido mucho, desde que yo era chiquito. Estar en ese estudio, ese día, grabando «Matchbox» con esos dos, la verdad es que fue para mí uno de los mejores momentos de mi carrera hasta ahora. Y registrándolo todo en vivo, eso fue lo que más me gustó; lo peor fue apagar la grabadora. Después queríamos seguir tocando, pero teníamos que cerrar el estudio…

También participasteis en It’s Now Or Never. The Tribute To Elvis (1994), con Love Me… La noche anterior estuvimos en Graceland, en una fiesta que dio Priscilla para todos los cantantes y artistas del show, y fue un orgullo tremendo para nosotros conocerla y estar ahí en la casa y encontrarnos con muchos de los amigos de Elvis. Fue una buena experiencia.
Háblame de vuestra discografía hasta el momento –desde que se hizo esta entrevista en 1995, el grupo ha publicado los siguientes trabajos: Trampoline (1998), The Mavericks (2003), In Time (2013), Mono (2015), Brand New Day (2017), Hey! Merry Christmas! (2018) y el citado Play The Hits, además de varios recopilatorios y directos–. Primero editamos un disco independiente –el homónimo The Mavericks (1990)–. Luego, grabamos otra vez algunas canciones de ese primer álbum, tres o cuatro –en From Hell To Paradise (1992), su debut para MCA–. El primero lo financiamos nosotros: se grabó en Miami, fue una demo profesional, logró llegar a Nashville a través de la prensa, y así empezó la relación con MCA Records.
El hecho de vivir ahora en Nashville, ¿no supone más presión a la hora de grabar? Creo que este último disco prueba que no, que no nos hemos comprometido con presiones de la compañía de discos, de la ciudad, del sistema. Tenemos mucho apoyo en la comunidad de Nashville para seguir haciendo lo que estamos haciendo y la verdad es que me siento bien viviendo allí. La verdad es que no, no hay presión; y si la hay, nos la ponemos nosotros mismos. La compañía nos deja hacer lo que queremos. Siempre tenemos nuestras discusiones, como todas las relaciones tienen sus días buenos y sus días malos, pero, aun así, siempre nos dejan hacer lo que queremos.
Creo que en enero de 1996 vendréis a tocar a España… Bueno, estoy muy muy embullado –entusiasmado– para llegar, porque mi abuelo era de Barcelona y creo que todavía tengo familia allí.