El cantante norteamericano Will Sheff se encuentra este mes en Europa para promocionar su debut en solitario, Nothing Special (2022), en una gira que tampoco pasará por nuestros escenarios. Lo que sí podemos hacer es rescatar uno de los mejores álbumes de su inclasificable grupo.
Will Robinson Sheff, el cantante, compositor y guitarrista líder de Okkervil River, confesó en una ocasión que no le gustaba la etiqueta de alt. country ni las bandas de ese estilo, y declaró su amor por la vieja música de los Apalaches.
Sheff formó la banda en Austin en 1998 junto con Zach Thomas (bajo y mandolina) y Seth Warren (batería), dos excompañeros de instituto con quienes compartía su afición por el viejo folk (Skip James, Leadbelly, The Stanley Brothers, Carter Family…). Su debut fue Stars Too Small To Use (1999).
En Don’t Fall In Love With Everyone You See (2002), su segundo trabajo (y primero para el sello Jagjaguwar), Will quiso enriquecer su sonido con todos los instrumentos de sabor sureño imaginables –mandolina, pedal steel, violín, banjo…–, pero también con metales y cuerdas.
«Le dije al productor, Brian Beattie, que quería que sonara como un disco de Al Green. Me gustaban las bandas atmosféricas y con mucha orquestación como Tindersticks, pero en nuestro debut sólo estábamos los tres. Hemos expandido nuestro sonido», explicó.
Así, los Okkervil River, además de reforzar su formación de trío con la incorporación de un nuevo componente –Jonathan Meiburg, a cargo de bajo, acordeón, percusión y teclados–, contaron con el respaldo de una docena de músicos adicionales.
El resultado no pudo ser más asombroso: por un lado, la forma de cantar desganada, cansina y melancólica de Sheff, aplicada a grandes melodías con una preciosista instrumentación acústica; por otro, la crudeza de unas letras que contaban pequeñas historias sobre lamentos y corazones rotos con detalles muy reales.
El álbum abundaba en momentos destacables: la atmosférica balada country-rock Kansas City, con armonías de Alice Spencer y la pedal steel de Gary Newcomb para resaltar los momentos más dramáticos; el folk-rock Happy Hearts, con Daniel Johnston; la tremenda Westfall, una murder ballad narrada desde el punto de vista de un asesino, y el acelerado hillbilly Dead Dog Song.
También brillaban la arrastrada My Bad Days, una oda a la depresión, y, sobre todo, esa magnífica balada acústica de tintes soul con violines y chelo titulada Listening To Otis Redding At Home During Christmas, donde Will integraba de forma absolutamente natural el estribillo de I’Ve Got Dreams To Remember de Otis para describir la soledad y la tristeza de una Navidad sin la persona amada.
De acuerdo, Okkervil River no hacían country alternativo, pero esas influencias que su líder confesaba se traducían en una riqueza acústica que bebía de las raíces del folk y, por qué no, del country más primitivo, y que los hacía inmunes a cualquier etiqueta.
Tras Don’t Fall In Love With Everyone You See, el grupo –con formaciones cambiantes– grabó ocho álbumes y varios EP, que demostraron el talento de Sheff como uno de los mejores compositores norteamericanos. Gracias a sus giras, se ganaron la admiración de todo tipo de público, de Lou Reed a Barack Obama.
En 2020 apareció A Dream in the Dark. Two Decades of Okkervil River, que documentaba sus veinte años de conciertos, con grabaciones registradas entre 2006 y 2019. Este álbum cuádruple era una versión reducida de la serie digital del mismo título con más de veinte horas de música, repartidas en doce volúmenes.
En 2021 el grupo publicó In A Light, su primer single en tres años –desde su álbum In the Rainbow Rain (2018)–, al que seguiría It Hasn’t Happened Yet, mientras que Sheff empezó a hacer conciertos en solitario, aunque conservando la marca Okkervil River.
A finales de 2022, el cantautor publicó Nothing Special, su álbum de debut a su nombre, que durante este mes de marzo presenta en una gira europea con fechas en Gran Bretaña, Bélgica, Francia, Holanda, Alemania y Dinamarca… pero no en España.