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Jesse Malin, la fuerza de voluntad

Antes de la tragedia. Foto: Vivian Wang

El cantautor neoyorquino sufrió a principios de mayo una extraña lesión en la columna que lo ha dejado paralizado de cintura para abajo. Mientras intenta recuperarse para poder volver a los escenarios recordamos algunos de sus álbumes más destacados.

Jesse Malin no pasa por buenos momentos, ni físicos ni económicos: a su esforzado empeño por recobrar la movilidad que perdió a consecuencia de una dolencia extremadamente rara de la médula espinal se le suman los gastos médicos originados.

Por eso, su mánager David Bason y un grupo de amigos han lanzado una campaña a través de Sweet Relief Musicians Fund para recaudar fondos para ayudarlo. En esta página podéis encontrarla y hacer donaciones.

Actualmente, el cantautor está en proceso de fisioterapia y rehabilitación, y su objetivo es volver a andar (y actuar sobre un escenario). Esperemos que su determinación llegue a buen puerto.

El debut, producido por Ryan Adams

¿Quién le hubiera dicho al líder del grupo de glam rock D Generation que, años después, se convertiría en un cantautor admirado por Ryan Adams y el mismísimo Bruce Springsteen?

Tras la disolución de la banda en 1999, al neoyorquino Malin su admiración por Neil Young, Tom Waits y Steve Earle lo llevó a forjar un sonido más fresco y directo. Hasta que Adams, amigo desde la época de D Generation, se ofreció a producirle su debut, The Fine Art of Self Destruction (2002), al que seguiría The Heat (2004).

¿Y qué pinta Springsteen en todo esto? Fácil: después de oír la versión de Jesse de Hungry Heart para el CD benéfico Light Of Day. A Tribute To Bruce Springsteen (2003), el Boss no paró hasta encontrarlo.

Por eso, Glitter In The Gutter (2007), el tercer álbum de Malin, parecía una reunión de amigos: estaban Josh Homme de Queens of The Stone Age (guitarra en Tomorrow Tonight) y Chris Shifflet de Foo Fighters (guitarra en Prisoners Of Paradise).

También Jakob Dylan (armonías en Black Haired Girl) y, naturalmente, Adams (guitarra, voz y otros instrumentos en Broken Radio, Aftermath, In The Modern World y Little Star). Y no olvidamos, claro, la aparición especial de Bruce en la balada pianística Broken Radio.

Reunión de amigos, Springsteen incluido

Con sus anteriores trabajos, Malin consiguió superar la etiqueta de cantautor, y algún crítico lo definió como un “intrépido storyteller”. En Glitter In The Gutter sus canciones mantenían el retrato íntimo y detallado de la vida que caracteriza sus composiciones, pero ampliaban su visión.

Dicho de otra forma, Jesse escribía en local pero pensaba en global, y por eso podía conectar con gente de cualquier parte. Tal vez en esta amplitud de miras influyó el hecho de que este fue su primer trabajo grabado fuera de Nueva York: además de pasarse por estudios de su ciudad natal, también recaló en Los Ángeles.

Malin explicó que este era “solo un disco sobre personas y las cosas que hacemos para mantenernos vivos”. Con personajes como la mujer que buscaba la salvación en el dial de la radio del coche en Broken Radio o el niño que escondía su cara en la caja de cereales en In The Modern World, nos señalaba las “pequeñas cosas que nos hacen sonreír”.

En esas canciones sobre la esperanza, los problemas y las alegrías, sobre la búsqueda de maneras de seguir adelante, utilizaba estructuras perfectas con estribillos memorables, guitarras incisivas e himnos encubiertos.

Además, embellecía temas propios ya publicados como Happy Ever Alter –una nueva versión de Since You’re In Love, incluida en The Heat–, y convertía en una sensible balada el Bastards Of Young de The Replacements.

Y dejo lo mejor para el final: el impresionante dúo con Springsteen en la citada Broken Radio, la sensibilidad acústica de Aftermath, y ese homenaje con sonido más americana a la gran Lucinda Williams titulado simplemente Lucinda, donde la describía como “hija de un orgulloso poeta” (Miller Williams) y “niña del agua” (nació en Lake Charles), y le recordaba que “salvas tu vida tocando rock’n’roll”.

El álbum de las versiones

En la portada de su siguiente álbum, On Your Sleeve (2008), Malin parecía quitarse el sombrero, con una tienda de vinilos como escenario. ¿Una metáfora de esta colección de covers? ¿Una muestra de respeto hacia los intérpretes originales?

En su cuarto trabajo, grabado en siete días, abordaba versiones para todos los gustos, incluso de algunos de sus artistas favoritos: cantautores clásicos como Tom Waits, Jim Croce y Neil Young; grupos contemporáneos como The Hold Steady y The Kills, e iconos punk como Ramones y The Clash.

Tampoco olvidaba a los indispensables en cualquier colección mainstream, como Lou Reed, The Rolling Stones, Sam Cooke, Paul Simon y Elton John. Lástima que no incluyera versiones de su amigo Ryan Adams o de su admirado Steve Earle.

En general, se mostraba demasiado fiel y respetuoso con los originales: era el caso de Walk On The Wild Side (Reed), Harmony (Elton John), Wonderful World (Cooke) y Everybody’s Talking (Fred Neil), por poner algunos ejemplos.

Más resultona era su revisión marcada por el ímpetu power pop del Looking For A Love de Young (despojada de la placidez country), la relectura sin tics stonianos de Sway, la potenciación del gancho pop de Gates Of The West de los Clash y el espíritu juguetón del Do You Remember Rock ‘N’ Roll Radio de Ramones.

Al final, uno se quedaba con la duda: ¿Jesse se quitaba el sombrero en señal de respeto o se lo ponía, como si quisiera meterse en la piel de sus homenajeados?

Después publicaría Love It To Life (2010) –de nuevo con aportaciones de Adams–, New York Before The War (2015), Outsiders (2015) y Sunset Kids (2019) –producido por Lucinda Williams, con toques de americana–. Su trabajo más reciente es el doble Sad And Beautiful World (2021), con featurings de Adams y Lucinda.

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