
Que la prensa está en crisis desde hace años es algo sabido. Pero mientras unos se aferran a ese manido argumento para cerrar empresas, otros le dan la vuelta a la situación para reinventarse y mejorar. Esto es, precisamente, lo que ha hecho esta revista de cine, al iniciar una nueva etapa.
Sofilm, una publicación nacida en Francia hace ocho años y que se edita en España desde 2013, no solo no desapareció durante los meses álgidos del confinamiento a consecuencia de la pandemia, sino que empezó a planear su futuro en estos tiempos convulsos que viven los medios en papel.
En marzo publicó su número 69 y, tras un pequeño parón en abril, lanzó el 70 –con un dosier titulado “El día que el cine se detuvo”–, solo disponible en formato digital, para volver a los quioscos a partir del 71 con el habitual ejemplar doble de verano, en este caso un monográfico sobre cine y hip hop.
Su nueva etapa se basa en una nueva fórmula bimestral –seis números al año en lugar de diez, para incluir un mayor número de artículos, detallados y atemporales–, cimentada en tres ejes: más páginas (132 en vez de las 100 habituales), un diseño gráfico actualizado y nuevas secciones sobre temas tangenciales al cine. Asimismo, se renovará y reforzará la web para ofrecer la información más inmediata.
Dentro de los planes de Sofilm se incluye una campaña de crowdfunding que ha empezado hoy en Verkami y cuyos detalles pueden encontrarse en esta página. Los mecenas pueden conseguir suscripciones anuales a un precio inmejorable, ediciones limitadas de portadas icónicas en A2, bolsas con cuatro diseños exclusivos con frases de Tilda Swinton, Céline Sciamma, Dario Argento y Pedro Almodóvar, libros, etcétera.
Las intenciones de los responsables de Sofilm son muy claras: “Queremos hacer de cada número un pequeño acontecimiento, un festival de cine en papel, un objeto coleccionable para guardar en casa, donde se exploren las convergencias entre el cine, las series, la sociedad y el mundo”.
A diferencia de otras publicaciones de cine que únicamente prestan atención a los estrenos del momento e incluyen un exceso de críticas, Sofilm siempre se ha caracterizado por un tratamiento más global. Su principal atractivo son sus temas monográficos de portada. Fijémonos en su número más reciente, el 72, dedicado a Woody Allen, con motivo del estreno de Rifkin’s Festival (2020). Una revista normal emplearía a lo sumo cinco o seis páginas para hablar básicamente de la película, y poco más.
¿Qué hace Sofilm? Dedicarle ¡treinta y cinco! páginas que incluyen una entrevista exclusiva en la que el cineasta, además de responder al redactor jefe de la revista, Alberto Lechuga, también lo hace a preguntas formuladas por personajes como Richard Linklater, Arnaud Desplechin, Cameron Crowe o Albert Serra; un debate sobre el linchamiento al que ha sido sometido el director neoyorquino por sus problemas personales; una encuesta sobre sus mejores películas y otros apartados relacionados con su obra, incluido un artículo sobre una parodia porno de Broadway Danny Rose.
Sirva este reciente ejemplo para demostrar el rigor –no exento de diversión– y la imaginación, esa perspectiva informal, pero a la vez profunda con la que Sofilm aborda los temas, para evitar convertirse en una simple gacetilla de los últimos estrenos. Evidentemente, el caso Allen no es nuevo: en anteriores ocasiones, la revista ha dedicado extensos monográficos al cine bélico, a las series de culto, a la política y el cine y a personajes como Quentin Tarantino, Wes Anderson y Robert Mitchum.
Por otra parte, Sofilm incluye columnas de opinión, reportajes de investigación sobre temas curiosos o poco conocidos de la historia del cine y la televisión, excelentes entrevistas, críticas de series y de videoclips, anécdotas de personajes clásicos y un sinfín de secciones que la alejan de lo que normalmente se entiende por una revista dedicada al séptimo arte, para convertirla en un producto cultural que merece la pena leer.

Por suerte, el caso de Sofilm y su decisión de dar un salto adelante no es único. Hace ya años, en 2008, No Depression –probablemente la mejor revista de música de los últimos tiempos, a pesar de estar centrada en la americana; eso sí, desde una visión no excluyente– dejó de publicarse en papel para pasar a una nueva etapa, también vía crowdfunding, con lo que denominaron The No Depression Founders Circle.
La idea era renovar su web, con blogs a cargo de sus editores, críticas de discos y de conciertos, noticias, artículos y un archivo con casi todos los contenidos de sus setenta y cinco números publicados entre 1995 y 2008, y editar dos libros (o bookazines, como ellos lo llamaron) al año.
Muchos se preguntarán si el proyecto de No Depression funcionó. Se publicaron tres bookazines y se creó una web “comunitaria” entre 2009 y 2014, con los contenidos aportados por un grupo de entusiastas usuarios. Y en 2015, para celebrar el vigésimo aniversario de su fundación, No Depression volvió a editarse en papel.
Doce años después de su reconversión, la web funciona a todo rendimiento y publican cuatro bookazines al año. Cada número de la revista (primavera, verano, otoño e invierno), sin publicidad, presenta artículos en profundidad, perfiles de artistas, ilustraciones originales y fotografías impresionantes. Y, es más, algunos de ellos están agotados y solo pueden comprarse en formato digital.
Es un ejemplo más de una revista que se resistió a morir y buscó nuevas vías. Muchos editores argumentan que cerrar es la decisión más difícil y ni se plantean otras salidas –algunos incluso reniegan del crowdfunding porque lo consideran una forma de mendicidad–. Todo lo contrario: cerrar una publicación es lo más fácil.
Lo verdaderamente difícil es reinventarse, luchar por sobrevivir, por mantener la independencia y por no traicionar a sus lectores con contenidos insultantes con la excusa barata de que “hay que adaptarse a los nuevos tiempos”.
La revista como objeto artístico

El pasado mes de agosto, en plena pandemia, en la web de crowdfunding Kickstarter se presentaba Inque, un proyecto que muchos calificarían de suicida. Pues bien, no solo alcanzó su objetivo económico, sino que lo superó con creces: 1.719 mecenas aportaron 178.248 libras (la meta estaba fijada en 150.000).
Inque es una revista literaria británica anual de gran formato con artículos de grandes firmas, un especial cuidado en el diseño y la fotografía y sin publicidad. Su cometido editorial es ser “creativamente revolucionarios” y su intención es publicar solo diez números (uno por año), con una tirada limitada, desde 2021 hasta 2030.
Su declaración de intenciones: “Nos encanta hacer revistas, pero odiamos tener que depender de la publicidad. Nos encanta dar libertad a los escritores, pero odiamos gastar dinero en distribución. Nos encanta trabajar con fotógrafos e ilustradores y queremos tener control sobre a quién encargamos. Nos encanta el olor del papel y ver cómo funciona todo, pero odiamos tener que publicar algo cuando no está del todo listo”.
Los promotores de Inque son Dan Crowe (exeditor literario de AnOther Magazine y fundador de las revistas Butterfly, Zembla, Port y Avaunt) y Matt Willey (diseñador gráfico, socio de Pentagram y exdirector de arte de The New York Times Magazine).
“Después de haber trabajado extensamente en publicaciones, hemos visto cómo las revistas se han vuelto limitadas desde un punto de vista editorial durante los últimos veinticinco años. Los compromisos publicitarios y los costos de distribución excesivos se han convertido en la norma, y las ventas disminuyen, no porque la audiencia haya desaparecido, sino porque lo han hecho las publicaciones auténticas.
Esto nos hizo pensar: ¿Y si eliminamos estos problemas? ¿Qué se necesitaría para tener un control creativo completo de una revista? ¿Qué aspecto tendría, quién escribiría para ella, dónde la comprarías? Esta es la revista que siempre hemos querido hacer: gran formato (280 mm x 350 mm), con escritores y artistas extraordinarios; editorial inusual, obstinada e inspiradora, todo envuelto en un diseño impresionante. Entregado directamente a usted por las personas que lo hicieron”.
Sus creadores dejan claro que “no habrá una versión digital, porque creemos que internet está sobresaturado. Estar solo en formato impreso garantizará una experiencia más lenta, lo que permitirá al lector tomarse el tiempo para saborear los altos valores de producción y el contenido único”.
Entre los insignes colaboradores de Inque encontramos a autores –Jonathan Lethem (escribirá una nueva novela a lo largo de los diez números de la revista), Chimamanda Ngozi Adichie (seleccionará nuevos escritores africanos), Ben Lerner, Will Self, Naoise Dolan, Hanif Kureishi, Joyce Carol Oates…–, cineastas (David Lynch, Werner Herzog, Tilda Swinton, Rebecca Miller…), músicos (Tom Waits, Kate Tempest, Brian Eno), fotógrafos (Christopher Anderson, Jack Davison, Alec Soth), diseñadores gráficos (Paula Scher, Peter Mendelsund) y artistas (Barbara Bloom, Bridget Riley).