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Orishas: tumbando y dando

Ruzzo, Roldán y Yotuel

La semana pasada estalló la polémica suscitada por la canción Patria y vida de los artistas cubanos Yotuel Romero (de Orishas), Gente de Zona, Descemer Bueno, Maykel Osorbo y El Funky. La difusión viral del videoclip irritó al gobierno de La Habana por el carácter crítico del tema hacia el régimen y la denuncia de la situación política y económica del país. En este contexto, es buen momento para recuperar la entrevista que le hice al grupo Orishas.

El desconocimiento provoca monstruos. Muchos creen que el rap latino es un fenómeno reciente, con el advenimiento de esa porquería llamada música urbana. Pero hay que retroceder, al menos, dos décadas. En 2005 entrevisté a los cubanos Orishas con motivo de la publicación de su disco El kilo. Sorprende cómo la descripción que el trío hacía de la escena hip hop española sigue siendo desgraciadamente vigente. ¿Hace falta decir nombres?

Yotuel Romero Manzanares (Yotuel), Roldán González Rivero (Roldán) y Hiram Riverí Medina (Ruzzo), más conocidos como Orishas, se dieron a conocer con el álbum A lo cubano (1999), al que seguiría Emigrante (2002). Su tercer trabajo fue El kilo (2005) –un título que hacía referencia a cómo se denomina en argot al peso cubano–, grabado en Lieja, Madrid y París, y producido por el venezolano Andrés Levin (Los Amigos Invisibles, Aterciopelados, Arto Lindsay).

Después, el trío solo ha publicado dos álbumes más, Cosita buena (2008) y, tras una separación de varios años, Gourmet (2018), además del grandes éxitos Antidiotico (2007).

La entrevista está dividida en dos partes: en la primera, más atemporal, se habla de la evolución y del impacto del grupo, de la situación de la música cubana, de mensaje, de Fidel Castro y del rap español. La segunda está centrada en su álbum El kilo, en su producción y en sus canciones.

Algunos de vosotros formasteis parte del grupo Amenaza. Desde entonces, ¿cómo ha evolucionado vuestro estilo y vuestro mensaje? (Ruzzo) Amenaza se creó en Cuba para introducir la filosofía hip hop, para transmitir mensajes, críticas sociales, etc., siempre con un ámbito positivo. Enseñar el problema, para decir: “Señores, esto existe y hay que hacer algo, no podemos cargar con ello toda la vida”. Para eso fue creado: para introducir el rap donde siempre hubo el tabú de no hacer rap. Eso fue en 1995: era música del enemigo, direccionismo ideológico por parte de las bandas, porque era música norteamericana. Las bases eran instrumentales que nos llegaban, que nos enviaban, y encima tú ponías tu mensaje.

El debut de Orishas, cuando eran cuatro con Flaco-Pro

¿Notáis una progresión entre vuestros tres primeros discos? (Ruzzo) Tienen el mismo concepto. Son música tradicional, aunque en el segundo quisimos arriesgarnos: ¿por qué no utilizar unos tambores mozambiqueños en una conga santiaguera? Quisimos asumir riesgos para no repetirnos. Lo que no podíamos hacer es un segundo álbum como otro “A lo cubano”. Para mucha gente fue un disco de transición; para nosotros era una evolución lógica.

(Roldán) Eso nos jodió. Cuando llegamos con “Emigrante”, un periodista muy amigo me dijo que era un trabajo de transición, sin más flauta ni más color… Y eso te lo juro que me afectó. Para mí, eso de la transición es como tapar un hueco para poner el pie y seguir, le veo poca importancia. Igual él tenía razón, si lo vemos del lado positivo. Porque “El kilo” tiene algo de los dos: esa parte rítmica y percutiva de “A lo cubano” y mucha melodía también, que era más típico de “Emigrante”. No sé si fue un error o salió así. Realmente no es que la perdiéramos, pero nos alejamos un poco de esa parte enérgica y caliente que tenía “A lo cubano”, y salió mucho más melódico. Había temas que eran prácticamente pop.

A partir de Orishas, ¿ha cambiado la situación musical en Cuba? (Roldán) Hasta ahora solo llenaban los establecidos: Los Van Van, La Charanga Habanera, NG La Banda, la Orquesta Revé, etc. Las orquestas que hace treinta años están sonando, los de siempre. Y el Ministerio de Cultura se ocupaba de eso solamente. Si entraba una guitarra no se la iban a dar a un rapero, nunca. Y esos grupos no te hacían conciertos masivos, por miles de razones. Para empezar, porque al rap en Cuba le decían la “música del enemigo”. Estaba prohibido coger FMs: la gente inventaba sus antenas parabólicas en el tejado y si te agarraban ibas preso. Pero estamos muy cerca, y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla. Y el pueblo de Cuba se acostumbró a todo eso y no siempre se taponeó ese movimiento, el rap, sobre todo, porque ahora más bien se va abriendo, como un pulpo, tiene otros tentáculos y otras fusiones. Y ahora se paran en la Plaza de la Revolución y meten a quince mil personas. La música cubana está dando un giro: ahora mismo hay cuatrocientos grupos de fusión, y hay buen ambiente, mucha difusión. Ya no se puede parar, es un piñazo y ahora se están ocupando porque, si no, van a llegar productores de no sé dónde y se van a apropiar de eso.

De la misma forma que Wim Wenders y Ry Cooder hicieron con Buena Vista Social Club (1997), ¿creéis que podría ocurrir algo similar con ese panorama actual? (Roldán) Totalmente, eso va a pasar. Ojalá que no. ¿Por qué tiene que venir Juan de los Palotes a decirle a la gente: “Mira, esto viene de Cuba”? Pero si ocurre, que lo hagan con respeto. Buena Vista está bien, aunque habría sido mucho más lindo si se hubiera hecho desde Cuba. Para nosotros fue positivo: Ibrahim Ferrer estaba limpiando zapatos de verdad, y Compay Segundo estaba fumándose la vida en su casa. Compay ni se dio cuenta de lo que le sucedió; estoy seguro de que no tuvo tiempo de decir: “90 años y ahora soy una estrella mundial”. Compay era, con el mayor respeto, uno más de Los Compadres, ni siquiera era la voz ni el compositor de los mejores temas. Con el rap y la fusión hay un problema en Cuba. Y la bomba va a explotar por otra parte. El fruto está, pero lo va a madurar otra persona, otro país.

Orishas en el concierto Paz sin fronteras de 2009 en La Habana. Foto: Javier Galeano/AP

¿Es cierto que el mismo Fidel Castro os quiso conocer? (Ruzzo) Si, nos cursó una invitación personal a cada uno para un meeting con varias agrupaciones y una cena, para hablar un poco de qué trataba el proyecto, cuál era el problema real que había con la banda en Cuba. Él lo sabe todo, pero te pregunta solo para confirmar la información que tiene: sabe que la respuesta que le vas a dar es la que le dieron. Ahora, si le das una respuesta que no concuerda con lo que le contaron, alguien está equivocado: o el que dio la información o este que no me quiere decir algo. Y así pueden pasar horas hasta que todo se aclara. En esa época teníamos presencia física prohibida en la radio y la televisión nacionales y eso se aclaró al momento. Porque él sabe cuál es nuestro concepto: que sí, hacemos crítica social, hablamos de lo que ocurre ahí, pero no hacemos discos políticos ni religiosos; abarcamos todo. Es una banda sin fronteras, somos hijos del mundo. De todas formas, no es él quien crea los problemas, sino el personal del equipo de trabajo que lo rodea. Para ellos podemos ser el mejor o el peor ejemplo para la juventud; son los que crean esos debates o problemas. Antes íbamos a una emisora y, cuando estábamos con los cascos puestos para una entrevista, sonaba el teléfono y venía el director de la radio y nos decía: “Lo siento, muchachos, pero no se puede”. Hasta que recibimos la invitación de Fidel… y ya se sabe que donde manda capitán no manda marinero. Y eso seguro que es una espina que tienen clavada esos que forman ese lío y que ya no pueden hacer nada. Además, en el mismo equipo de seguridad que trabaja para el Estado, o en los carros oficiales, el chófer escuchaba a Orishas.

Veo vuestro sonido como música cubana contemporánea, música cubana del futuro, más que como rap. ¿Qué os parece? (Roldán) Nos consideramos más bien rap. No sé, igual exageramos. Rap cubano, rap de Orishas, yo qué sé… Una nueva tendencia, porque mezclamos el rap con la música tradicional cubana y lo hacemos a nuestra manera, hay mucha melodía.

(Ruzzo) Los trabajos vocales tienen influencia del rhythm’n’blues. Toda la vida se ha escuchado música negra en Cuba: funk, soul, jazz… Entonces, ¿cómo le das tu identidad a un género del que no fuiste el creador o el impulsor? Porque el rap lo crearon los norteamericanos con un objetivo. No lo hicimos a propósito, era la única manera de darle identidad. Nos decían: “Ustedes están equivocados, eso es algo que entró aquí equivocado”. Sí, como entró en la Unión Soviética, en Alemania o en Francia… Equivocado, pero páralo. Si no tienes nada que decir se muere, pero si tienes algo, alguien te va a escuchar. Era la única manera de no ser uno más. Podíamos haber cantado en inglés como muchos y tener sonido neoyorquino o de L.A., y seríamos uno más.

No puedo perder mi tiempo en ponerme un disco de rap donde me estén diciendo todas esas idioteces, por muy buena que esté la música. Que las mujeres son unas putas y que mi coche es el más lindo del mundo, no me interesa oír eso (Roldán)

(Roldán) Yo, para cantar en inglés, de entrada, tengo que empezar por aprenderlo. World music no quiere decir nada. En Cuba, en los ochenta, por ejemplo, no hubo radios especializadas. En la misma emisora te pasaban, sin intención, Metallica, Mozart y el grupo Niche, Compay Segundo y luego Iggy Pop. No es como aquí que buscas tu emisora. En Cuba no, enciendes la radio y actualmente es casi igual, y te ponen Los Van Van, Metallica, Vivaldi, Bach y lo que se le ocurra al programador. Entonces hay un consumo de música y un reguero de información que se concretiza de alguna forma en lo que está pasando ahora con Orishas y otros grupos de fusión. Hay una nueva generación de bandas que hacen conciertos para cinco o diez mil personas.

¿Cómo veis el rap español? (Ruzzo) Aquí le queda mucho: hay mucho rap de concepto, hay falta de información por parte de las generaciones nuevas. Y los viejos ya están cansados de ver que los demás no avanzan, y no hay un bloque cerrado. En Estados Unidos es sálvese quien pueda, pero el circuito es cerrado. Hay demasiada influencia de Gringolandia: todo el mundo quiere tener el sonido de Nueva York, porque se cree que es lo correcto. Lo mismo si se quedan aquí y abren el cajón y empiezan a buscar por aquí y por allá… En España no solo hay flamenco, hay un montón de cosas. Sacar eso es lo que te va a hacer no uno más, sino alguien más dentro de eso, con otro color. Lo mismo si es rap, lo mismo si es jazz, con lo tuyo, sacado del cajón de los recuerdos.

(Roldán) Es más original y satisfactorio tratar de hacer algo tuyo. Imitar no es fácil, ni siquiera es fácil ser mediocre. La única forma es hacerlo tú, a tu forma. ¿Quién eres tú? Así le das diversidad y matices a la música. Estoy hasta los cojones de las “putas” y los “te voy a matar”, y de «qué mal la pasé en mi vida”… Cada vez que encuentran un cajón de mierda se la meten encima, y siguen. Creo que esa gente que pasa mensajes a millones de personas… Cada uno hace con su culo un tambor, pero yo no lo veo bien. Están hablando de todas esas tonterías. No puedo perder mi tiempo en ponerme un disco de rap donde me estén diciendo todas esas idioteces, por muy buena que esté la música. Que las mujeres son unas putas y que mi coche es el más lindo del mundo, no me interesa oír eso. Ese mensaje oscuro, directo, chocante, con pinga, creo que empeora en vez de… Porque están adoctrinando a una nueva generación y ahora cualquier chamaquito de 12 años te mete un tiro y cree que está bien, “como lo hace fulano”.

El kilo: producción y canciones

Además de contar con vuestro colaborador habitual Niko Noki, El kilo está producido por Andrés Levin. ¿Cómo ha sido trabajar con él? (Ruzzo) Su sistema de curro es diferente al nuestro, viene de otro mundo. Se trabaja muy muy rápido, se avanza mucho. Siempre existen esos stand by, un coro que no sale o una frase que falta… y también en ese aspecto te ayuda. Después se metió Tim Lathan, productor de Fun Lovin’ Criminals, y luego se lo llevaron a Gringolandia y allá arriba Tom Coyne afinó los instrumentos. Tiene la sonoridad de “A lo cubano”, con ese brío en los timbres, con esa dinámica.

¿Por qué habéis prescindido de los samples? (Ruzzo) Es un lío, esa historia de los derechos… No se puede trabajar para el inglés, como se dice. Tratamos de que todo sea como se hace en casa, como siempre se ha hecho, orgánico. Avisamos a los músicos y aquí están: “Oye, nos hace falta que vengan a poner unas trompetas, que vengan a poner…”. El sample se utiliza en la programación, sí, y en las bases que nos envían los productores con los que trabajamos. Y luego nosotros lo sustituimos con instrumentos, y no es lo mismo.

(Roldán) No, y te roba una parte de creatividad, también. Utilizar samples en cierta forma es cómodo, buscar un trocito de no sé qué que funciona, una melodía muy bonita… Pero primero hay una historia con los derechos del artista: que si lo encuentras, que si se murió, que si está vivo, que si no da la autorización. Y mañana utilizaré samples otra vez, pero no quiere decir que cambie de opinión. Usarlos también es como no estar seguro de si un disco es tuyo o del vecino, de si es una cosa que hizo otra persona.

(Ruzzo) Ya tiene dueño, papá ya tiene…

(Roldán) Lo puedes utilizar de puta madre, no digo que no, pero tú no eres el padre, eres el padrastro.

Hablemos de los temas de las canciones: empecemos con la prostitución de las chicas emigrantes en Reina de la calle. (Roldán) Toca esa parte. Puede incluir hasta las jineteras en Cuba.

(Ruzzo) No solo habla de prostitución. Sí, esa chica trabaja en la calle, pero debe pagar impuestos como la otra que trabaja en la oficina. Y tiene niños, y si tiene un familiar enfermo debe pagar igual. Hay que respetar a la persona por lo que es, no por lo que hace.

En Tumbando y dando abordáis el racismo… (Ruzzo) Hay reflexiones personales sobre lo que es la vida. Hay que aprovechar el tiempo que te queda.

(Roldán) Pero hace alusión al racismo. Cuando sale el racismo o la prostitución se puede hablar en diferentes caminos.

Y en Al que le guste, la droga, con citas al Pedro Navaja de Rubén Blades: «Zapatillas por si hay problemas salir volao». (Roldán) Puede ser sobre la droga; hay una libertad de opinión ahí, cada cual se lo toma como quiere. Creo que es una ventaja, en ese caso. Claro, al que le guste que lo pruebe: la droga, por ejemplo, y al que no, que no la pruebe; después no te quejes. O la música de Orishas: al que le guste que la pruebe y al que no, que no la pruebe.

(Ruzzo) Hablo de lo que es la filosofía del smoke. Cada uno tiene un hobby, un vicio, pero bueno, utilízalo positivamente: si vas a fumar, concéntrate, trata de controlar… Si te gusta la nieve, que sea un uso positivo, porque si va a ser para asaltar farmacias o para dar tiros por ahí o para robar carteras, estás frito.

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