Su chica le rompió el corazón y su banda se desintegró. Se largó lo más lejos posible para enfrentarse a sus demonios. Sus tres meses de exilio voluntario en una aislada cabaña le sirvieron para crear su proyecto musical y grabar su debut. A su paso por Barcelona en mayo de 2008, el cantautor norteamericano me confesó sus secretos. En el día de su aniversario recuperamos la entrevista.
Doc Savage la tenía en el Ártico desde 1933: allí escapaba a meditar y a inventar. Años después, Superman le copió la idea y montó la suya con similares propósitos. ¿Y Justin Vernon? La Fortaleza de la Soledad del creador de Bon Iver no tenía nada de superheroico, y distaba mucho de ser el cuartel de invierno donde el guerrero se retira para reponer fuerzas en su incansable lucha contra el crimen.
Tras ese aislamiento voluntario hay una doble historia de ruptura: con su compañera y con su banda de indie rock DeYarmond Edison. Un mazazo de tales proporciones solo podía superarse con tierra de por medio, en las condiciones más adversas posibles. Y Justin –nacido el 30 de abril de 1981 en Eau Claire (Wisconsin)– se largó a una cabaña de su padre en el bosque a principios de invierno. Durante los tres meses de reclusión, frío y soledad, forjó su proyecto de Bon Iver (una deformación del francés bon hiver) y grabó las canciones de su debut For Emma, Forever Ago (autoeditado en 2007 y reeditado y distribuido internacionalmente en 2008).
En contadas ocasiones, tienes la oportunidad de entrevistar a un artista en la mejor etapa de su carrera. Y ese momento suele coincidir con sus inicios, cuando aún mantiene la integridad y no ha sido maleado por la industria y por las modas. Eso fue lo que me ocurrió con Vernon: pude hablar con él en 2008, cuando acababa de lanzar su primer álbum, enmarcado más o menos dentro del género de la americana.
Se ha hablado mucho de tu reclusión en la cabaña. Cuando lo oí, me recordó dos cosas totalmente opuestas. Por un lado, películas como Into The Wild (2007) de Sean Penn o series como Doctor en Alaska y Men In Trees, con personajes que lo dejan todo y se van a otro lugar para cambiar de vida. Pero, por otro, me evocó esa leyenda de Johnny Cash, cuando se perdió en una cueva dispuesto a morir y, al salir, dejó las drogas y empezó una nueva etapa. ¿Con cuál de esas situaciones te sientes más identificado? Es una buena pregunta. Como relato, me gusta mucho «Doctor en Alaska». Pero creo que esa historia de la cueva de Cash es probablemente más correcta. Aunque yo no iba allí para morir, fui porque estaba hundido, desesperado. Todos los proyectos que habían empezado en mi vida habían llegado a su fin, y realmente me estaba muriendo por dentro, a un nivel social. Fue una elección, necesitaba enfrentarme a esos demonios. Y, para mí, fue más como ir a una cueva a morir, pero sabía que era mi única decisión; era el único lugar al que podía ir.
Durante ese tiempo en la cabaña ¿escuchaste algún tipo de música? Los niños cantores de Viena. Solo música coral, como si cantaran en la iglesia, música cristiana.
Hay otro cantautor de Seattle, Jeff Kanzler, que vive en los bosques de Alaska en una cabaña y grabó allí su primer álbum, Black Top Road (2007). ¿Por qué la naturaleza salvaje es tan atrayente para los músicos? ¿Sabes por qué? Porque eres libre. Cuando estás allí, en medio de la nada, no tienes ninguna distracción, no hay gente merodeando, juzgándote, influyéndote en alguna forma, y eso es muy bueno para autoexaminarte. Y creo que esta naturaleza es hermosa, natural, no es restrictiva. Es un buen sitio donde estar cuando quieres ser creativo.
La etapa en la cabaña fue un período de curación para ti desde un punto de vista personal. ¿Fue también un redescubrimiento de tu música? Sí, fue un renacimiento total. Tuve una segunda oportunidad de vivir y de tocar. Disfrutaba la música que hacía antes, estaba orgulloso de ella. Pero fue un completo reciclaje y una renovación de mi tipo de voz musical.
Hablando de voces: el uso del falsete ¿fue premeditado? Fue algo natural. Cuando estaba allí, no pretendía grabar un disco. Solo era ponerme a cantar “ba ba ba ba”, lo que surgiera, y salió todo ese material en falsete. Hice probablemente unas catorce canciones, y no todas eran con falsete, pero sí las nueve que se incluyen en «For Emma, Forever Ago»… Fue una forma de hacer una declaración artística con esos temas en particular.
¿Cómo describirías tu sonido a alguien que nunca te ha escuchado? No tengo ni idea. Lo mejor que puedo decir es que solo es folk. Pero es algo tan aburrido… Me gustan muchos tipos de música y no veo la clasificación en géneros, no veo las divisiones fácilmente. No puedo decirte que Johnny Cash es únicamente country, por ejemplo, porque no lo es…
Pero bueno, ahora tenemos eso de la americana, que es algo como más amplio… Sí, tal vez es más apropiado, americana. Es quizá lo que le diría a alguien. Pero no me gusta contar a la gente lo que pienso de mi música antes de que la haya escuchado.
Sé que te gustan mucho los Staple Singers. Mavis me contó que su padre Pops siempre decía a los compositores que, si querían escribir para los Staple, leyeran los periódicos, porque ellos cantaban sobre lo que pasaba en el mundo. Ahora tus letras son muy personales, pero ¿pueden cambiar en el futuro? Sí, puede pasar cualquier cosa. Creo que debo seguir manteniéndome y sintiéndome natural. Siempre me han interesado mucho los temas políticos y sociales. Solía escribir canciones políticas, aunque ahora no ha sido así. Pero, como tú dices, eso puede cambiar. Siento de forma muy fuerte lo que está ocurriendo en la política norteamericana, por ejemplo. Quiero que las cosas cambien, y quiero formar parte de ese cambio. Así que es muy posible que muy pronto cante desde una perspectiva diferente.
Afirmas que tu intención no era grabar un álbum. ¿Hubo algo que de pronto te decidiera a hacerlo, un clic mental que te dijera “ahora es el momento”? Sí. Hice todas las canciones, añadí la trompeta y el trombón y, de alguna forma, me di cuenta de que tenía esos nueve temas. Los grabé en un CD y lo pasé a unos pocos amigos. Y el feedback que recibí fue tan fuerte que me dio la confianza que necesitaba para hacer un disco. Pasaron unos dos meses después de dejar la cabaña hasta que sentí ese clic que tú dices.
¿En otra situación, sin los problemas personales que tenías, el álbum hubiera sido completamente diferente? Sí. La gente pasa por estas situaciones y graba canciones sobre ellas. Pero parece ser obra del destino que este disco llegara a hacerse. Necesitaba cambiar mi vida, aunque no me senté un día y dije: “Es hora de cambiar mi vida”. Fui a la cabaña porque no tenía adónde ir; para el mundo era solo una manera de ayudarme a curarme. Realmente creo que hubo una intervención del destino al guiarme hasta ese punto.
Al hablar de sentimientos tan personales en tus canciones, ¿cómo explicas el éxito que has tenido? Es decir ¿crees que la gente se identifica con ellas? Tengo muchas historias de gente, que viene y me dice “eso me pasó” o “esa es una gran canción para escuchar en este período de mi vida porque he tenido una mala ruptura”… Es fantástico. Cuando la gente pasa por momentos duros, normalmente hay algo de redención. Y saber que tu música ayuda a alguien a pasar esos momentos o a entender algo que le ocurre en su mente o en su corazón es muy poderoso y positivo. Y eso me entusiasma.
¿Piensas ya en tu nuevo álbum, en si habrá más instrumentos u otro tipo de cosas? Probablemente habrá más instrumentos. Intento ser muy abierto respecto a esto. No quiero pensar en qué clase de disco voy a hacer hasta que me sienta y lo haga. En cualquier caso, será diferente. Mi objetivo como artista debería ser trabajar duro para examinarme y analizar las posibilidades. Sería fácil escribir diez canciones con la guitarra, y hacerlas emotivas. Pero creo que no todo consiste en verter tu corazón en un pedazo de papel, necesitas cavar más profundamente. Si eres un fotógrafo, no puedes tomar solo una instantánea, debes examinar las cosas a otro nivel. Este es mi objetivo: cuestionar cómo percibo y cómo creo arte.
No puedo decirte que Johnny Cash es únicamente country, porque no lo es»
Antes decías que escuchabas música coral, y en el álbum hay canciones como Lump Sum que me han recordado algún tipo de sentimiento religioso, como el de un monje en un monasterio. La música es sagrada para mí, en general, aunque hay algún tipo de música a la que se considera como “sagrada”: la de los monjes o la de los nativos americanos, por ejemplo. Tiene un sentido profundo de espiritualidad. Para mí toda esta historia es mitológica. Esos tres meses en la cabaña fueron para mí, a un nivel real, un viaje de examen espiritual. Creo que tal vez la naturaleza espiritual de la música coral entró sigilosamente y me permitió sentir algo sagrado, algo especial, algo que debía tomarme en serio. No soy una persona religiosa. Has citado antes a Mavis Staples. Obviamente, ella se identifica como una mujer cristiana. Aunque no compartas sus creencias, cuando canta sabes en qué cree por la forma como canta y, en cierto modo, puedes creer en lo que dice, por su convicción y por su fe. Eso es algo muy poderoso. Al hacer mi propia música quiero tener fe y estar realmente seguro de mí mismo.
Es muy interesante que menciones lo de la música sagrada. Dave Alvin considera que la canciones folk son “textos sagrados”, porque representan la mitología nacional al tratar de grandes temas como la muerte, la moralidad o Dios. ¿Piensas que estás creando una nueva mitología con tus canciones? No es solo una mitología, sino un linaje. Como el linaje de una familia, la historia de los padres y sus antepasados. Lo que quiero hacer con mi música es que tenga su propio linaje, y que cuente una historia a través de toda mi vida, para compartir mi perspectiva y contexto emocionales con los demás. Y espero que esto quizá pueda ayudar a la gente en sus vidas, a disfrutar, a entender…
El período triste de tu vida que te llevó a la cabaña ahora ha quedado atrás. ¿No te sientes extraño al cantar esas canciones de esa época? No. Cuando pasas por algo y te enfrentas a tus demonios, esos demonios no se van, no desaparecen. Solo sabes cómo ignorarlos o mantenerlos aplacados. Tocar esas canciones aún es bueno para mí, aún me aporta cosas. Por supuesto que a veces te sientes cansado y quieres irte a casa y no quieres actuar nunca más. Pero la mayoría del tiempo te hace sentir muy poderoso el hecho de poder levantarte y cantar estas canciones cada noche.
Ahora actúas con una banda. ¿Han cambiado las canciones para adaptarse a este nuevo formato? Sí. ¿Conoces la diferencia entre introvertido y extrovertido? Esas palabras lo describen a la perfección: el álbum sería introvertido, encerrado en sí mismo, suave y en cierto modo espacioso. Y en directo, las canciones se transforman en algo más extrovertido, masculino, más duro y lleno. Aún hay espacio, pero lo llenamos. Es realmente distinto, pero lo disfruto.
¿Has producido a algún grupo? Porque creo que has trabajado con Land Of Talk y The Rosebuds… Sí. He producido el tercer álbum de The Rosebuds que publicó Merge Records, «Night Of The Furies» (2017), y también «Some Are Lakes» (2008) de Land Of Talk. Una vez acabé con esto, decidí tomarme un descanso, porque quería tener tiempo para concentrarme en el proyecto de Bon Iver.
Después de For Emma, Forever Ago, Bon Iver ha publicado tres álbumes más: Bon Iver, Bon Iver (2011), 22, A Million (2016) y I, I (2019). Y debo confesar que mi interés por el proyecto de Vernon terminó con su debut: su utilización del falsete me llegó a cansar, y más aún sus sobreproducciones y sus colaboraciones con artistas de dudosa calidad como Kanye West, Travis Scott y Taylor Swift.
Y empezaron a llegar las excentricidades: fotos promocionales “artísticas” donde ocultaba su cara, negativas a conceder entrevistas… todos los tics de alguien que, con una agenda de contactos VIP, ya se cree el rey del mundo. Quedaba muy lejos el entrañable personaje de esa solitaria cabaña donde desnudó sus sentimientos con su folk atmosférico y ensoñador.