Nos dejó el 28 de octubre de 2022, pero su recuerdo sigue vivo… Y más ahora, con el estreno en Movistar+ de un interesante documental sobre su turbulenta vida y su obra dirigido nada más y nada menos que por uno de los hermanos Coen.
Jerry Lee Lewis. Música del diablo (2022) –titulado originalmente Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind– es el primer filme en solitario de Ethan Coen, y está coproducido por T Bone Burnett –el impulsor del proyecto– y Mick Jagger para la empresa A24.
El objetivo del documental es presentar, en poco más de setenta minutos, al indomable Jerry Lee Lewis sin censura, con todas sus virtudes y sus defectos, que lo convirtieron en uno de los legendarios pioneros del rock’n’roll.
Coen utiliza únicamente imágenes de archivo –desde fragmentos de entrevistas con The Killer en diferentes épocas de su carrera hasta algunas de sus frenéticas actuaciones, además de fotos– para ofrecer un retrato de la agitada vida del pianista.
Muchos pensarán que el trabajo del director es ínfimo, pero es comparable a lo que hace un buen DJ: un corta y pega muy hábil –con la complicidad de la montadora, Tricia Cooke– de material ajeno, para articular una historia sin una voz en off.
Hay una escena que resume muy bien la maestría de Coen: mientras vemos a Jerry Lee cantando un tema góspel, oímos una discusión con Sam Phillips en el estudio: “Tengo el diablo dentro. Cuando se trata de rock’n’roll, sigues siendo un pecador”.
A diferencia de los rockumentary al uso, solo aparecen unos pocos testimonios, y también de archivo: su hermana, Linda Gail Lewis; su exmujer, Myra Gale; su primo, el cantante Mickey Gilley, y su road manager, Cecil Harrison.
La mayoría de veces, es el salvaje artista de Luisiana el que se “retrata” con sus frases lapidarias. Habla de aspectos profesionales: sus inicios en Sun Records y su evolución hacia el country (“Nací para hacer country, pero me crie con el rock’n’roll”).
Explica cómo grabó sus hits, su puesta en escena energética (“Tenía que luchar contra la competencia. Por eso tiraba la banqueta”) y su definición del rock’n’roll (“La mejor música que ha habido… o que habrá”).
No olvida a sus compañeros: declara su admiración por Chuck Berry (“Fue el rey del rock’n’roll”) y analiza el mito de Elvis Presley (“Tuvo un gran representante, Tom Parker, que lo trató como si fuera un mono en una jaula”).
También se refiere a aspectos más personales: su familia (“Tuve los mejores padres del mundo. Me compraron un piano a los 8 años”), cómo le gustaba ver a bluesmen como B.B. King en el club Haney’s Big House o la influencia del góspel y la religión.
Claro está, no rehúye los aspectos más controvertidos: su polémico matrimonio (confiesa que no se arrepiente) y sus adicciones (“Tomaba pastillas para parar un tren y bebía whisky como para que flotara un barco. Y tequila para despejarme”).
Y sobre su supuesta arrogancia: “Nunca he sido engreído. Siempre he tenido confianza en mí mismo. Y nunca me ha preocupado que alguien me pise los talones. Como decía Hank Williams: ‘Aparta, perrito, que llega el perrazo’”.
Un par de curiosidades en cuanto a las entrevistas: en una, en la que luce barba, afirma que se la ha dejado para la película The Carpenter, sobre la historia de Cristo. Ignoro qué pasó con ese filme, pero no he encontrado pruebas de su existencia.
En la otra, se cabrea con un periodista cuando le pregunta si se imagina a los 80 años “aporreando el piano y cantando rock’n’roll”. Irónica cuestión para alguien que estuvo al pie del cañón prácticamente hasta el final de su vida.
Entre las canciones que Lewis interpreta, hay un poco de todo: desde la inicial She Even Woke Me Up To Say Goodbye, una excelente balada country, hasta la final Trouble in Mind, perfecta para resumir sus “demonios interiores”.
En medio, los hits Whole Lotta Shakin’ Goin’ On (“Al que no le gustara, es que tenía un problema. Eso era música. Lennon dijo que era el disco de rock’n’roll más perfecto que se había grabado”), Great Balls of Fire, High School Confidential y You Win Again.
En algunas de estas interpretaciones, está acompañado por Mickey Gilley (Drinkin’ Wine Spo-Dee-O-Dee y Lewis Boogie), Tom Jones (Tutti Frutti) y Little Richard (I’ll Fly Away). Y en Mystery Train nos sorprende tocando la guitarra.
Solo en el tramo final aparece material reciente filmado por Coen: imágenes de 2020 de la grabación del álbum de góspel inédito, producido por T Bone Burnet y Joe Henry, con Jerry Lee interpretando Amazing Grace.
En este trabajo, estuvo respaldado por The McCrary Sisters y Lee Ann Womack a los coros, James Burton (guitarra), Dennis Crouch (bajo), Jay Bellerose (batería) y Kenny Lovelace (guitarra). A saber cuándo verá la luz…
Jerry Lee Lewis. Música del diablo se presentó en una proyección especial en mayo de 2022 en el prestigioso festival de Cannes, y ahora se ha estrenado en Movistar+, además de estar disponible bajo demanda. Un consejo: yo no me lo perdería.