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Etta James, la reina rubia del rhythm’n’blues

La gran Etta James
La gran Etta James

El Centre Cultural Collblanc Torrassa acoge esta noche un concierto muy especial, un homenaje a la gran Etta James a cargo del grupo Wax & Boogie. La cita, a partir de las 21 h, y la entrada, gratuita. Por este motivo, y para contribuir a este tributo, recordamos la figura de la gran dama del rhythm’n’blues y el soul.

Su vida estuvo marcada por las adicciones y las relaciones amorosas tóxicas, las entradas y salidas de los centros de rehabilitación, una poderosa imagen que llamaba la atención por su peinado y, por encima de todo, una voz versátil que podía pasar del susurro al grito y que le permitía interpretar rhythm’n’blues, soul, jazz y rock’n’roll. No, no estamos hablando de Amy Winehouse, aunque las similitudes entre ambas son más que evidentes: Etta James llegó antes y se fue después, pero la belleza de sus canciones, intensos melodramas de tres minutos, perdurará para siempre.

A propósito del visionario libro de Nelson George The Death Of Rhythm & Blues (1988), Spike Lee declaró que «es una vergüenza que cuanto más progresemos como pueblo, más se diluya nuestra música». Y es que en el camino que va del clásico rhythm’n’blues al R&B contemporáneo, se ha perdido algo más que un puñado de letras. ¿Dónde quedaron las grandes canciones, las producciones lujosas, los intérpretes carismáticos? De pronto, esa simplificación en un par de iniciales en mayúsculas cobra todo su sentido: lo que antes era un estilo de vida ahora es una marca comercial. Y si hablamos de vocalistas femeninas, el R&B se ha convertido en una competición para ver quién enseña más cacha, quién lleva el espectáculo más hortera y quién se cambia más veces de vestido… se llame Beyoncé, Rihanna o, glups, Lady Gaga. ¿Sutileza? ¿Glamour? Todo eso ha pasado a la historia.

La muerte de Etta James (el 20 de enero de 2012, a consecuencia de una leucemia diagnosticada en 2011, aunque también padecía Alzheimer desde 2008) acabó con un modelo de cantante que difícilmente volveremos a ver. Pese a traspasar los géneros nunca sacrificó su sello vocal -caracterizado por la elocuencia con la que impregnaba sus interpretaciones-, y es citada como una gran influencia por un amplio abanico de artistas, desde Janis Joplin, Bonnie Raitt y Christina Aguilera hasta The Rolling Stones, Joss Stone, Adele y, claro está, Amy Winehouse. «Canto lo que siento: rhythm’n’blues, blues, gospel y rock’n’roll, la música que vino del sur», dijo. Su biógrafo David Ritz –coautor de Rage To Survive. The Etta James Story (1995)- describió así su primer encuentro: «Conocía su voz como cantante, un instrumento de poder abrumador, pero me asusté al oír que al hablar era incluso más fuerte. Hablaba como cantaba, con grandes ráfagas de emoción. Sus opiniones eran extremas: amaba y odiaba con pura pasión. Podía hablar dulce como un gatito o rugir como un oso».

Había nacido como Jamesetta Hawkins el 25 de enero de 1938 en Los Ángeles, y aprendió a cantar gospel en la iglesia. Cuando era adolescente, formó el trío doo-wop The Creolettes y compuso un tema en respuesta a Work With Me, Annie de Hank Ballard & The Midnighters, titulado Roll With Me, Henry. En 1954 consiguieron una audición en San Francisco con Johnny Otis (fallecido tres días antes que Etta), y a este le gustó tanto que las invitó a ir a Los Ángeles a grabar la canción, rebautizadas como The Peaches, para el sello Modern. Retitulada The Wallflower, en 1955 se convirtió en un éxito en las listas de rhythm’n’blues. Tras mentir sobre su edad, Etta se enroló con el show itinerante de Otis, y hasta 1958 siguió sacando para Modern Records algunos de los mejores temas de rock y rhythm’n’blues femenino de la época, como Good Rockin’ Daddy.

Portada de "At Last!", el debut de Etta James
Portada de «At Last!», el debut de Etta James

Pero fue en el sello de Chicago Chess (trabajó también para sus subsidiarias Argo y Cadet) donde forjó su identidad como diva del blues moderno y artífice de grandes baladas pop. Fichada por Leonard Chess en 1960, su talento fue moldeado por el productor Ralph Bass y su mentor Harvey Fuqua, líder de The Moonglows, con quien lanzó singles a dúo como If I Can’t Have You y Spoonful. Ya como solista, saltó al mercado pop como intérprete de baladas teñidas de soul y jazz como All I Could Do Was Cry (1960), My Dearest Darling (1960), Trust In Me (1961), At Last (1961) y Don’t Cry, Baby (1961), y su álbum de debut, At Last! (Argo, 1961), es una obra maestra de versatilidad. Pero, a pesar del éxito obtenido, era víctima de los chanchullos de su sello: «Después del hit All I Could Do Was Cry, cuando Leonard me entregó mi primer sobre, lo abrí y no había ningún cheque, solo un pedazo de papel que decía: ‘Tienes catorce mil dólares en números rojos’. Me dijo: ‘No te preocupes. ¿Necesitas dinero? Te dejaremos dos mil’. Siempre fue así. Tenías un Cadillac, una estola de piel o un anillo: esos eran tus derechos de autor».

Además de su innegable talento, Etta contaba con otro elemento a su favor, su atractivo físico, en el que destacaba su famoso pelo rubio platino, como contó en 1994 en un programa de la NPR, la radio pública norteamericana: «Tenía muy buen tipo y era alta. Recuerdo a esa cantante, Joyce Bryant; era negra y llevaba el pelo de color platino. Y también me gustaba Jayne Mansfield, porque era rubia y tenía esos labios y el lunar. Así que intenté combinarlas. Quería parecer mayor, llevar zapatos de tacones altos, vestidos y grandes pendientes».

Durante dieciocho años, James vivió una errática carrera en Chess. Junto a sus hits arreglados para seducir al público de los clubes, grabó temas de puro rhythm’n’blues (I Just Want To Make Love To You, Something’s Got A Hold On Me) y, sobre todo, soberbias canciones soul, en especial sus clásicos para el álbum Tell Mama (Cadet, 1968), grabado en los legendarios estudios FAME de Muscle Shoals: Tell Mama, Security y, especialmente, I’d Rather Go Blind, recordada como una de las interpretaciones vocales más incendiarias de la época.

Y junto a los retos profesionales, las tribulaciones personales: además de problemas con la justicia y relaciones amorosas destructivas, a mediados de los sesenta Etta empezó a luchar contra su drogadicción. «En 1974 dejé la heroína. Antes de eso, estuve enganchada a la metadona durante tres o cuatro años. Así que tenía unas cuantas cosas por dejar», confesó. Durante varios años, entró y salió de varios centros en Los Ángeles. Una vez desintoxicada (momentáneamente), regresó en los setenta. Con todo, no llegó al público blanco masivo hasta que fichó con Warner y fue telonera de los Rolling Stones en su gira mundial de 1978. Los recuerdos de la experiencia con Jagger y compañía son contradictorios, sin amargura pero con una sombra de tristeza, como contó ese año a Cliff White en ‘NME’: «La primera noche casi lloro en mi camerino. Pensaba: ‘Dios, aquí están estos tíos, son famosos y millonarios y yo aún estoy en ninguna parte después de todos estos años. ¿Qué pasa?’. Después pensé que no soy una burguesa ni nunca lo seré. No me gustan los lugares donde la gente no puede bailar, no me gustan los clubes o teatros donde una panda de burgueses sentados chasquean sus dedos».

Portada de "Deep In The Night", producido por Jerry Wexler
Portada de «Deep In The Night», producido por Jerry Wexler

Su primer álbum para Warner, Deep In The Night (1978), producido por Jerry Wexler -quien la describió como «la más grande de todas las cantantes modernas de blues»– le despertó la misma sensación agridulce. «Es un buen disco, pero fuimos demasiado lejos. Fue idea de Jerry ayudarme a llegar a un público más amplio, pero no era realmente yo». En la citada entrevista para ‘NME’, Etta tenía las ideas muy claras respecto al camino que quería seguir: «El espacio que creo que debería ocupar es el de una Otis Redding femenina, porque no hay otra chica que tenga las pelotas para hacerlo. Hablo de cantar y hacer que la gente enloquezca y que sus oídos ardan».

Pero Etta recayó de nuevo, y las drogas y el alcohol la mantuvieron otra vez alejada de la música. Reapareció con Seven Year Itch (Island, 1989), al que seguirían varios álbumes con mayor o menor acierto, hasta llegar al último, The Dreamer (Verve Forecast, 2011). En sus últimos años, tuvo su propio encontronazo con una de las divas del R&B actual, Beyoncé, cuando esta la encarnó en el filme Cadillac Records (2008), basado en la historia de Chess Records. El detonante se produjo cuando Knowles interpretó At Last en el baile inaugural de Barack Obama en 2009; días después, James afirmó durante un concierto: «A esa mujer que ha cantado mi canción, deberían azotarla en el culo. No soporto a Beyoncé». Más tarde matizó que lo había dicho en broma.

Para Etta James, estar en un escenario era el momento más feliz de su vida. Así se lo contaba en 2002 al periodista Ted Drozdowksi: «Cuando miro a la gente, sé que me aman. Y después, soy yo. Soy esa niña de 5 años que solía cantar en la iglesia. O soy esa chica de 15 años, que, fumando un cigarrillo, quería crecer y no podía esperar a cantar. Después no soy realmente Etta James. Soy Jamesetta, haciendo lo que de verdad me gusta». Lo que de verdad nos gustaba a todos.

Y para terminar, aquí se puede ver el cartel del concierto de esta noche. La actuación se dividirá en dos partes: en la primera, Wax & Boogie, en formato de quinteto, interpretarán una selección de las canciones que popularizó Etta. En la segunda, recrearán sus temas habituales. Para esta ocasión, el grupo contará con el guitarrista Manolo Casado (Big Jamboree).

Cartel concierto
Cartel del concierto de tributo a Etta James

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