
Es el rey indiscutible del tex-mex: con su aportación al acordeón diatónico, Flaco Jiménez ha rebasado fronteras y estilos. En 1995, con motivo de una gira que lo llevó por varias ciudades españolas, tuve la oportunidad de conversar con él sobre su reciente disco homónimo y sobre la tradición y el mestizaje.
El acordeón es un instrumento con mala prensa: o se asocia al payaso sabiondo o al infausto recuerdo de los pajaritos de María Jesús. Menos mal que tenemos a alguien como Flaco Jiménez para poner las cosas en su sitio. Perteneciente a una pionera estirpe de músicos –su abuelo, su padre (Santiago Jiménez), su hermano (Santiago Jiménez Jr.) e incluso su hijo (David Jiménez)–, es el responsable de haber popularizado el tex-mex.
A lo largo de más de setenta años de carrera y de decenas de elepés como solista, Flaco ha colaborado con toda clase de artistas, desde Ry Cooder hasta Bob Dylan, pasando por César Rosas, Dwight Yoakam, Jesse Dayton, Tish Hinojosa, Lila Downs, Bryan Ferry, The Rolling Stones, La Guardia, Vargas Blues Band y Los Fabulosos Cadillacs, entre muchos otros.
La entrevista empezó con mal pie: en Barcelona eran las ocho de la tarde, mientras en Los Ángeles era mediodía. Tras algunas dificultades para localizar a Flaco (se había ido al rancho de un vecino a beber tequila), por fin se puso al teléfono.

Dados sus antecedentes familiares, supongo que no le costó plantearse dedicarse a la música… No. Mi abuelo, mi papá… lo traemos en la sangre, y la sangre habla por sí misma. Son cuatro generaciones, porque mi hijo también toca el acordeón y la batería.
Usted quería abrir nuevos caminos con el acordeón. ¿Cree que ha conseguido plenamente extraer todas sus posibilidades expresivas? En mi opinión, su sonido tradicional ya cambió. Dicen que yo lo hice. En 1954 comencé a salirme de la tradición, al grabar con tipos que tocaban rock’n’roll y country. Empecé a participar en el anglo. Bob Dylan y Ry Cooder me ayudaron a introducir la música de este instrumento. Antes, no le daban el respeto que se merecía, porque era muy sinfónico, sofisticado. Yo aporté un acordeón con ideas, que no se quedaba en lo tradicional. No me olvido de las raíces, pero me gusta tocar diferentes ritmos.
¿Cuáles son los orígenes del tex-mex? Los alemanes y los polacos que vinieron a los Estados Unidos en los últimos años del siglo XVIII se establecieron en un lugar a pocos minutos de San Antonio. Mi abuelo iba a los bailes que ellos hacían, y escuchaba. Le gustó, y se compró un acordeón. Desgraciadamente no llegó a grabar, porque en esa época no había tantas facilidades. En 1936, mi padre fue el primero que grabó el tex-mex.
¿Cree que ciudades como San Antonio, donde conviven varias culturas, son más propicias a la creación artística? Sí, es la fortuna que tenemos. El crossover entre anglo y americano: la música nos une. Cuando nos ponemos así, hay más comprensión, más amor entre diferentes culturas.
¿Piensa que en Europa hay un boom de este estilo? Sí. El acordeón siempre ha estado ahí, pero no se había hecho popular. Pero nosotros lo modernizamos y le sacamos el gusto. Nuestro acordeón es diatónico: ahí está el gusto. No es sinfónico. Es para bailar, tomar una cerveza, hacer una pachanga, una fiesta. Hay que darles crédito a todos los músicos que participan en sacar gusto a un instrumento, no solo el acordeón.

Hábleme de su nuevo disco, Flaco Jiménez (1994) –después de esta entrevista ha publicado Buena suerte, señorita (1996), Said And Done (1998), Sleepytown (2000; con Buck Owens, Lee Roy Parnell, Pete Anderson y Yoakam), Squeeze Box King (2003; su primera producción en solitario), Dos amigos (2005; con Freddy Fender) y Flaco & Max: Legends & Legacies (2014; con Max Baca)–. Lo hice con la idea del anterior –Partners (1992), que grabó junto con varios colaboradores ilustres como Yoakam, Cooder, Linda Ronstadt, John Hiatt, Los Lobos y Emmylou Harris–. Pero este creo que tiene más potencia, más fuerza, se oye más libre, más natural, porque las canciones que escogimos son versátiles.
¿Y el nuevo sello, Arista Texas? El interés de una compañía grande como esta es una ayuda, una mano que nos estira para introducir a más artistas en otros países. Los jóvenes son las futuras estrellas. Ahorita tengo 56 años. Al tex-mex aún le quedan caminos por recorrer.
¿Por qué ha vuelto a grabar la canción Open Up Your Heart? Porque en 1983 –se incluyó en Tex-Mex Breakdown– no tuvo mucho resultado, no la promovieron bastante. Es un buen tema porque es bilingüe.
¿Qué le ha aportado tocar con tantos músicos distintos? Grabar con esas estrellas le da más potencia, más fuerza a lo que hace uno. Los respeto y les agradezco por igual a todos. Ry Cooder fue el primero que me introdujo.
¿Y qué pasa con los Texas Tornados, el supergrupo con Doug Sahm, Freddy Fender y Augie Meyers? No sabemos si vamos a volver a grabar o no. Hay posibilidades. Estamos separados, pero no divorciados.
¿Le queda algún sueño por realizar? Mis deseos y mis sueños se han realizado, pero voy a esperar si tengo otro y confío en que sea bueno.