
Ya sea como productor, como músico o como compositor, Buddy Miller es una eminencia en la americana. ¿Algunos nombres con los que se ha cruzado? Emmylou Harris, Steve Earle, Johnny Cash, Lucinda Williams, Jim Lauderdale… En 2005 actuó en el Blues i Ritmes de Badalona y nos regaló su sabiduría.
Cuando de un artista se dice que detesta las entrevistas, puedes hacer dos cosas: rezar para que solo sea un rumor infundado o confiar en que tenga un buen día y únicamente te taladre con su mirada, al tiempo que piensa en cómo romperte las piernas, como haría Henry Rollins.
Recién llegado a Badalona para participar en el festival Blues i Ritmes (donde actuó el 28 de enero de 2005), Buddy Miller es uno de esos personajes al que no le entusiasma someterse a un cuestionario. Pero tras esa actitud se esconde un carácter afable y humilde. Y es que, en el fondo, parece que no solo no cree tener motivos para hablar de su trabajo, sino que le gusta cuidar su voz y no malgastarla en respuestas banales.
Modesto como pocos, el cantautor norteamericano incluso se siente abrumado cuando se le recuerda que Steve Earle lo ha definido como el “mejor cantante country en activo”: “Es muy embarazoso. Es muy humilde por su parte, porque respeto mucho a Steve. Le gustó mi primer disco incluso antes de que nos conociéramos, y eso significó mucho para mí”.

No tiene motivos para avergonzarse: como productor, ha puesto su sabiduría al servicio de Ralph Stanley, Emmylou Harris, Solomon Burke, Carolina Chocolate Drops y Robert Plant, entre muchos otros; como músico, ha colaborado con N’Dea Davenport, Lucinda Williams, Jim Lauderdale, Elvis Costello, Victoria Williams y una lista interminable, y sus canciones han sido interpretadas por Lauderdale, Hank Williams III, Dixie Chicks y Suzy Bogguss.
Y es que Miller vive la música veinticuatro horas al día, siete días a la semana; por eso, duda cuando se le plantea escoger cuál de sus facetas artísticas prefiere: “Creo que actuar. Me gusta todo lo que hago, porque cuando estoy en el estudio me encanta esa parte creativa, también. Pero tocar en directo con Emmylou, por ejemplo… no hay nada como eso: tener su voz cerca, cantar con ella…”.
Pienso que tu obra es lo que podríamos denominar un “family affair”: tienes un estudio casero en tu sala de estar, tocas con tu mujer (Julie Miller) y tus amigos, produces… ¿Crees que todo ese sentimiento “familiar” se refleja en tus canciones? Creo que no se nota en ellas, sino en el sonido de los discos, que es más relajado. Tiene que ver con el hecho de que somos amigos y tocamos en casa y no en un estudio. Me encanta trabajar en mi hogar. Es gracioso porque he participado en muchos álbumes de otra gente y no me considero un “músico de estudio”, porque no me gusta tocar en los estudios.
Si hay un artista que representa eso que se llama americana, creo que eres tú, porque mezclas estilos norteamericanos muy distintos. ¿Estás de acuerdo con esa etiqueta? Creo que está bien que haya una etiqueta, un nombre. Pero ese sonido siempre ha estado allí, aunque no lo nombraran así. Siempre han existido grandes cantautores y grandes instrumentistas. Para mí, la música consiste en coger todas tus influencias y transformarlas para hacer algo nuevo.

¿Por qué decidiste grabar un álbum de góspel como Universal United House Of Prayer (2004)? No creo que sea un disco estrictamente góspel. Piensa lo que quieras: si te parece que lo es, está bien. Creo que tiene varios temas o ideas que corren paralelas, unos cuantos puntos diferentes conectados de alguna forma con el góspel. De hecho, cuando acabé mi anterior trabajo –se refiere a Midnight And Lonesome (2002)–, quería grabar algo distinto con Brady Blade y su hermano Brian. Brady ha sido batería en los últimos años con Emmylou, y somos buenos amigos. Él y Brian son unos excelentes músicos de jazz. Quería hacer un disco con dos facetas: una, muy country, con las hermanas McCrary, que sonara como si estuviera en el Grand Ole Opry en 1968; y la otra, más rítmica, con Brady y Brian. Esa es la idea que tenía hace un año y medio antes de grabarlo. Y luego sufrimos una muerte extrema en la familia, el mundo empezó a complicarse, y comencé a ver el álbum de una forma diferente. Para mí, tiene un aspecto espiritual con canciones sobre la vida y la muerte, sobre por qué se montan guerras en nombre de Dios, todas esas preguntas que te haces. El hermano de mi mujer murió al ser fulminado por un rayo, y eso fue muy duro para mí. Era un tipo maravilloso. Así que vi una serie de puntos e intenté conectarlos, no había un plan preconcebido.
¿Crees que la música puede cambiar el mundo? No entiendo cómo George Bush ha sido reelegido después de todo el movimiento de oposición, especialmente en la industria discográfica (Steve Earle, Dixie Chicks…). Lo sé, lo sé, a mí también me sorprendió mucho, es algo naíf. No sé si la música puede cambiar el mundo; creo, más bien, que es algo que puede hacer pensar un poco más. Eso es lo que espero con mis canciones: tocar el corazón de la gente. Para mí, se trata de cambios personales.
Universal United House Of Prayer está nominado en los Grammys en la categoría de Mejor álbum sureño, country o bluegrass góspel. ¿Cómo te sienta eso? Está bien. Estoy sorprendido, nunca lo esperé. Me gusta que lo incluyan en esa categoría porque, como te he dicho, en realidad no es un disco de góspel: tienen algunas canciones de ese estilo, pero también otras que irritarían a los que escuchan habitualmente bluegrass góspel, desde un punto de vista político y también musical. Me siento un poco culpable de estar nominado en esta categoría, porque hay tantos artistas increíbles de bluegrass y, sabes, ni siquiera tengo un banjo. Pero estoy contento.
Creo que es un disco muy orientado a las voces, con la presencia de Regina y Ann McCrary, por ejemplo. ¿Era algo intencionado? Sí. Para mí, las voces siempre han sido importantes. Escuché a Regina y Ann, hijas de Sam McCrary, fundador de The Fairfield Four, en un disco de Isaac Freeman And The Bluebloods titulado «Beautiful Stars» (2002), producido por Kieran Kane. Son increíbles, me encanta cómo cantan.

Dave Alvin me dijo en una entrevista que consideraba las canciones folk como “textos sagrados”, porque representan la mitología nacional y hablan de grandes temas de forma sencilla: moralidad, muerte, Dios, amor… ¿Crees que estás creando una nueva mitología, en especial con este álbum, donde hablas de la vida y de la muerte? No pienso en esos grandes temas cuando hago un disco. Para ser honesto, cuando grabo solo me preocupa que sea capaz de terminarlo a tiempo, y que no apeste… Cuando voy al estudio no tengo un gran plan preestablecido, solo una idea general de lo que quiero hacer. Este álbum es muy personal para mí, porque me he sentido cómodo al mezclar mi fe con la música.
Has trabajado con muchos músicos de country. ¿Qué te parece la escena alternativa de Bloodshot (Robbie Fulks, Neko Case…) y los nuevos tradicionalistas o retro hillbilly (Wayne Hancock, Hank III, Dale Watson)? No pienso en ellos como escena, sino artista por artista. Conozco a Robbie, por ejemplo, y me encanta: es un gran compositor, es increíble. Si lo ves en directo te conviertes en fan suyo de por vida: es como si estuviera poseído, nunca has visto nada igual. También conozco a Dale… Creo que está bien. Hay un montón de buenos músicos.
Has trabajado en varios álbumes de tributo –como Conmemorativo (1993) o Return Of The Grievous Angel (1999), ambos dedicados a Gram Parsons–. Imaginemos que un día se hace un disco de homenaje a Buddy Miller. ¿Qué artistas te gustaría que interpretaran tus canciones? ¡Nunca lo diría! Hay una canción que Julie compuso, “All My Tears”, dedicada a un amigo que murió, Mark Heard, el autor del tema “Worry Too Much” de este nuevo álbum, y la escribió con la voz de Ralph Stanley en mente –Julie la grabó en su disco Orphans And Angels (1993) y después lo hizo Emmylou Harris en Wrecking Ball (1995)–. Y eso fue hace años, antes del revival de Stanley a raíz de la película “O Brother, Where Art Thou?”. Puedo escuchar ciertas voces cantando ciertas canciones, pero no puedo imaginar quién podría participar en un álbum de tributo como ese; es divertido. Muchas de nuestras canciones han sido versionadas por otros artistas, y es increíble escucharlas: Hank III, Dixie Chicks… Es muy interesante oír a otros interpretar tus composiciones…

Para terminar, te voy a mostrar algunos CDs y me gustaría que me dijeras qué piensas de ellos. Empecemos con Peace To The Neighborhood (1992), de Pops Staples. Vi a los Staples Singers en el Fillmore East en 1968. No puedo describir el sonido que Pops conseguía con cualquier guitarra, el tremolo… Es una gran influencia. Y trabajé con Mavis hace unos meses en un disco de tributo a Stephen Foster, “Beautiful Dreamer” (2004), en la canción “Hard Times Come Again No More”. Soy un gran fan.
Spyboy (1998), de Emmylou Harris, que tú produjiste. ¿Qué puedo decir? Es una de mis personas favoritas en el mundo. Todo lo bueno que ha pasado en mi carrera es gracias a ella. Soy un tipo afortunado.
Otra producción tuya: Broken Things (1999), de tu mujer Julie Miller. ¡Doblemente afortunado!
Whisper (1998), de Jim Lauderdale, donde eres coautor de un tema (Hole In My Head) y tocas la guitarra. Es un gran disco.
The Revolution Starts Now (2004), de Steve Earle. ¡¡Sí!! Recuerdo cuando lo vi por primera vez, cuando trabajaba en el álbum de debut de Tammy Rogers en el estudio de Ray Kennedy, y él mismo se presentó y me dijo que le gustaba mi música.
Risin’ Outlaw (1999), de Hank III. Grabó una versión de “Lonesome For You” en un casete y sonaba como si fuera un viejo disco de su abuelo… Fue sorprendente, era como escuchar a Hank Williams interpretar nuestra canción, un momento muy excitante.

One Endless Night (2000), de Jimmie Dale Gilmore, otra de tus producciones. Me encanta Jimmie. Lo hicimos en mi casa. Estar cerca de él es como estar a un paso de un reino mágico. Es un tipo maravilloso y dulce.
God (2000), de Johnny Cash. Julie y yo fuimos teloneros de Johnny. Él y June se quedaron a un lado del escenario y vieron todo nuestro concierto, y eso no es algo muy usual; nadie escucha a su telonero, excepto Emmylou Harris y Steve Earle. Cantamos una canción al estilo de dúo country. Bajamos del escenario, y Johnny le dio un gran abrazo de oso a Julie y le preguntó: “¿Cuál es esa canción nuestra que habéis interpretado?”. Y ella dijo: “La hemos compuesto nosotros”. Fueron tan amables… Julie escribió una canción para Johnny cuando June murió.
The Blue Chair (2000), de Kieran Kane. Hubo una época en la que dejé de tocar, y The O’Kanes me hicieron volver. Los oí en la radio a mediados de los ochenta. Estaba en San Francisco; había dejado la música desde 1982, durante varios años.
Y, por último, Sings Some Ol’ Songs (2002), de Victoria Williams. Es la amiga especial de mi mujer, muy creativa.