
Podía haberse estancado en el country más comercial, pero decidió reinventarse y regresar a sus raíces, y el 26 de octubre de 1999 publicó The Grass Is Blue (1999). Este trabajo le dio un nuevo impulso a su dilatada carrera y ganó el Grammy al mejor álbum de bluegrass en 2001.
«Es perfectamente natural para mí grabar un disco de bluegrass, porque he amado este tipo de música toda mi vida»: así justificaba Dolly Parton el proyecto de The Grass Is Blue (1999). Pero ¿desde cuándo una estrella debe justificar sus acciones?
Y es que, llegados a cierto punto, las leyendas parecen tan intocables que un cambio en su trayectoria parece imposible. Dolly podría haberse estancado en el countrypolitan de los setenta y en su etapa pop de los ochenta, pero quiso reinventarse. En 1998 grabó Hungry Again, un disco de raíces, anticipo de su regreso triunfal al bluegrass.
Criada en los Apalaches, Dolly creció rodeada de violines, banjos y mandolinas, y sus inicios en la música fueron en grupos familiares. De niña, en la emisora de Knoxville, compartió escenario con varias bandas de bluegrass, y su primer éxito en llegar al Top 10 fue una versión del Muleskinner Blues de Bill Monroe en 1970. Desde entonces, su carrera siempre ha incluido el bluegrass.
A finales de la década de los noventa, el género vivió un inusitado despegue, que acabaría por estallar a partir del éxito de la banda sonora de la película O Brother, Where Art Thou? (Ethan y Joel Coen, 2000).
En ese contexto y a través del sello especializado Sugar Hill llegó The Grass Is Blue, un disco de bluegrass puro, una exhibición de virtuosos del género como Jerry Douglas (dobro), Sam Bush (mandolina), Bryan Sutton (guitarra) y Jim Mills (banjo) con las armonías vocales de Alison Krauss, Patty Loveless, Rhonda Vincent y Dan Tyminski, entre otros.
El repertorio incluía versiones de clásicos del bluegrass, como Cash On The Barrelhead de The Louvin Brothers, el I Wonder Where You Are Tonight de Johnny Bond, el acelerado I’m Gonna Sleep With One Eye Open de Flatt & Scruggs, el vals A Few Old Memories de Hazel Dickens y el tradicional Silver Dagger, popularizado por Joan Baez.
Dolly también sorprendía al llevar al terreno campestre canciones de otros ámbitos: el Travelin’ Prayer de Billy Joel (transformado en un bluegrass de banjo desenfrenado, de esos que solo pueden rematarse con un yi-haa final), el honky tonk de Johnny Cash I Still Miss Someone y el Train, Train del grupo de rock sureño Blackfoot, convertido en una batalla entre violín y banjo.
La cantante de Tennessee recurría a composiciones propias de su pasado y las remozaba de sonoridad bluegrass (Steady As The Rain, Will He Be Waiting For Me), pero también compuso nuevas canciones, como Endless Stream Of Tears y el vals The Grass Is Blue. El tema final, I Am Ready, escrito por su hermana Rachel, le permitía cantar a capela un animoso góspel.
Con un sonido vital y enérgico, excelente matrimonio entre el virtuosismo de los músicos y su voz angelical, Dolly consiguió uno de sus mejores trabajos.
The Grass Is Blue y los posteriores Little Sparrow (2001) y Halos & Horns (2002) –que incluía una versión de Stairway To Heaven de Led Zeppelin– formaron la llamada “trilogía bluegrass” de Parton.
El influjo llegaría hasta Those Were The Days (2005), una colección de hits de los sesenta y setenta como Blowin’ In The Wind (Bob Dylan), Where Do The Children Play? (Cat Stevens), Both Sides Now (Joni Mitchell) y Me And Bobby McGee (Kris Kristofferson) en clave bluegrass.