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John Hiatt, un tipo cauteloso

Como compositor y como intérprete está a la altura de pesos pesados como Bob Dylan, pero su carrera ha sido más bien discreta en cuanto a popularidad masiva, al menos en España: sí, se ha convertido en eso que se llama un “artista de culto”. En 1993 lo entrevisté, y hoy recordamos la charla que mantuve con él.

Siempre he odiado las entrevistas telefónicas: te dan poco tiempo, hay problemas de comunicación (el número al que tienes que llamar no es el correcto) y carecen de esa “conexión” que se establece en un encuentro cara a cara.

Pero, cuando en 1993 tuve la oportunidad de charlar con John Hiatt (Indianápolis, 20 de agosto de 1952) con motivo de la publicación de su álbum Perfectly Good Guitar (1993), no me lo pensé dos veces. Cómo no, todo se ralentizó porque el número que me dio la discográfica no era el adecuado.

Después de excusarme por el retraso, Hiatt me saludó con un afable “hola” en castellano. Pronto me di cuenta de su simpatía y de su cercanía, pese a la frialdad de las entrevistas telefónicas.

Me llamó la atención que, antes de entrar en materia, me hizo unas cuantas preguntas: “¿Cómo estás? ¿Lograste sobrevivir a las olimpíadas?”. “Sí –respondí–, pero estuve en los Estados Unidos durante los Juegos. En Memphis, Nashville y Nueva Orleans”. “¿En Memphis? Un desplazamiento inteligente”, replicó.

Me gustaría hablar sobre tu nuevo álbum, y en concreto sobre el título, Perfectly Good Guitar, y las fotos interiores… ¿Es una declaración de amor a las guitarras? Creo que sí. Bueno, es una de esas relaciones de amor-odio (ríe).

Pienso también que el sonido de este instrumento es más importante, incluso, que en tus discos precedentes. Sí, absolutamente. Está muy orientado a las guitarras.

Me pregunto si la canción titular es una crítica a Garth Brooks. ¿Garth Brooks? ¿También suele romper guitarras?

Sí. Oh, Dios mío. De hecho, no estaba criticando a nadie, pero está escrita desde el punto de vista de alguien que había roto unas cuantas guitarras y después lo lamentó.

¿Y qué me dices de la gente con la que has trabajado en el disco? Algunos músicos proceden de grupos de rock alternativo… ¿Cómo los encontraste? Bueno, está el guitarrista Michael Ward, de School Of Fish, y el batería Brian MacLeod, de Wire Train. El productor Matt Wallace reunió a la banda para el álbum.

Con The Guilty Dogs

¿Por qué decidiste trabajar con músicos jóvenes? La edad no fue el factor decisivo. Solo quería colaborar con músicos distintos. Aunque tuvieran 100 años, si me hubieran gustado…

Por cierto, Wallace ha producido a grupos como Faith No More, que no tienen nada que ver contigo… Sí, pero son grandes discos. Me gusta mucho «Angel Dust» (1992).

Da la impresión de que te has divertido mucho grabando este álbum… Sí, disfruté mucho, Miguel. Trabajar con Matt es algo que me gustaría volver a hacer.

¿Y también con los otros músicos? Sí, son muy buenos. Tengo una banda que me acompaña en los conciertos, The Guilty Dogs, que ahora incluye a Ward, Davey Faragher al bajo y Michael Urbano a la batería. Estos dos últimos suelen tocar con Cracker. Vamos a hacer alguna grabación en directo durante los próximos seis u ocho meses, mientras estemos de gira. Esperamos sacar un disco en directo, quizá el año próximo –se refería a Hiatt Comes Alive At Budokan? (1994), que recogía actuaciones de 1994 en varias ciudades norteamericanas–.

Perfectly Good Guitar me parece un trabajo muy distinto de los anteriores. ¿Crees que Bring The Family (1987), Slow Turning (1988) y Stolen Moments (1990) formaron una trilogía? Es difícil para mí decir si completaron un capítulo en la “saga” de John Hiatt. Pero sí, me parece que estaban conectados.

¿Eran discos más personales? Sí, eran más introspectivos, absolutamente. Pero creo que, como compositor, es algo que debes hacer de vez en cuando, aunque no siempre. Después de un rato, es como alguien en una fiesta que solo te habla de sí mismo durante todo el tiempo. Al final, te aburres y te vas.

Me gustaría hablar un poco de tu carrera. Creo que empezaste tocando versiones de Otis Redding y Marvin Gaye en fiestas escolares. Así es.

¿Fueron esas tus influencias? Hubo varios guitarristas que me influyeron. Curtis Mayfield era un gran guitarrista, y Pops Staples era uno de mis favoritos. También Hubert Sumlin, el guitarrista de Howlin’ Wolf. Y Mississippi John Hurt. Y Bob Dylan, creo que es muy bueno.

¿Y Elvis Presley? Por supuesto. The King.

¿Es correcto decir que tu sonido se nutre de los estilos con raíces? Bueno, estoy definitivamente influido por la música popular norteamericana: el rhythm’n’blues, el góspel afroamericano, el góspel blanco sureño, el country, el bluegrass… todo eso.

Fuiste compositor en Nashville durante algunos años. Sí, empecé así. Me trasladé allí a los 18 años.

Estoy definitivamente influido por la música popular norteamericana: el rhythm’n’blues, el góspel afroamericano, el góspel blanco sureño, el country, el bluegrass… todo eso

¿Y cómo fue la experiencia? Porque Nashville parece un lugar muy cerrado… Sí, y muy duro. Pero en esa época solía ser un poco distinto. Sabes, hay dos emisoras en Estados Unidos que fueron “responsables” del rock’n’roll, y las dos estaban en Nashville: la WLAC, que era la de rhythm’n’blues, y la WSM, la de country. En los años cuarenta y cincuenta los jóvenes blancos y negros escuchaban ambas emisoras. Y pienso que fue así como nació el rock’n’roll.

Me gustaría referirme a tu faceta de compositor. ¿Te consideras un poeta? (Duda antes de contestar) No lo creo. Pienso que un poeta de verdad debe hacer algo más que escribir, debe vivir poéticamente. Yo no lo hago, soy más bien un narrador de historias.

¿El amor es lo más importante en tus letras? Sí, eso creo.

¿Piensas que también es lo más importante en la vida? Sí, así es.

Mucha gente ha interpretado tus canciones, y ahora ha aparecido un álbum recopilatorio con algunas de esas versiones, Love Gets Strange. The Songs Of John Hiatt (1993). ¿Cómo te hace sentir eso? Muy a gusto, está muy bien.

Es como si ya fueras un clásico… ¡Ufff! No soy tan viejo.

Aparte de tus composiciones, creo que algo muy especial en tu sonido es tu voz. Bueno, ciertamente tengo una voz inusual. En realidad, no sé cómo le suena a la gente, pero me gusta cantar.

Además, muchos piensan que es propia de un afroamericano. Sí, me he dado cuenta. Estoy muy fuertemente influido por esta clase de música, y ese es el resultado.

En Perfectly Good Guitar incluso hay una canción al estilo de James Brown. Sí, «When You Hold Me Tight». Intentamos tomar algunas lecciones de James.

Grabas discos desde 1974 –su debut fue Hangin’ Around The Observatory–, y a veces pienso que no has tenido mucha suerte. ¿Estás de acuerdo? Creo que mi carrera ha ido bien. Me ha llevado un tiempo llamar la atención de la gente. Algunos lo consiguen enseguida, y a otros les cuesta un poco más. Soy una persona cautelosa…

Supongo que es también como el vino… Sí, que se hace mejor con los años. Así es.

También has escrito canciones para películas, por ejemplo, La frontera (Tony Richardson, 1982). Creo que el cine te apasiona… Sí. Me encanta la experiencia de ir a una sala y sentirte transportado a otra realidad. Disfruto con eso.

Jim Keltner, Ry Cooder, Nick Lowe y Hiatt: Little Village, el supergrupo

Hablemos de Barcelona. ¿Recuerdas tu primera actuación en esa ciudad? (muy convencido). Fue con The GonersSonny Landreth, David Ranson y Kenneth Blevins–. Y fue un concierto muy difícil, porque llegamos tarde, sin poder hacer prueba de sonido.

Y, aun así, mucha gente lo recuerda como el mejor de 1987. ¡No bromees! Eso es fabuloso.

Sí, porque después de esperar mucho rato, fue maravilloso poder veros. Gracias, Miguel, es muy amable lo que dices.

En 1992 volviste a Barcelona con Little Village –con Ry Cooder, Jim Keltner y Nick Lowe–. ¿Cómo fue la experiencia de formar parte de ese supergrupo? Musicalmente, muy satisfactoria. Personalmente, un poco dificultosa. Y llámanos locos, pero creo que volveremos a hacerlo.

¿Grabareis otro disco? Creo que sí. Quizá no el año próximo, sino el siguiente –por desgracia, eso no llegó a producirse: el carácter de sus cuatro componentes acabó por deshacer el grupo después de la gira de promoción de su único álbum–.

Una última curiosidad: tu club de fans está en Nashville. ¿Vives allí? A las afueras, a unos treinta minutos.

Zeleste (Barcelona), 29 de octubre de 1987

The Goners: John Hiatt (voz, guitarra acústica, piano), Sonny Landreth (guitarra eléctrica, slide guitar), David Ranson (bajo) y Kenneth Blevins (batería).

John Hiatt es un personaje curioso: ¿cómo es posible que su genialidad no haya sido reconocida a nivel masivo? Una posible explicación: desde su postura honesta y fuera de cualquier moda, le ha tocado ser un eterno loser, casi como uno de los personajes que retratan sus crudas canciones.

El primer rasgo de su condición de genio la encontramos en su repertorio: no solo no debe recurrir a interpretar versiones ajenas, sino que son sus canciones las cantadas por otros artistas, en un reconocimiento a su faceta de sensible compositor.

Por otra parte, Hiatt no es, en absoluto, el “Elvis Costello yanqui”, sino más bien un genuino americano, musicalmente hablando, con todo lo que esto comporta. La influencia de Nashville en sus canciones es del todo palpable: el country se respira en cada pieza, de una manera muy elegante.

Pero lo maravilloso de Hiatt es que interpreta la tradición campestre con una voz absolutamente negra, llena de sentimiento y de matices, perfectamente efectiva aunque esté acompañada solo por una guitarra (como en Learning How To Love You) o un piano (Have A Little Faith In Me).

The Goners en 2003

En su concierto de presentación en Barcelona, Hiatt repasó composiciones de trabajos anteriores como Riding With The King (1983), y cantó casi todos los temas de Bring The Family, empezando por Memphis In The Meantime.

Eso nos permitió apreciar los dos estilos que conviven en su música: por un lado, las canciones más pop-rock como Thank You Girl y Your Dad Did, y, por otro, las emotivas baladas como Lipstick Sunset y Tip Of My Tongue. Fue precisamente en estas piezas lentas, susceptibles de ser bailadas en un honky tonk perdido de los Estados Unidos, donde su voz lució con más intensidad.

El hecho de que en Bring The Family Hiatt estuviera acompañado por grandes músicos (Cooder, Keltner, Lowe) podía hacer temer un concierto en directo sin ellos. Pero la duda pronto se disipó: aunque el guitarrista Sonny Landreth no es Cooder, poco le falta. Su maestría con la slide guitar se tradujo en unos pasajes melancólicos y llorosos de profundas raíces country.

Por una serie de circunstancias adversas, el concierto de Hiatt estuvo a punto de suspenderse: problemas de transporte aéreo en Italia hicieron que el de Indiana llegara en el último momento. Aunque el show empezó tardísimo, la espera valió la pena para descubrir a uno de los personajes más destacados de la música americana con raíces actual.

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