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Jamie Cullum, otro tipo de crooner

Demasiado moderno para el jazz, demasiado mainstream para el indie

Da la impresión de que es uno de esos personajes que provoca reacciones viscerales: o lo amas o lo detestas. Y eso ha pasado desde sus inicios: los puristas del jazz se molestaron con sus innovaciones y los indies lo consideraban poco auténtico. Intentamos resolver el enigma.

En 2003 coincidieron los discos de tres nuevos crooners, sucesores de Harry Connick Jr. y nietos de Frank Sinatra: el canadiense Michael Bublé, el norteamericano Peter Cincotti y el británico Jamie Cullum, el más dotado: “No me interesa ser una pieza de museo, y no quiero presentar mi música de forma anticuada”.

Y vaya si lo conseguía en Twentysomething, el álbum que lo lanzó a la fama, tras los más minoritarios Heard It All Before (1999) –su debut, una colección de versiones firmada como Jamie Cullum Trio– y su continuación, Pointless Nostalgic (2002), donde ya apostaba por la irreverencia con un cover de Radiohead.

Además de poseer una excelente voz y de demostrar su pericia con los teclados y su apreciable talento como compositor, el de Essex se reveló como un arreglista singular que transformaba canciones mil veces oídas en apasionantes temas nuevos.

Es una hazaña sorprender con versiones de What A Difference A Day Made y Singin’ In The Rain, pero Cullum lo conseguía al ralentizar el ritmo. Y lo que hacía con el sobadísimo I Could Have Danced All Night dejaba sin aliento, al utilizar las posibilidades percusivas de su voz sobre una rotunda base funk.

El salto definitivo

Algo más ortodoxo en otros estándares swing como Old Devil Moon y I Get A Kick Out Of You, volvía a deslumbrar con el Wind Cries Mary de Jimi Hendrix adaptado a Nueva Orleans, como si la interpretara Dr. John, y el Lover, You Should Have Come Over de Jeff Buckley, teñido de blues.

Y estaban las canciones compuestas por él o por su hermano Ben: These Are The Days lo acercaba al híbrido de jazz y pop que tan bien le funciona a Norah Jones, y el brillante tema titular encajaría en el repertorio de Van Morrison. Sin duda, con Twentysomething Jamie introdujo un nuevo concepto de crooner.

Tras su siguiente álbum, Catching Tales (2005), con la producción de Dan The Automator (Kasabian, DJ Shadow), menos versiones –una de ellas, Catch The Sun, del grupo indie Doves– y más de la mitad de composiciones propias, publicaría el decisivo The Pursuit (2009).

Así lo describía: “Quería construir sobre las cosas que había hecho, pero también reinventarme. Los artistas que más admiro son gente como Miles Davis y Tom Waits, que hacen todo tipo de discos y cambian y evolucionan a lo largo de los años, pero aun así son ellos mismos. Eso es a lo que aspiro”.

Llegados a esta encrucijada, ¿qué debía hacer? ¿Seguir con el camino del crooner de jazz contemporáneo tipo Michael Bublé o lanzarse de cabeza al pop? Difícil elección. Decisión drástica: ni lo uno ni lo otro. Todo a la vez al mismo tiempo… y mucho más.

Dinamitando el piano

Porque no hay otra manera de hablar de un álbum que empezaba con un trepidante swing (Just One Of Those Things de Cole Porter) con The Count Basie Orchestra, y terminaba con un tema construido sobre un loop house (Music Is Through, con continuos cambios de ritmo y sección de cuerdas).

Entre esos dos extremos, el británico ejercía de crooner comme il faut en un If I Ruled The World (popularizado por Tony Bennett) sin orquestra, reducido a lo mínimo, y en ese tremendo I Think, I Love, un tema propio que brillaba a la altura de los clásicos.

También recuperaba baladas de Broadway (Not While I’m Around de Stephen Sondheim) y adaptaba éxitos más recientes (Don’t Stop The Music de Rihanna, con una base rítmica funk que luego derivaba al jazz), y expresaba sus confesiones de cantautor con pop de base jazz o jazz con gancho pop (I’m All Over It, Wheels).

Y, además, probaba suerte con el R&B con programaciones y efectos de voz (We Run Things) y con el soul (Love Ain’t Gonna Let You Down, con los metales que tocaron en el Thriller de Jacko), y conseguía un trallazo tan irresistible como You And Me Are Gone, un jolgorio conducido por palmas, scat, ricas percusiones y un piano jazz sencillamente espectacular.

Para los completistas, la edición deluxe del álbum, además de dos bonus tracks de la banda sonora de Gran Torino (Clint Eastwood, 2008), incorporaba un DVD con varias actuaciones en directo, entre ellas la que Jamie ofreció junto a su hermano Ben en el Sónar 2008 bajo el alias BC vs. JC.

Entre dos aguas

Como decía el propio Cullum, “me gusta que este álbum viaje desde un tema con big band al principio hasta otro de house-dance al final, porque todo eso es lo que soy”.

Si en The Pursuit Jamie se debatía entre convertirse en el crooner del siglo XXI o en la nueva superestrella del pop, en Momentum (2013) la cosa se complicó con la comparecencia de, como mínimo, cinco productores, a saber: Dan The Automator, Jim Abbiss (Artic Monkeys, Adele), Future Cut (Lily Allen), Benedic Lamdin (Nostalgia 77) y Duncan Mills.

En este sexto álbum tampoco consiguió resolver el dilema; al contrario, no hizo más que añadir leña al fuego. El resultado fue un batiburrillo con canciones muy buenas, otras simplemente resultonas, y el resto… mejor olvidarlas.

Y eso que empezaba muy bien con la atractiva The Same Things, sustentada con percusiones y coros, con reminiscencias de un ritmo second line de Nueva Orleans y un órgano soul, que aún te hacía albergar esperanzas sobre su talento.

También sobresalían el magistral acid jazz posmoderno de When I Get Famous, con atronadores metales, y el solemne –pero fibrado– pop orquestal de Edge Of Something, con vocación de tema principal bondiano o hit de Robbie Williams… o ambas cosas a la vez.

Más que un simple crooner

Y en el apartado de versiones, solo un par: la correcta balada crooner Pure Imagination de Leslie Bricusse y, esta sí, la brillante y casi irreconocible adaptación del Love For Sale de Cole Porter, con una base rítmica morosa e inquietante y el imponente rapeado de Roots Manuva.

Hasta aquí, lo bueno: del resto, con solo mencionar que se incluía Everything You Didn’t Do, famoso gracias a su utilización en un anuncio de una conocida marca de cerveza –y que en su edición española aparecía en castellano, con Frank T (glups) y Carlos Sadness (más glups)–, ya estaba todo dicho.

En ese momento, Cullum parecía un personaje desacreditado por la prensa especializada: los puristas del jazz lo encontraban demasiado outsider, mientras que para los hipsters de revistas modernas resultaba demasiado mainstream.

Después publicaría Interlude (2014) –únicamente con versiones de artistas muy diversos: de Dizzy Gillespie a Randy Newman, de Ray Charles a Sufjan Stevens, de Billie Holiday a Hank Williams– y Taller (2019), con todos los temas escritos o coescritos por él.

Su disco más reciente es The Pianoman At Christmas (2020), con una decena de canciones navideñas originales, ya sin el factor sorpresa que representó Twentysomething. Eso sí, Cullum sigue siendo un gran performer en directo, y por eso a continuación recordaremos su primer concierto en Barcelona.

Entre Schroeder y Jerry Lee: animal escénico

Flyer del concierto del Teatre Grec en 2005

El 16 de julio de 2005, en el Teatre Grec barcelonés, fue una noche para el recuerdo en la que muchos fuimos testigos del nacimiento de una estrella (la misma sensación que me provocaron otros artistas como Terence Trent D’Arby y Jesse Dayton, por citar dos ejemplos).

Del reservado Schroeder, ese niño con jersey a rayas de los Peanuts, siempre pegado a su piano, a Jerry Lee Lewis, el Killer que prendía fuego a su instrumento para caldear su interpretación de Great Balls Of Fire, hay un abismo. Y entre esos dos extremos, está Jamie Cullum.

Olvídate de ese forzado rat pack integrado por Michael Chiclé (perdón, Bublé), Peter Cincotti y compañía: el joven británico estaba a años luz de esos nuevos crooners repeinados y trajeados. ¿Que también interpretaba estándares del jazz? Por supuesto, pero ahí estaba la clave: los interpretaba, no se limitaba a cantarlos de forma mimética.

¿Pruebas? A puñados: Jamie empezaba a golpear distintas partes del piano, sampleaba los sonidos y los combinaba hasta crear una base rítmica sobre la que desgranaba el It Ain’t Necessarily So de los hermanos Gershwin y lo fundía con el Frontin’ de The Neptunes.

El High & Dry (Radiohead) se enlazaba en una transición ruidosa con un Singin’ In The Rain reggae. Y mientras Wind Cries Mary (Jimi Hendrix) se revestía de una sensualidad pantanosa, Nature Boy se convertía en un dúo de contrabajo y percusión minimalista y un ejercicio vocal deslumbrante, y I Could Have Dance All Night estallaba en un funk lisérgico.

La fuerza del directo: en el Festival de Jazz de Montreux en 2018

A primera vista, Cullum –acompañado por Geoff Gascoyne (bajo), Sebastian DeKrom (batería) y Sam Wedgwood (guitarra, trompeta, teclado)– podría parecer un exhibicionista al que solo le gustaba llamar la atención con sus saltos, sus carreritas y su innegable dominio del escenario.

Pero tras esa fuerza de la naturaleza estaba un pianista muy resultón y un excelente cantante, que no solo subvertía la tradición (como introducir un hilarante scat de trompeta, sordina incluida, en una balada tan bella como What A Diference A Day Made, o seguir al pie de la letra el título de I Get A Kick Out Of You y pisotear el piano).

Y esa es otra: la relación de amor-odio que el británico establecía con su instrumento es digna de psicoanálisis. Después de aporrearlo, pisarlo y zarandearlo, lo acariciaba con cariño y lo besaba.

En el concierto no solo repasó la mayoría de canciones de Twentysomething y alguna de Pointless Nostalgic, sino que también avanzó tres temas de Catching Tales: Photograph, London Skies (a solas con su guitarra) y Oh God, inspirado por “el fin del mundo y el ‘Take Five’ de Dave Brubeck”.

Solo con pensar en cómo los puristas del jazz se rasgaban las vestiduras y en las dificultades de más de uno en etiquetarlo, valía la pena asistir a un concierto de Jamie Cullum y salir con esa rara (por lo infrecuente) sensación de que acababas de contemplar el nacimiento de una estrella.

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