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Eilen Jewell: la reina de la clave menor

Eilen Jewell, desconcertante

La cantautora ha publicado hoy su nuevo álbum, Get Behind the Wheel. Es una buena ocasión para repasar la carrera de una de las artistas más inclasificables de la americana, capaz de grabar desde un tributo a Loretta Lynn hasta una colección de versiones de gemas ocultas del blues.

A Eilen Jewell la han comparado con Gillian Welch, Lucinda Williams, Jolie Holland y Be Good Tanyas, y lo cierto es que tiene algo de todas ellas. Aunque sus mayores influencias son Bessie Smith y Billie Holiday, y eso también se nota.

La inquietud artística (y geográfica) de la cantante, guitarrista y compositora de Idaho la llevó a abrirse camino en las escenas de su Boise natal, Santa Fe (Nuevo México), Venice Beach (California) y Boston (Massachusetts).

Tras perder el primer álbum que grabó –una colección de versiones y de originales– cuando el estudio se incendió, publicó por fin su debut autoeditado, Boundary County (2006), con trece canciones propias donde ya exhibía sus amplias y variadas fuentes de inspiración.

Entre los músicos que la acompañaban estaban el violinista Daniel Kellar y el contrabajista Johnny Sciascia –ambos de Tarbox Ramblers–, el batería Jason Beek, la leyenda del dobro y la lap steel Jerry Miller y Greg Glassman al banjo.

En su segundo álbum, Letters From Sinners & Strangers (2007), reafirmó su especial habilidad para mezclar el folk con el jazz primitivo y salir airosa. Con una instrumentación básicamente acústica, pasaba del country-folk de Rich Man’s World e In the End al sensual jazz retro de High Shelf Booze (con clarinete incluido) y el western swing Heartache Boulevard (con violín protagonista).

También se movía entre el hillbilly acelerado de Blue Highway, un Too Hot to Sleep con aroma a clásico, y un How Long “inspirado por las palabras de Martin Luther King”. Y eso eran solo algunas de sus propias composiciones.

En el apartado de las versiones, deslumbraba con la deliciosa balada Thanks a Lot (Charlie Rich), con Walking Down the Line (Bob Dylan), y con el blues tradicional If You Catch Me Stealing, con formato rockabilly.

El mar de lágrimas

Con el siguiente disco, Sea of Tears (2009), reconoció que recuperaba una parte de sus influencias que aún no había mostrado. Y por eso citaba a Elvis, Buddy Holly, The Animals, The Kinks, el rhythm’n’blues, el garage rock, el blues de Chicago y el rockabilly. Ahí es nada.

¿Y para qué quitarle la razón? En general, en Sea of Tears primaba más el espíritu del rock’n’roll primitivo, cuando era sinónimo de sensualidad y escándalo, antes de que el Presley posmili lo convirtiera en un chicle masticable para todos los públicos y The Beatles lo escupieran.

Como muestra, el tema titular, Final Hour y la versión del Shakin’ All Over de Johnny Kidd & The Pirates. Y hablando de adaptaciones, Eilen se atrevía con Loretta Lynn (The Darkest Day) y hasta con los Them de Van Morrison (I’m Gonna Dress in Black).

Pero la cabra tiraba al monte, y era inevitable que nos acariciara con su voz en canciones propias que pedían a gritos la etiqueta de clásicos, como la tremenda balada Fading Memory y el country Nowhere in No Time. Sí, esa clase de material para acabar sumergido en un mar de lágrimas.

El tributo a Loretta

Jewell dedicó su siguiente trabajo a la gran cantante de country Loretta Lynn (1932-2022). Butcher Holler. A Tribute to Loretta Lynn (2010) incluso contaba con una portada casi idéntica al Greatest Hits (1968) de la autora de Coal Miner’s Daughter.

Con su estilo anclado en el sonido radiante del country retro –con ramalazos rockabilly y una formación mínima de contrabajo, pedal steel y batería–, este proyecto no supuso ninguna sorpresa en su carrera: ya grabó un cover de The Darkest Day en Sea of Tears.

Aquí se enfrentaba con soltura a una docena de canciones escritas por Loretta, acercándose con fidelidad y respeto a clásicos del honky tonk como A Man I Hardly Know, I’m A Honky Tonk Girl, You’re Lookin’ at Country y You Ain’t Woman Enough (To Take My Man).

Nos emocionaba con baladas del calibre de Another Man Loved Me Last Night, y hacía creíbles unas letras que hablan de infidelidades y de mujeres que luchan como leonas contra las arpías que rondan a sus maridos. Sin intención rupturista, rendía tributo a la era dorada del country y a una de sus grandes damas.

Americana noir desde la cabaña

Desde que Bon Iver abrió la veda de los discos concebidos en una cabaña en las montañas, la moda del aislamiento campestre se extendió. Sin embargo, Queen of the Minor Key (2011), creado en esas espartanas circunstancias, tenía poco de bucólico y rural: sonaba a pecado nocturno, a barrio bajo de una gran ciudad.

Y en Queen of the Minor Key Eilen cumplía a rajatabla su máxima de “mi objetivo como compositora es mejorar siempre”, con un ramillete de canciones que haría palidecer de envidia a cualquiera que se les da de cantautora (y no digo nombres).

La de Ohio ampliaba horizontes y seducía con baladas entre el jazz y el blues (I Remember You, la torch song Only One), y se zampaba a supuestas nuevas reinas del rockabilly como Imelda May (en el tema titular, en Warning Signs y en el chasqueadedos Bang Bang Bang con su saxo tórrido).

No solo eso: se acercaba al burlesque (el sensual Hooked) y, por supuesto, recurría al country más ortodoxo –That’s Where I’m Going, Santa Fe, Reckless, Long Road (a dúo con Big Sandy de Big Sandy & His Fly-Rite Boys) y Over Again, un baladón que ni Buck Owens–.

El recuerdo de su paso por España en 2009, 2010 y 2011 –volvería en 2019– se zanjaba con los instrumentales surferos que abrían y cerraban el disco, los tarantinianos Radio City y Kalimotxo.

En 2015 lanzó el doble autoeditado Live at the Narrows, grabado en directo con su banda habitual –Miller, Sciascia y Beek– y con versiones de Stonewall Jackson, Sleepy John Estes, Lester Flatt y Earl Scruggs & The Foggy Mountain Boys junto a su propio material. Le siguió Sundown Over Ghost Town (2015).

Una mención especial merece Down Hearted Blues (2017), una colección de joyas ocultas del blues donde rendía homenaje a blueswomen y bluesmen como Memphis Minnie, Alberta Hunter, Moonshine Kate, Big Maybelle, Betty James, Charles Sheffield, Otis Rush, Little Walter, Frankie Lee Sims, Howlin’ Wolf y Lonnie Johnson.

Y tras Gipsy (2019), hoy Eilen ha publicado Get Behind the Wheel (2023), su noveno álbum en estudio, coproducido por el multinstrumentista Will Kimbrough (Todd Snider, Shemekia Copeland), y con colaboradores como Fats Kaplin (pedal steel). El disco incluye dos versiones: Could You Would You (Them) y Breakaway (Jackie DeShannon).

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