
Hablar del conflicto entre tradición y modernidad en Nueva Orleans resulta bastante incongruente, si tenemos en cuenta que en su música todo se mezcla. Sin embargo, a mediados de los ochenta esa dicotomía estuvo a punto de provocar una ruptura entre dos hermanos, Wynton y Branford Marsalis.
En el mundo de la música (pero también en otros ámbitos artísticos) siempre ha existido una pugna entre los defensores de la tradición y la ortodoxia, los llamados puristas, y aquellos que, por el contrario, abogan por la evolución, la modernidad y la mezcla. Por su carácter de crisol de culturas, Nueva Orleans parece al margen de esa polémica: su sonido característico es la suma de muchos estilos que, lejos de pisotearse los unos a los otros, conviven, se respetan e incluso se funden,
Pero fue precisamente una de las familias de artistas más célebres de la ciudad, los Marsalis, la que protagonizó a mediados de los ochenta una disputa que parecía no tener solución, centrada en los hermanos Branford y Wynton Marsalis. El primero de ellos, precisamente el mayor, empezó su carrera como profesional en 1980 girando por Europa con la big band de Art Blakey, tocando el saxo barítono. Posteriormente pasaría por el grupo de Clark Terry y luego volvería con Blakey, esta vez como integrante de sus Jazz Messengers.
Entre 1982 y 1985 formó parte del quinteto de Wynton, con un estilo muy influido por Wayne Shorter y John Coltrane. Entre ambos hermanos parecía existir una asombrosa telepatía musical. Paralelamente, Branford fue de gira con los V.S.O.P. II. de Herbie Hancock y en 1984 participó en el disco Decoy de Miles Davis.
Hasta aquí, una trayectoria «intachable» desde el punto de vista del jazz más purista. Pero en 1985, cuando dejó a su hermano para engrosar las filas del grupo de Sting -junto a otros brillantes jazzmen afroamericanos, como Daryll Jones al bajo, Omar Hakim a la batería y Kenny Kirkland a los teclados, en lo que representó el mejor momento de la carrera en solitario del exlíder de Police-, se produjo una ruptura entre ambos que saltó a los titulares periodísticos, con declaraciones explosivas, sobre todo de Wynton, erigido a partir de ese momento en el portador de la llama de la tradición jazzística del clan Marsalis y enemigo a ultranza del hip hop (¡por si fuera poco Branford se atrevía a rapear en el tema Bring On The Night!).
Hay que decir que algunos críticos musicales de la vieja escuela entraron a trapo y arremetieron contra Branford en sus artículos, como ocurrió incluso en nuestro país. Así, por ejemplo, Albert Mallofré de ‘La Vanguardia’ describió así la presencia del saxofonista en el concierto de Sting celebrado el 10 de febrero de 1986 en el Palau d’Esports de Barcelona: «Me producía una penosa impresión contemplar a Branford Marsalis hacer el oso en el escenario en aquellas circunstancias y me explicaré: es uno de los más relevantes talentos de la joven generación americana y en un sentido estrictamente musical su figura es más importante que la del propio Sting. Su presencia en un conjunto como éste sólo se justifica en el caso de que sea decisivo pero, muy al contrario, el papel que reserva el esquema de Sting al saxofonista podía ser cubierto perfectamente por cualquier profesional de los afiliados al sindicato. Luego, que un Marsalis consienta en el papel de comparsa de Sting sólo se explica por el hecho de que los comparsas de Sting están muy bien pagados, lo que nos conduce a muy amargas reflexiones sobre el porvenir de los músicos jóvenes de verdadero gran talento».
Varios factores acabaron por enrarecer aún más la situación: entre 1992 y 1995, Branford se convirtió en una celebridad televisiva al aceptar el puesto de director musical del Tonight Show de Jay Leno. Y después, solo faltó que en 1994 creara el proyecto Buckshot LeFonque, donde se «atrevió» a mezclar el jazz con el hip hop, una extensión de su personalidad que le permitía demostrar todo aquello de lo que era capaz, abriendo nuevas vías de expresión. Demasiado para los puristas, demasiado para Wynton.
Y entonces salieron a la luz las diferencias entre ambos hermanos: en un lado del ring, Wynton, ganador de numerosos Grammy, exniño prodigio que a los 22 años había sorprendido al mundo del jazz con una maestría técnica soberbia de la trompeta, un purista prepotente e intolerante con los artistas que «se vendían» para lo que él consideraba «géneros menores», elegante hasta en su forma de vestir (siempre con trajes clásicos). Y en el otro, Branford, sin premios prestigiosos en su haber, todo lo contrario al purismo aunque, eso sí, un saxofonista espléndido cómodo tanto en el pop como en el jazz, y habituado a vestir de manera informal.
De hecho, no era la primera vez que Wynton se enfrentaba con otro músico a causa de su actitud cerril y neoconservadora y provocaba la polémica. Durante la aceptación de uno de sus Grammy dio las gracias a «Charlie Parker, Thelonious Monk, Louis Armstrong y todos aquellos que dieron una forma de arte al pueblo americano que no puede estar limitado por las modas forzadas o el mal gusto». Esas palabras molestaron a algunas leyendas del jazz, entre ellas Miles Davis, un personaje que, precisamente, se caracterizó por una tremenda evolución en toda su carrera, reinventándose y alejándose del sonido purista. «Me sonó como si se erigiera en el salvador del jazz», declaró Davis.
En las entrevistas de esa época, Wynton arremetía contra los veteranos que, según él, se habían vendido. De nuevo en ‘La Vanguardia’, en una charla con Albert Mallofré publicada el 19 de julio de 1988, afirmaba de Miles Davis: «No tengo ningún contacto con ese señor porque no me merece ningún respeto. Ni como músico ni como persona. Nada. Cero. En los últimos veinte años sólo ha hecho productos comerciales, Esto significa que vende su talento a lo más lucrativo. Así ha ganado mucho dinero, pero a costa de venderse. Y en el proceso ha vendido al jazz y ha sembrado la confusión entre músicos y aficionados». Y sobre Branford y otros músicos de jazz que tocaban con Sting, tampoco se cortaba: «Si eligen este camino, viniendo del mundo del jazz, es para ganar más dinero, presumiblemente, y tienen derecho a ganarlo. Espero que les vaya bien, pero pongamos claro que hacer rock es dejar de hacer jazz. Yo soy un músico de jazz y no lo haría».
Muchos años después, en 2012, Branford desmentía en una entrevista en el portal de noticias Lohud que existiera rivalidad entre él y su hermano y achacaba sus diferencias a causas más profundas. «Wynton se molestó cunado dejé su banda para irme con Sting y luego los medios empezaron a hablar de una rivalidad. Pero más que una rivalidad fue un profundo desacuerdo ideológico, que con el tiempo se resolvió como suele pasar a menudo entre los miembros de una familia».
Por suerte, las aguas volvieron a su cauce y la relación entre ambos hermanos se normalizó. De hecho, ambos participaron junto a su padre Ellis y sus hermanos Delfeayo y Jason en los álbumes de The Marsalis Family A Jazz Celebration (2003) y Music Redeems (2010). Paradójicamente, las tornas se han invertido y en los últimos años Branford está más centrado en el jazz, mientras que Wynton ha publicado discos junto a Willie Nelson y Eric Clapton.