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Hablando (y bailando) con Los Lobos

Los Lobos, juntos desde hace más de cuarenta años

A lo largo de tres sesiones (la última, la próxima semana) hemos reconstruido la historia «no oficial» de Los Lobos, es decir, al margen de sus grabaciones propias. La serie no podía terminar sin una entrevista, y por eso rescatamos la conversación que mantuve en 1999 con dos de los componentes del grupo, César Rosas y Louie Pérez.

Los Lobos –o, lo que es lo mismo, César Rosas, David Hidalgo, Louie Pérez, Conrad Lozano y Steve Berlin– han pisado escenarios españoles en varias ocasiones desde mediados de los ochenta. En 1999 volvieron para presentar el álbum This Time, editado ese mismo año, en un concierto en la sala Bikini de Barcelona en el que participó como invitado el saxofonista Dani Nel•lo. Fue la excusa para entrevistarlos para la revista ‘Rockdelux’, aunque la versión que se publicó en su momento fue mucho más reducida. Así que ahora, por primera vez, reproduciré mi conversación íntegra con Rosas y Pérez.

La entrevista, celebrada el 23 de septiembre en un hotel cerca de la estación de Sants, empezó con retraso. César apareció con unas gafas oscuras que no se quitó en todo el rato (una costumbre que mantiene sobre el escenario). Le pregunté si hablaba castellano, y me respondió que «mexicano». Le recordé que habían estado en Barcelona en 1987, con los Blasters, en un concierto la noche de la verbena de San Juan, y que les tiraron petardos. Asintió y aseguró que eran «bombas», y que tuvieron que decir al público que si los mataban no iban a poder tocar.

Más tarde, se incorporó Louie, con unas gafas que le daban un aspecto intelectual, más tímido y con mayores dificultades para expresarse en castellano; continuamente le preguntaba a César cómo se traducía algo a nuestra lengua. Estaban cansados, y varias veces César perdió la concentración y se olvidó lo que le había preguntado.

César Rosas y David Hidalgo en la época de Los Lobos del Este de Los Ángeles

¿Cómo se os ocurrió formar Los Lobos? (César): Comenzamos este grupo más o menos como un accidente, porque no fue planeado, para dedicarnos a aprender y tocar la música de nuestros padres, la música mexicana tradicional. Hicimos eso durante unos ocho o nueve años, aunque cuando nos juntamos ya éramos roqueros y tocábamos en diferentes bandas, pero en inglés. Nos criamos en el este de Los Ángeles, y vivimos entre dos mundos: el amor por el rock, que nos influyó tremendamente, y luego el folklore, la música de nuestras raíces. Creo que eso ha continuado en nuestra carrera. No diferenciamos entre una cosa y la otra, para nosotros es igual: te puedo cantar una canción en español, ahorita, o una canción de Chuck Berry o de lo que sea, de Led Zeppelin… Nos sentimos igual en esos dos mundos.

Conseguisteis fama y reputación en el circuito punk de Los Ángeles de la mano de Tito Larriva y  los Blasters. ¿Cómo vivisteis esa experiencia? (César): Empezamos en esos años cuando el punk aún estaba medio fuerte, tocando en Los Ángeles, en el área de Hollywood, en los únicos clubs donde los artistas podían hacer showcases para presentar su música. Vivíamos en una comunidad donde no había lugares como esos, así que íbamos a tocar allí. Pero en esos tiempos el punk estaba muy… ahí mandaba esa onda, y andábamos con todos esos grupos, como X, Circle Jerks, Blasters… Fue una experiencia francamente muy buena, muy bonita. Porque todo lo que decía la gente sobre los punks, que si eran muy brutos, etc., nosotros lo agarramos en otro sentido: esas personas eran como nosotros, no eran tan diferentes. Nomás tenían los mohawks colorados, pero era muy buena gente, sentían el mismo amor por la música que nosotros. Ellos lo hacían de otra forma, con más energía, y también nosotros con nuestro propio estilo, con el rock y la combinación del acordeón, que era el tex mex. Me gusta llamarle música norteña, porque así le decíamos en México. Viene del norte, con el acordeón, las polkas y todo eso. Y cuando tocábamos esa música en los clubs, el rock y las polkas, tenían un sentimiento, una energía casi igual al punk.

Louie Pérez y Conrad Lozano, dos jóvenes Lobos

Desde la creación del grupo, lleváis más de veinticinco años juntos, sin cambios, con los mismos componentes: supongo que eso debe notarse, a la hora de tocar y grabar. (César): Somos veteranos ya, tenemos muchos años (se ríe). Aunque quisiera decir también que somos un grupo con veintiséis años, pero a mí se me hace que hay diferencias porque los primeros diez no grabamos; bueno, sí grabamos un disco, pero no tenemos esa carrera de veintiséis años en el estudio como los Rolling Stones, que ya llevan treinta años o treinta y cinco. Nosotros todavía andábamos en los bares del este de Los Ángeles tocando. Pero, francamente, tenemos como la mitad de esos años grabando. Para mí, eso es una diferencia. (Louie): Comenzamos como roqueros, además de amigos. Él (se refiere a César) tuvo un grupo de rhythm’n’blues y soul, y Conrado estaba en un trío de hard rock. David y yo también teníamos una banda con la que tocábamos de todo. Pero todos éramos amigos. Cuando formamos Los Lobos del Este de Los Ángeles para interpretar música tradicional, dejamos las guitarras eléctricas y tocamos instrumentos de México: la jarana, el guitarrón, el violín y todo eso. Después, comenzamos a entrar en el rock otra vez, pero por la puerta del punk. Empezamos a grabar discos, a hacer giras por el mundo. Es como una novela (sonríe).

¿Que os consideráis más, herederos de Ritchie Valens o padres de bandas como Blazers, Tito & Tarantula, El Vez, Mavericks o incluso Morphine? (César): Para nosotros la música es muy complicada, pero muy básica. A veces nos sentimos parte del sonido de Ritchie Valens, porque tenemos un gran respeto por el éxito de «La bamba» y todo eso. Pero también, al mismo tiempo, esa fue una época que tuvo una música determinada, y ahora pensamos diferente y todo ha cambiado. Tratamos de hacer el esfuerzo de continuar grabando y componiendo nuestra música, desarrollarnos. En cada disco pensamos diferente. Toda la música está basada en las raíces, porque tiene que ser así: el country, el zydeco… En América se inventó el rock’n’roll y, para nosotros desde chiquillos, fue un tipo de música que nos influyó mucho. Lo que trato de decir es que nos sentimos iguales, aunque ahora más modernos, intentando componer música nueva.

Habéis participado en discos de tributo a Buddy Holly, Johnny Thunders, Grateful Dead, Doc Pomus y Jimi Hendrix, entre otros. El día que se haga un álbum de homenaje a Los Lobos, ¿qué grupos os gustaría que tocaran en él? (César): Todos los artistas que nos gustarían ya están muertos (gran carcajada). (Louie): Let’s see: Circle Jerks, punk rock bands, Germs, X… (César): Esa es una buena pregunta. Ahorita no sé. Dame un ratito… (otra carcajada).

¿Creéis que la música es una forma de preservar la herencia cultural, una expresión política, como piensan artistas como Tish Hinojosa? (César): Tish es como nosotros, creo que viene de padres mexicanos, pero de Texas. Tiene mucha influencia country. (Louie): Sí, cómo no, consideramos la música como una forma de preservar la herencia cultural, pero al mismo tiempo vamos a avanzar la música y nuestro arte.

Una escena de "American Me", con el actor y director Edward James Olmos en el centro

¿Cuál es vuestra relación con el actor y director Edward James Olmos? Habéis participado en bandas sonoras de películas vinculadas a él, como American Me, Americanos y My Family. (Louie): Es un amigo. Él entra más en cosa política, pero nos apoyamos los unos a los otros. Es un personaje muy importante para los chicanos. (César): El trabajo en que él se concentra son áreas muy políticas, pero muy importantes. Hace una labor muy tremenda. Sí, somos amigos y nos soportamos, aunque no nos vemos todos los días, y ojalá en el futuro volvamos a trabajar juntos en otros proyectos.

¿Habéis notado discriminación alguna vez por el hecho de ser de origen latino? (César): Eso existe, no voy a decir que no. En América hay muchos racistas, y siempre es una lucha para los mexicano-americanos, especialmente los que vivimos allí. Y siempre hay conflictos. (Louie): Pero, como Los Lobos, hemos sido siempre muy afortunados. Actuamos en Oklahoma, o en Nueva York o en Minnesota, y siempre tocamos sin cambiar nada el repertorio. Interpretamos música norteña y nunca ha sucedido algo así.

Y al revés, ¿el hecho de ser latinos os ha forzado a tocar un determinado estilo de música, como les pasa a los afroamericanos con el funk y el soul? (César): ¿Te refieres a si nos quieren tener en grupos, a que nos digan “ustedes son nomás latinos y quédense ahí con su música»? Nosotros somos un ejemplo de que eso no ocurre, y no debería de ocurrir. Creo que eso sí existe, pero no tiene que existir, y los artistas no deberían pensar así. Creo que el pensamiento de Los Lobos siempre ha sido más abierto. Hay muchas oportunidades en América, y depende de cómo uno se porte y cómo piense puede hacer muchas cosas. Nunca hemos pensado así, y nos ha dado la oportunidad de ir a muchas partes del mundo, y nos han aceptado muy bien. Hay veces que sí hemos tenido nuestros problemitas, pero luego tratamos de no ver en esas direcciones. Por ejemplo, para nosotros el proyecto de «La bamba» fue algo que, como se convirtió en un gran éxito, provocó que mucha gente nos viera así como un grupito «nomás los latinos esos del sabor de la semana, que ahorita es un éxito y ay que chistosito». Por eso tuvimos problemas y tratamos que el mundo no nos viera así, porque teníamos mucho más talento y otra música que descubrir y desarrollar. Como no pensamos así, hay más posibilidades. Ojalá todos los músicos pensaran así, el mensaje es más positivo.

Las rúbricas de Louie Pérez y César Rosas, en la portada de "Colossal Head"

En vuestro estilo actual conviven dos líneas muy claras: la experimental y la tradicional. El hecho de crear grupos paralelos como Latin Playboys, Houndog o Los Super Seven ¿es una manera de dar salida a estas dos vías? (Louie): Discos como «…And A Time To Dance» (1983) y «How Will The Wolf Survive?» (1984) tenían estilos muy distintos: eran Los Lobos tocando tex mex, rock clásico y hard rock blues por separado. Pero con «This Time» (1999), «Colossal Head» (1996) y los últimos álbumes, el sonido es más nuestro, no está todo separado, sino que todas las influencias forman como una sola lengua. (César): Es como que ya llegamos a un lugar en que la música de Los Lobos ya tiene un sonido distinto, se ha desarrollado. Todos los estilos se mezclaron y han creado un sonido nuestro, como una lengua, especialmente con este disco. Mucha gente nos pregunta: «¿Qué tipo de música tocan ustedes?». Y ya comenzamos a decir a la gente que es «Lobo music», porque es un estilo que tomó tiempo en desarrollar y ahí llegamos.

¿Se puede decir que esta «segunda etapa» del grupo empezó con Kiko (1992), ya con Mitchell Froom y Tchad Blake? (Louie): Sí, ese es un disco que fue importante para nuestra carrera, el primero donde empezamos a experimentar con diferentes sonidos y estilos. Fue como otra vida que comenzamos. Salimos de un cocoon y comenzamos otra carretera, con muchas posibilidades.

En el terreno de las bandas sonoras, habéis tenido experiencias de gran éxito (La bamba, Desperado), junto a otras más arriesgadas comercialmente (Alamo Bay, The Wrong Man, Feeling Minnesota, The End Of Violence, Grace Of My Heart). ¿Con qué os quedáis, con el éxito masivo o con la posibilidad de explorar nuevos caminos, componiendo scores instrumentales? (César): Hacer el score es un trabajo excesivo. Luego también ha habido muchas películas que sacaban una o dos canciones. Sí, nos gusta mucho hacer scores, nos conviene porque podemos trabajar y quedarnos en nuestros hogares. Podemos trabajar sin salir en una gira, por eso nos gusta. Pero al mismo tiempo es tremendo, es difícil, y es challenging, porque consiste en estar un día en el estudio viendo la pantalla y componiendo música así, al momento. Pero cuando pasan muchas semanas, es mucho trabajo.

Portada del debut homónimo de los Latin Playboys, firmada por Louie Pérez

¿Cómo surgió el proyecto de Latin Playboys? (Louie): Después de «Kiko», continuamos grabando en casa de David en un aparato casero, un casete. Y en esas tapes puso mucha música que vino de su mente. Yo las oí y dije que allí había algo. Llevé las tapes a Mitchell, y también me dijo que podíamos hacer algo, no sabíamos si demos para Los Lobos o qué. Entonces transferimos las tapes a 24 pistas. (César): Era trabajo que se hizo durante «Kiko», canciones que quedaron fuera y no usamos. Y ellos comenzaron a ver sus posibilidades. Tenían bastante material para publicar otro disco, pero un material que probablemente no íbamos a usar en otro proyecto con Los Lobos. De ahí comenzó la idea de un grupo como Latin Playboys. Empezaron con las demos del casete y luego las pasaron a pistas más profesionales en el estudio. (Louie): Es algo muy libre, casi como cósmico.

¿Se puede considerar un experimento? Muchos creen que tiene un sonido sucio, mal grabado. (César): Como empezaron como demos, ellos pensaron que tenían un sonido muy interesante y agarraron esa idea de continuar grabando así. Eran demos, pero tenían un sonido particular. (Louie): El sonido es lo-fi.

Y en cuanto a Los Super Seven, ¿tendrá continuidad o es algo excepcional, al estilo de Buena Vista Social Club? (César): Fíjate que parece que probablemente hay interés en grabar otro álbum -de hecho, publicarían dos más-, y probablemente eso sí va a ocurrir. Ojalá sí. A mí, particularmente, me gustó el disco. Fue un trabajo que… es música mexicana, muy antigua, que tiene sentimientos de mis padres, y para mí fue un proyecto muy especial. Y estuvimos muy orgullosos de grabarlo, y ojalá vamos a continuarlo.

Me alegro de un proyecto como este, porque aquí (y en general en todo el mundo), se ha vivido un excesivo boom cubano; por eso, me parece saludable que se reivindiquen otros sonidos latinos. (César): Sí, son los texanos versus cubanos, los vamos a ganar (carcajada). Otra vez es coincidencia, algo que ha ocurrido. Nosotros nomás grabamos Los Super Seven, ha salido y…

Portada de "Soul Disguise", el debut en solitario de César Rosas, con su autógrafo

César, has grabado un álbum en solitario, Soul Disguise (1999), con canciones muy variadas: hay rock’n’roll, tex mex, rhythm’n’blues, incluso rumba al estilo Nueva Orleans en Struck. ¿Qué has pretendido expresar en este disco? Para mí ese tipo de música es muy agradable y me gusta mucho. Yo dije una vez que si un día grababa un disco solista sería con ese tipo de música. Esa canción (se refiere a Struck) es como Professor Longhair. Para mí fue muy importante porque es un tipo de música que me gustaría que no se le olvide a la gente.

¿Cómo son vuestros conciertos: lleváis un repertorio preparado o vais improvisando según el momento? (César): Cada noche es improvisada, totalmente. Y muchas veces sale muy bien, muy agradable, y otras noches es todo confusión, too much confused, se pone bien loco. No llevamos lista de canciones. Nomás arriba en el stage, si yo tengo una idea y quiero cantar una canción le digo a los muchachos: «Así, canciones, canciones» (chasquea los dedos). La gente nos pide sus preferidas, y las que podamos tocar, las tocamos. Hay algunas viejas como «Rosa Lee» o muchas otras que no hemos interpretado en muchos años y tenemos que aprenderlas otra vez. En esta gira, desafortunadamente, no podemos tocar canciones de «La pistola y el corazón» (1988) porque no tenemos los instrumentos acústicos tradicionales, y ese tipo de música es difícil de hacer con guitarras eléctricas.

Creo que soléis hacer muchos shows secretos sin anunciar, con invitaciones privadas para fans: he visto que el repertorio siempre es distinto, con temas de todas las épocas, y versiones de Sir Douglas Quintet, Blasters, Marvin Gaye y rancheras clásicas. (César): Sí, hicimos una gira para una empresa tabacalera. Fueron unos quince o dieciséis shows. Cada noche nos presentábamos como una sorpresa: cuando entraba la gente al concierto, entonces veía que éramos Los Lobos. No era secreto. Pero fuera del lugar no se podía hacer publicidad con nuestro nombre. Con Krazyfish (webmaster de Loslobos.org) pensamos que sería una buena idea mandar un mensaje a nuestros amigos lobofans, unas cartitas para decirles que íbamos a estar en este y aquel lugar. Sí, fue atractivo.

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