
Antes de que el payaso de Orville Peck se pusiera su ridículo antifaz con flecos, un músico country de verdad vistió una máscara del Llanero Solitario para encarnar el personaje de The Mysterious Rhinestone Cowboy. Escandaloso representante de la escena outlaw, hoy cumple 81 años y lo celebramos revisando uno de sus últimos álbumes.
Nashville cuenta con un nutrido grupo de forajidos, personajes que, por su estilo de vida o por su talante crítico, no encajan con la industria y son condenados al ostracismo. El cantante y compositor David Allan Coe (nacido el 6 de septiembre de 1939 en Akron, Ohio) es uno de los mejores representantes de ese movimiento outlaw.
Considerado como un anticristo en Nashville, Coe –cuyo cantante favorito de niño era Johnny Cash– estuvo desde los 9 años entrando y saliendo de reformatorios, correccionales y cárceles; incluso se rumoreó que esperó en el corredor de la muerte tras asesinar a un preso que le pidió sexo oral (luego fue desmentido). Lo que sí es cierto es que, en una de esas estancias en chirona, en una celda contigua estaba Screamin’ Jay Hawkins, quien lo animó para que empezara a escribir canciones. En 1969 debutó con el álbum titulado precisamente Penitentiary Blues.

Pero eso no fue todo: en una etapa de su vida adoptó el personaje de The Mysterious Rhinestone Cowboy –el título de su tercer álbum, de 1974–, disfrazado con una máscara y al volante de un coche fúnebre; actuó con Grand Funk Railroad; se burló de los clichés del country, y su desafiante actitud de apasionado por las motos, los tatuajes y las melenas lo convirtió en un proscrito, una situación que reflejó en temas como Longhaired Redneck y Willie, Waylon And Me (dedicada a los otros representantes del movimiento outlaw, Willie Nelson y Waylon Jennings).
Al margen de todo esto, Coe es un compositor sensible e inteligente, con una carrera que abarca más de cinco décadas y una cincuentena de álbumes, que ha compuesto números 1 para Tanya Tucker –Would You Lay With Me (In A Field Of Stone) (1973)– y Johnny Paycheck –Take This Job And Shove It (1977)–, y que incluso ha tenido éxitos propios como You Never Even Called Me By My Name (1975), Jack Daniel’s If You Please (1978), The Ride (1983) y Mona Lisa Lost Her Smile (1984).
Acostumbrado a ver cómo sus canciones no sonaban en la radio por su uso «liberal» del lenguaje, Coe tituló con ironía su disco de 1999 Recommended For Airplay: una referencia a sus dos LPs «clasificados X», los autoeditados Nothing Sacred (1978) y Underground Album (1982), sexualmente explícitos y con la advertencia «Not Recommended For Airplay» en la portada, por los que fue acusado de «racista, misógeno, homófobo y obsceno»; ahí es nada.

En Recommended For Airplay el cantante seguía fiel al sonido de country outlaw de los setenta, bastante cerca del rock, aunque con una fuerte instrumentación country, y respaldado por coros femeninos en ocasiones, en temas como Song For The Year 2000, The Price We’ll Have To Pay y Mississippi.
Para cantar sobre uno de sus temas recurrentes, la bebida, utilizaba el two step arrastrado en Drink My Wife Away y Drink Canada Dry. Y ponía a prueba su voz en valses como A Harley Someday (sobre otra de sus pasiones, las motos), en la pantanosa She’s Already Gone y en el denso slow blues We Can Talk.
A lo largo de su carrera Coe ha grabado varios discos de tributo a sus héroes, como The Ghost Of Hank Williams (1997), Johnny Cash Is A Friend Of Mine (1998) y Sings Merle Haggard (2002). Sus últimos trabajos publicados son Whoopsy Daisy (2003) y For The Soul And For The Mind Demo’s Of ’71-’74 (2005), este con maquetas inéditas de los años setenta.
En 2006 vio la luz el álbum homónimo de Rebel Meets Rebel, el disco de country-metal que grabó entre 1999 y 2003 con los componentes de Pantera Dimebag Darrell, Vinnie Paul y Rex Brown (bautizados para la ocasión como Cowboys From Hell) y con la colaboración de otra fiera indomable, Hank Williams III.