
Dar la bienvenida a una cantante de blues en un país que trata tan mal a los artistas de estilos que se salen del mainstream es una noticia excelente. Y, más aún, cuando su debut, Delicious, es una joyita que no debería pasar desapercibida.
Ya lo dije al escribir sobre el libro Blues de Gas. Enciclopedia de las mujeres y el blues (1920-2020) (2019) de Paco Espínola: en su recuento se echaba de menos la presencia de artistas estatales como Ster Wax, Big Mama Montse, Sister Marion, Myriam Swanson, Andhrea, Lizzy Lee, Sweet Marta o Beatriz Zaragoza, entre otras.
Esa prometedora lista se amplía y enriquece con la incorporación de Itziar Yagüe. La intérprete vasca afincada en Madrid lleva una década vinculada a la música afroamericana (blues, soul, funk, swing) y ha cantado en distintas formaciones de estilos diversos, pero ahora nos llega su debut, Delicious (2020).
Itziar ha compuesto las seis canciones del EP. “Cuento historias universales, utilizo formas musicales clásicas, grabo de forma prácticamente artesanal y he editado mi disco en vinilo. Quería presentar mi música, que es música clásica afroamericana, la más influyente del siglo XX, con cuidado, respeto y admiración”, explica.
El tema que abre el disco y le da título, Delicious, es una sensual y colorista rumba de Nueva Orleans, marcada por la batería de Elvira Sodalita, en la que destaca el potente solo de saxo de Enric Peidro, un músico de jazz influido por los tenores de la era del swing, como Coleman Hawkins, Don Byas, Ben Webster y Lester Young.

Daddy’s Gone For Good es un slow blues digno de un barrelhouse de los años veinte o treinta, conducido por el piano tabernario de Giulio Pietropaolo, el contrabajo de Raúl Platz y, especialmente, la espléndida armónica de Víctor Barceló. Yagüe resuelve la problemática de un triángulo amoroso con un rotundo “don’t waste your tears on daddy”.
We Make A Good Team es una perfecta balada swamp pop a lo Dale & Grace o Cookie & The Cupcakes cantada a dúo con el bluesman Emilio Arsuaga, con el saxo tenor sedoso de Luis Carpizo y la juguetona armónica de Barceló. Rezuma Louisiana por los cuatro costados, con esa cadencia para bailar como lo hacían Dennis Quaid y Ellen Barkin en Querido detective (Jim McBride, 1987), y esa frase que todos hemos deseado decir alguna vez: “Today’s the night and not tomorrow”.
What If It Were You empieza con un carácter más soul que, de repente, se transforma en un góspel luminoso, gracias a esos coros (a cargo de Mónica Benito y Barceló) reforzando la letra, esas palmas y ese piano Rhodes de Pietropaolo. Al final te imaginas en una iglesia afroamericana un domingo por la mañana a punto de ver la luz, como Jake Blues de los Blues Brothers.
Not A Doll es un slow blues reivindicativo sobre la libertad y el poder femenino, de nuevo con el tenor de Carpizo y la armónica de Barceló. “I am a grown-up woman / I’m not a doll you can throw away. / I am a free woman”, espeta Itziar al tipo que quiere volver con ella, para dejar claro quién lleva las riendas de su vida y de la relación. En este sentido, la canción se hermana con el Let Me Decide For Me de Ster Wax.

Delicious se cierra con Red River, un cántico espiritual solo con voz y un piano mínimo –casi funerario–, en modo plegaria, donde la dulzura de la interpretación (sobre todo ese tarareo sin palabras) contrasta con el tema, la violencia machista, al describir a una víctima maltratada que se desangra: «My blood will be a river, red river flowing away from you».
Todas estas magníficas canciones se enriquecen con la gran voz de Yagüe, poderosa y combativa en algunas ocasiones, frágil y emotiva en otras, capaz de pasar del desgarro a la ilusión, con una versatilidad que le permite encarnar a la mujer enamorada y a la despechada, a la fuerte frente a las adversidades, pero también a la derrotada.
“Usar la forma de blues para reivindicar los derechos de las mujeres o para narrar desde el punto de vista femenino es consecuencia directa de haber escuchado tanto a las damas del blues de los años veinte. Bessie Smith y sus coetáneas representan una influencia importantísima para mí en el ámbito personal y en el artístico”, declara la cantante.
Grabado en directo en el Estudio Brazil de Madrid en febrero de este mismo año, con el ingeniero Javier Ortiz al cargo, el disco cuenta con la producción, dirección artística y arreglos de Pietropaolo y Platz, y está dedicado a todas las personas que han enfermado y han fallecido a consecuencia de la COVID19 en España.
Para el final dejo lo único que no me gusta de Delicious: ¡tan solo dura veinte minutos! Queremos más, mucho más. Así que, Itziar, ya lo sabes… la pelota está en tu tejado.
2 comentarios en “Itziar Yagüe, delicioso debut”