Combina el country-blues tradicional del Delta con la sensibilidad contemporánea de una manera tan natural que rompe cualquier fisura entre pasado y presente. Sus influencias van de Nueva Orleans al Caribe, con paradas en África, para elaborar una lectura del blues más allá de los límites del género. A pocos días de su aniversario analizamos su trayectoria.
Corey Harris –nacido el 21 de febrero de 1969 en Denver, Colorado– empezó a tocar la guitarra a los 12 años, cuando quedó fascinado por los discos de Lightnin’ Hopkins de su madre. En el instituto tocó en un grupo de rock’n’roll y en una marching band, y desarrolló sus habilidades como cantante en la iglesia.
Harris opina que “la música consiste en ser creativo, y ser creativo de forma progresiva, no estancarse”. A lo largo de su carrera no solo ha cumplido estas palabras a rajatabla, sino que muchos otros deberían aprendérselas de memoria y grabárselas a fuego.
Con su debut en Alligator, Between Midnight And Day (1995), sorprendió a críticos y aficionados y fue aclamado como uno de los mejores guitarristas acústicos y cantantes de blues actuales. Los más lanzados llegaron a decir que conseguía “detener el tiempo e invocar los fantasmas de Robert Johnson, Ligthnin’ Hopkins y Howlin’ Wolf”.
Mucho más que una posesión demoníaca digna de un expediente X, recuperaba el blues acústico del Delta, pero no por la vía del mimetismo, de la copia nota por nota, sino a través de una ardiente creatividad. Aquí no había trampa ni cartón, solo emoción desnuda, un pie marcando el ritmo y una voz expresiva como pocas que bordaba versiones de Sleepy John Estes, Charley Patton, Muddy Waters y Bukka White, entre otros.
En su segundo álbum, Fish Ain’t Bitin’ (1997), Corey evocó un estoico retrato de las calles de Nueva Orleans, y recurrió a la escueta compañía de una tuba, percusión y dos trombones para reducir el espíritu de los desfiles al esqueleto (en High Fever Blues, en la irresistible Fish Ain’t Bitin’ y en la dicharachera Clean Rag).
Su tratamiento de los clásicos era bastante revolucionario: en la tradicional Frankie And Johnnie intercalaba un punteo de rock’n’roll acelerado y un recitado casi rap; y, sin llegar a la irreverencia, se apropiaba de los añejos éxitos de Blind Lemon Jefferson, Son House, Memphis Minnie, Blind Willie Johnson, Big Maceo y Reverend Gary Davis.
Una colección de temas grabados en su origen entre los años veinte y treinta, dotados de una autenticidad que dejaba en ridículo cualquier intento unplugged de las estrellonas del rock. Una guitarra y su voz era todo lo que necesitaba para condensar, en unos minutos, el pasado, el presente y el futuro del blues.
Su tercer trabajo abrió un interesante punto y aparte; en Greens From The Garden (1999) Harris pretendía explorar otros estilos: “Quería documentar diferentes tipos de música negra y mostrar su interrelación, cómo se enriquecen entre sí. No hay muros en la música: es como el agua, hay corrientes”.
Con estos objetivos, se alejó de la escuela de los nuevos tradicionalistas del blues (Guy Davis, Keb’ Mo’, Alvin Youngblood Hart, Chris Thomas King) con los que en un principio fue equiparado, en una evolución que demostraba un conocimiento excepcional de la tradición y una visión del porvenir desafiante.
Con la excusa de las distintas recetas de verduras, en Greens From The Garden Harris abarcó un amplio abanico de estilos y sonidos, y no solo se limitaba a su voz (su mejor instrumento) y a su guitarra, sino que contó con el apoyo de un grupo, The 5 x 5 (Harry Dennis a la percusión y Jamal Millner a la guitarra), varios invitados y un arsenal de percusiones de todo tipo.
El recetario de Harris pasaba por el Delta del Mississippi de un modo ortodoxo (el Sweet Black Angel de Lucille Bogan y el Diddy Wah Diddy de Blind Blake, paradigma de la austeridad), o alterado con nuevos ingredientes (el genial Basehead, fiel a las raíces en la cadencia y en el modo de cantar, pero con una base rítmica frenética con slide enloquecida).
Nueva Orleans era otro de los puntos de parada, con un par de cortes grabados en directo –el slow tabernario Honeysuckle, con el piano de Henry Butler, y el instrumental Congo Square Rag, con una brass band y Butler de nuevo– y un ragtime acústico donde rendía pleitesía a los músicos de esa ciudad, NOLA Rag.
También viajaba a las Antillas con Eh la bas –un clásico de Nueva Orleans transformado en calipso, interpretado en un perfecto francés, y que le servía para forzar su voz y parecer un viejo de 60 años– y con un insólito vals, también en francés, Pas parlez, y llegaba hasta Jamaica con Wild West y una memorable versión reggae del tradicional Just A Closer Walk With Thee.
Al margen del turismo gastronómico-musical, en el disco destacaba un airado Lynch Blues, donde Harris retomaba el siniestro tema planteado en el Strange Fruit de Billie Holiday, y Teabag Blues, con letra de Woody Guthrie y la colaboración de Billy Bragg, fruto de su trabajo conjunto con Wilco en los dos volúmenes de Mermaid Avenue (1998 y 2000).
Con Henry Butler, pianista en Greens From The Garden, realizó su siguiente álbum, Vü-dü Menz (2000). Tras conocerse en Nueva Orleans en 1996, ambos se admiraban mutuamente: a Butler le fascinaban los contenidos políticos y sociales de las letras de Harris, así como su capacidad de reproducir el sonido del blues acústico de los años veinte y treinta.
Con Vü-Dü Menz fueron comparados a otras parejas de pianistas y guitarristas, como Georgia Tom & Tampa Red, Leroy Carr & Scrapper Blackwell y Black Bob & Casey Bill Weldon. Pero, por encima de todo, el disco evocaba el sonido de ilustres teclistas de Nueva Orleans como Professor Longhair, Eddie Bo y James Booker.
En el álbum encontrábamos temas con todas las combinaciones posibles: con la suma de piano y guitarra slide en el trotón Let ‘Em Roll, en If I Was Your Man, en los saltarines ragtime Sugar Daddy e If You Let A Man Kick You Once (ambos con el complemento de rubboard), en Song Of The Pipelayer, en el pícaro Shake What Your Mama Gave You y en Down Home Livin’.
Con el piano de Butler como protagonista absoluto, destacaban There’s No Substitute For Love (al estilo de Professor Longhair), los funk Mulberry Row (sobre la relación entre Thomas Jefferson y su esclava amante) y Voodoo Man (donde potenciaba el aspecto percusivo del piano), What Man Have Done y ese genial boogie instrumental en homenaje a James Booker, L’esprit de James.
Harris también tenía sus momentos de gloria con su guitarra acústica, deudora del blues rural del Delta, en King Cotton y en el tradicional Didn’t My Lord Deliver Daniel? Al final llegaba la sorpresa, con Butler y Harris cantando a capela Why Don’t You Live So God Can Use You?, un eufórico y contagioso cántico góspel, perfecta combinación de voces y palmas.
Y después de esta exultante demostración de sonidos de Nueva Orleans, llegó el siguiente álbum de Harris. Quien esperara encontrar blues tradicional, lo tendría en pequeñas dosis. En cambio, los amantes de las mutaciones estuvieron de enhorabuena.
Downhome Sophisticate (2002) fue su proyecto más ambicioso, y el primero para el sello Rounder: el cantante y guitarrista escribió la mayoría de los temas, colaboró con el trompetista Olu Dara y de nuevo con el pianista Henry Butler, añadió un fuerte elemento de voces femeninas, contó historias biográficas y creó un retrato sonoro de los lugares donde ha estado a lo largo de su vida.
El blues más clásico aparecía en Don’t Let The Devil Ride, en el jump boogie BB y en el acústico Where The Yellow Cross The Dog. En cambio, los aficionados a los cambios pudieron disfrutar con el acelerado Money On My Mind y con Keep Your Lamp Trimmed And Burning.
Las influencias africanas impregnaban temas como la balada acústica instrumental Capitaine, el psicodélico Fire y Sista Rose. Los aires caribeños y latinos se respiraban en el sensual Black Maria y en Money Eye.
Harris también infundía al blues tradicional de nueva sangre, y lo actualizaba con el funk en Frankie Doris y en el pausado Santoro, y con el rap en Downhome Sophisticate (en ese momento, la mejor mezcla de blues del Delta y hip hop desde el Tennessee de Arrested Development).
Downhome Sophisticate se cerraba con F’Shizza, un corte de más de veintidós minutos que incluía, entre otras cosas, una remezcla hip hop de Santoro y un diálogo en francés con Ali Farka Touré sobre la cultura africana. El círculo se cerraba: el blues volvía a África y se proyectaba con fuerza hacia el futuro, con Harris como principal impulsor.
La conexión con sus ancestros siguió en Mississippi To Mali (2003). En su sexto álbum, Corey dio un salto geográfico al fusionar dos continentes y dos tradiciones, la africana y la afroamericana, y explorar los lazos musicales entre ambas.
Como si de una grabación histórica de Alan Lomax se tratara, nos encontrábamos canciones registradas en directo sobre el terreno en Mississippi (con Sam Carr, Bobby Rush y Shardé Thomas & The Rising Star Fife And Drum Band) y en Malí (con los guitarristas Ali Farka Touré y Ali Magassa y el percusionista Souleyman Kane).
Lo más interesante era comprobar los buenos resultados de las versiones africanizadas de clásicos del blues de Skip James (Special Rider Blues, Cypress Grove) y Robert Petway (Catfish Blues) y de temas tradicionales (.44 Blues), y darnos cuenta de cómo las canciones africanas tienen una sensibilidad muy cercana al blues del Delta (Tamalah, La chanson des bozos).
En el terreno más ortodoxo, Harris hacía suyas las adaptaciones del tradicional Big Road Blues, del Dark Was The Night, Cold Was The Ground de Blind Willie Johnson y del Sitting On Top Of The World (reconvertido en Station Blues), y demostraba su calidad como guitarrista en Coahoma y Mr. Turner.
La idea de este proyecto surgió de la colaboración de Harris en el filme Feel Like Going Home (2003) de Martin Scorsese para su serie The Blues (2003), donde exploraba las conexiones africanas del blues.
A Mississippi To Mali lo siguió otro álbum en Rounder, Daily Bread (2005). Un nuevo cambio de sello lo llevó a Telarc, donde publicó un par de discos que profundizaban en las raíces reggae –Zion Crossroads (2007) y blu.black (2009)–. Después aparecerían Father Sun Mother Earth (2011, con The Rasta Blues Experience), Believe (2012), Fulton Blues (2013), Free Water Way (2018), Louisa County Blues (2019) y varios directos.
Además de su colaboración con Wilco y Billy Bragg en Mermaid Avenue, Harris también participó en el álbum colectivo Screamin’ And Hollerin’ The Blues. New Acoustic Recordings Of Pre-War Blues Classics (2000) y en Recapturing The Banjo (2008) de Otis Taylor, junto a un all-star del country-blues integrado por Guy Davis, Alvin Youngblood Hart, Keb’ Mo’ y Don Vappie.
Asimismo, enriqueció con su talento los tributos Dealin’ With The Devil. Songs Of Robert Johnson (2000), If I Had A Song… The Songs Of Pete Seeger Vol. 2 (2001), Down The Dirt Road. The Songs Of Charley Patton (2001), Hey Bo Diddley. A Tribute! (2002) y Johnny’s Blues. A Tribute To Johnny Cash (2003).