Su imagen de dandi era inconfundible: sombrero, gafas oscuras, traje impoluto, bastón y un mostacho a lo Groucho Marx. Aunque parezca mentira, era un icono pop reconocido por sus interpretaciones de la música anterior a la Segunda Guerra Mundial. Cuando se cumplen años de su desaparición, recordamos uno de sus álbumes.
A pesar de esa fama, Leon Redbone –nacido como Dickran Gobalian el 26 de agosto de 1949 en Chipre, de origen armenio, y fallecido el 30 de mayo de 2019 a los 69 años en Pensilvania– siempre rehusó dar información sobre su pasado o su vida personal.
Se sabe que emergió como intérprete en Toronto, Canadá, en los años setenta, y antes de su debut On The Track (1975), se rumoreó que era un alter ego de algún otro cantante. En esa época, Bob Dylan lo descubrió en un festival folk y le impresionó tanto que lo mencionó en una entrevista en Rolling Stone.
Posteriormente, fue conocido por el gran público gracias a sus numerosas apariciones televisivas (en el programa Saturday Night Live) y sus jingles publicitarios (para la cerveza Budweiser).
Misterios a parte, lo que sí es cierto es que Redbone poseía una magnífica voz de barítono, con una forma de cantar pausada y expresiva que algunos definieron como una mezcla de Bing Crosby y Jimmie Rodgers.
Y también era cierta su afición a recuperar el ragtime, el folk, el dixie, el jazz y el blues de los años veinte y treinta, e incluso de décadas anteriores. Todo ello, con una puesta en escena de vodevil con marcado carácter humorístico.
En Any Time (2001), su primer álbum en siete años desde Whistling In The Wind (1994), el crooner ofrecía como era costumbre un tributo a una época de la historia norteamericana en la que la música popular era sinónimo de melodías, armonías y elegancia. En su viaje al pasado Leon se acompañaba de guitarra, banjo, piano, trombón, tuba, clarinete, corneta y saxo.
Redbone recurría a algunos de sus referentes favoritos, como Jelly Roll Morton (las baladas If You Knew y Sweet Substitute), Fats Waller (la romántica Louisiana Fairytale) y Clarence Williams (el canalla Ain’t Gonna Give You None Of My Jelly Roll, con mayor riqueza de metales e influencias del dixie de Nueva Orleans).
Su repaso por canciones añejas versionadas por grandes figuras (de Benny Goodman a Duke Ellington, de Bing Crosby a Dean Martin), incluía la balada jazzística All I Do Is Dream Of You, Sittin’ On Top Of The World (con piano y guitarra solistas) y la nostálgica torch song Blossoms On Broadway.
También hacía suyas la bluesera Sweet Lorraine, la delicada Moonlight Bay, la irónica Your Feets Too Big (con metales de Nueva Orleans y piano tabernario) y esa So Tired Of Livin’ All Alone donde ejercía de crooner rural.
Leon Rebone interpretaba el tipo de música que le encantaría a Woody Allen o al dibujante Robert Crumb. En cualquier caso, resultaba una experiencia nostálgica, disfrutable e incluso educativa.
Sus últimos discos fueron Flying By (2014) y Long Way From Home. Early Recordings (2016). Cuando murió, en su web se pudo leer el siguiente mensaje: “Con gran pesar anunciamos que esta mañana temprano, el 30 de mayo de 2019, Leon Redbone cruzó el delta hacia esa hermosa costa a la edad de 127 años”.