
Popularizó las guitarras rectangulares y fue el inventor de un patrón rítmico utilizado desde la década de los cincuenta hasta la actualidad. Entre las fronteras del rhythm’n’blues y el rock’n’roll, influyó a una gran cantidad de artistas, con especial incidencia en las bandas británicas de los sesenta. Cuando se cumplen años de su desaparición recordamos su enorme figura.
¿Qué tienen en común canciones tan dispares como Not Fade Away de Buddy Holly, Willie And The Hand Jive de Johnny Otis, (Marie’s The Name) His Latest Flame de Elvis, Magic Bus de The Who, She’s The One de Bruce Springsteen y hasta Desire de U2? Bomp-bomp-bomp bomp-bomp, esa es la clave.
Y ese no es otro que el patrón rítmico sincopado conocido como Bo Diddley beat, en honor a su creador. Solo por eso, el cantante y guitarrista ya merece un puesto de honor en la historia del rock’n’roll. Pero aún hay mucho más.
De nombre verdadero Ellas Otha Bates McDaniel, Bo Diddley nació el 30 de diciembre de 1928 en McComb (Mississippi). Su familia se trasladó a Chicago cuando tenía 6 años.
Aunque estudió violín clásico durante una larga temporada, la influencia de su ciudad era demasiado fuerte: aparte de bluesmen locales como Muddy Waters y Little Walter, se dejó seducir por las baladas de Nat King Cole, el humor bullicioso de Louis Jordan y, sobre todo, la heterodoxia de John Lee Hooker.
Finalmente se pasó a la guitarra para crear su propio grupo de blues, The Hipsters (después The Langley Avenue Jive Cats). En 1951 se convirtió en un artista habitual en el 708 Club de Chicago.
En 1955, tras firmar con el sello Checker, subsidiario de Chess Records, debutó con el single que incluía las dos canciones que establecerían su estilo.
En la cara A, la homónima Bo Diddley sentó las bases de su sonido, con una voz áspera marcada por el góspel, un ritmo poderoso –casi tribal– y una guitarra distorsionada e hipnótica.
En la B, la declamatoria I’m A Man dio lugar a una nueva corriente de blues en Chicago, y llegó a influir a Muddy Waters, quien la adaptó con el título de Mannish Boy, concebida como una respuesta a la original.
Fueron las primeras de una larga lista de canciones que se movían en la fina línea entre el rhythm’n’blues y el rock’n’roll, al igual que Diddley Daddy, Pretty Thing, Who Do You Love?, Road Runner y Before You Accuse Me.
El prolífico cantante y guitarrista editó un puñado de álbumes –como Have Guitar, Will Travel (1960), Bo Diddley Is A Gunslinger (1960) y The Originator (1966), cuyo título («el creador») reflejaba su firme convicción de ser un pionero del rock’n’roll– que contribuyeron a forjar su leyenda.
Otros elepés destacados de los sesenta fueron Two Great Guitars (1964), junto a Chuck Berry, y The Super Super Blues Band (1967), con Muddy Waters y Howlin’ Wolf.
Artista habitual del Apollo Theatre de Harlem, recorrió las carreteras con las giras de rock’n’roll de la época. En su banda de directo incluía a figuras como Otis Spann al piano y Billy Boy Arnold a la armónica.
Hasta mediados de los setenta, mantuvo su estatus de icono del rock’n’roll con varios discos editados en Checker / Chess. En 1979 fue telonero de The Clash en la primera gira de los británicos por los Estados Unidos.
Durante las décadas posteriores sus trabajos aparecieron de forma más espaciada, aunque siguió con los conciertos, convertido en un rostro familiar del circuito revival.
Su último disco en estudio fue A Man Amongst Men (1996), con un grupo de ilustres admiradores. Un fallo cardíaco provocó su muerte el 2 de junio de 2008.
Diddley fue también un inventor, al crear su propio efecto de trémolo y tocar una guitarra rectangular en forma de caja de cigarros que diseñó en 1958, que se convirtió en una de las señas de identidad de su impactante imagen, junto a sus gafas oscuras y su sombrero negro.
Su papel en los años fundacionales del rock’n’roll fue decisivo, con sus canciones de letras poco ortodoxas, con humor de trazo grueso. Y, a pesar de todo, tuvo poca repercusión entre el público afroamericano. En cambio, influyó a grupos británicos de rhythm’n’blues.
Durante los sesenta, su repertorio se convirtió en la principal fuente de inspiración de bandas como The Pretty Things, The Yardbirds, The Animals, The Kinks, e incluso The Rolling Stones y The Beatles.
“Han copiado todo lo que hice, lo han mejorado y mezclado. Me parece como si nadie pudiera salir con su propio estilo; siempre tienen que poner un poco de Bo Diddley”, declaró en una ocasión.
La leyenda y sus vasallos
Ser viejo no es una bicoca: los problemas de próstata, la pensión que no alcanza… Pero ser un viejo artista es otra cosa: te dan premios, te agasajan, te montan grabaciones con invitados de postín… Primero fue John Lee Hooker, y después la maniobra se repitió con Bo Diddley, cuando a sus 67 años aún era una leyenda viva del rock’n’roll.
El defensor de las guitarras rectangulares celebró con A Man Amongst Men sus cuarenta años de carrera, y para la ocasión recurrió a nuevas canciones, al productor británico Mike Vernon y a una nómina de colaboradores estelares.
Diddley se paseaba dignamente por los terrenos del rock’n’roll acelerado (ese Bo Diddley Is Crazy casi rapeado, con Johnny Guitar Watson, Keith Richards y The Shirelles) y el blues (Can I Walk You Home, con el pianista Johnnie Johnson y el guitarrista Richie Sambora; He’s Got A Key, con Jimmie Vaughan a la guitarra, y That Mule).
También se atrevía con el soul-funk más sensual y febril (I Can’t Stand It, compuesto por Ron Wood, con el armonicista Jerry Portnoy), el calipso (Coatimundi) y hasta el rap (Kids Don’t Do It, junto con su nieto Philosopher G).
Además, ofrecía sus himnos característicos, marcados por el modelo de I’m A Man, como ese A Man Amongst Men, donde desplegaba su estilo shouter, y Hey Baby, un walking blues con pies en Nueva Orleans, con la armónica de Billy Boy Arnold.