En paralelo a su exitoso grupo Wax & Boogie con la cantante Ster Wax, el pianista catalán cuenta con una larga trayectoria al frente de su propio trío. Su nuevo trabajo Swing at Caveau ha sido registrado en directo en un legendario club de la capital francesa.
Desde 2011, David Giorcelli es habitual de un local histórico de la escena blues parisina, Caveau de la Huchette, uno de esos paraísos donde los conciertos pueden durar tres horas y el público enloquece bailando. Sin duda, el escenario perfecto para grabar un disco en directo.
Y es lo que hizo David entre el 4 y el 7 de mayo de 2022, al frente de su actual trío –con Little Jordi Abad al contrabajo y Alberto Escudero a la batería–, además del featuring del saxofonista galés afincado en Francia Drew Davies, colaborador en las dos últimas entregas de Wax & Boogie.
El resultado es Swing at Caveau. Live in Paris, el quinto álbum de Giorcelli a su nombre tras Rambling with My Boogie (2007), Hotel Boogie (2009), el directo en Barcelona Live at Bel-luna Jazz Club (2010) y My Blues & Boogie Woogie Roots (2016).
La gran pregunta es ¿hay diferencias con sus trabajos como Wax & Boogie? Pues sí. Aunque mantiene el boogie woogie como base, con el trío el repertorio se nutre más de clásicos del jazz y de estándares.
Algo que, por otra parte, no sorprende, porque también ha ocurrido en el último disco de Wax & Boogie, Make Up Your Mind (2022), al incluir Don’t Get Around Much Anymore (Duke Ellington) y That’s Life (Frank Sinatra), por ejemplo.
Tal vez la gran diferencia con su proyecto con Ster Wax es que en Swing at Caveau solo hay un tema propio y que, además de brillar con el piano, y como ya hizo en sus álbumes previos, David se atreve a cantar en cinco piezas con empeño, aunque no olvidemos que su virtuosismo está en sus manos.
¿Podría haber aprovechado las habilidades como vocalista de Drew Davies? Sí. ¿Podría haber invitado a Ster en alguna canción como hizo en My Blues & Boogie Woogie Roots? También. Pero, suposiciones y what ifs aparte, en el CD predominan los aciertos, que son muchos, y pasamos a desgranar a continuación.
Al principio, Sentimental Journey era una balada, editada en 1945 por Les Brown and His Orchestra con Doris Day, después interpretada por Ruth Brown, Sinatra y un largo etcétera y, en su vertiente instrumental (como es el caso), por trompetistas (Buck Clayton), saxofonistas (Boots Randolph) y pianistas (Floyd Cramer).
Sin embargo, David la acelera a ritmo de boogie, con un tratamiento similar al que fue sometida por otro genio de las teclas, Al Copley –en A Handful of Keys (1986)–, y la enriquece con el saxo tenor explosivo de Davies y la eficaz batería de Escudero. No es la primera vez que la plasma en disco: ya aparecía en Rambling with My Boogie.
El tremendo blues Good Understanding lo grabó en 1959 su autor, Willie Dixon, con el pianista Memphis Slim, para Willie’s Blues (1960), y en ese álbum ya potenciaba el papel del saxo tenor, a cargo de Al Ashby.
Giorcelli, quien asume las funciones de cantante, se acerca más a ese original –aunque con un punto más acelerado–, con el rabioso saxo de Drew, que al cover de Al Copley con The Fabulous Thunderbirds de 1993, donde el protagonismo recaía en la armónica de Kim Wilson y la guitarra de Duke Robillard.
El instrumental Swing at Caveau es el único tema del álbum compuesto por el pianista catalán, y en su título ya nos indica por donde irán los tiros: un blues con mucha sensualidad swing, potenciada por el saxofonista británico y las escobillas de Escudero.
El trepidante Boogie Woogie Country Girl (escrito por el gran Doc Pomus, un personaje a reivindicar) es –ojo, pianísticamente hablando, no vocalmente– superior al original de 1956 de Big Joe Turner con Van Piano Man Walls.
David (también a la voz) lo aborda como un Jerry Lee Lewis desquiciado –no confundir con una canción del Killer de título parecido, Boogie Woogie Country Man–, y te da la sensación de que su piano no tiene suficientes teclas, mientras que Drew saca humo con su instrumento. Ya lo incluyó en Hotel Boogie.
Chitlins con carne es, curiosamente, un instrumental de jazz compuesto por un guitarrista, Kenny Burrell (lo publicó en 1963), y por eso casi siempre lo han tocado virtuosos de las seis cuerdas como Otis Rush y Stevie Ray Vaughan.
Es uno de esos temas emblemáticos, de la misma pasta del Cantaloupe Island de Herbie Hancock, y en el original el protagonismo se repartía entre la guitarra, el saxo de Stanley Turrentine y la eficaz percusión con las congas de Ray Barretto.
Uno de los primeros teclistas en retomarla fue el organista John Patton en 1969, pero lo que hace Giorcelli es prodigioso, porque sale de su zona de confort para entregar una brillante adaptación para piano, con la maestría de Drew, que pide a gritos ser sampleada por uno de esos grupos que fusionan jazz con rap como US3.
La primera versión del jump blues One Scoth One Bourbon One Beer –no confundir con el One Bourbon, One Scoth, One Beer de 1966 de John Lee Hooker con letra adicional y popularizado por el guitarrista de blues-rock George Thorogood– la hizo el pianista de boogie woogie Amos Milburn en 1953.
Ese es el modelo que toma el catalán –aunque personalmente me recuerda la reciente recreación de Delbert McClinton con el pianista Kevin McKendree– para cantarla con picardía y sentido del humor, respaldado por un elocuente Davies. Ya estaba en My Blues & Boogie Woogie Roots.
Compuesta en 1929 por el pianista Fats Waller para un musical, Honeysuckle Rose (tanto cantada como instrumental) se ha convertido en un estándar revisitado por multitud de artistas: Count Basie, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong y muchos más.
De nuevo en un registro al que no nos tiene acostumbrados, David se enfrenta a él con extrema delicadeza y belleza en uno de los momentos más puramente jazzísticos del álbum, con un Drew a la altura, como no podía ser menos.
Little Joe from Chicago es un tema de la pianista de jazz Mary Lou Williams que estrenó en 1938 Andy Kirk and His Clouds of Joy. Giorcelli no interpreta la versión instrumental publicada por ella, sino la cantada, con letra de Henry Wells.
La acelera y le incorpora el ímpetu boogie woogie –algo que ya hizo otro maestro del género, Carl Sonny Leyland–, respaldado por el eficaz colchón rítmico de Abad y Escudero, en uno de los dos temas en los que Davies descansa.
El otro corte sin saxo es Keep on Drinking, con Vicente Zúmel, un slow blues de 1961 de Little Brother Montgomery que ya ha sido adaptado por pianistas estatales: el catalán Lluís Coloma (2011, con la gran voz de Barrelhouse Chuck) y el vasco Paul San Martín (2013). Los admiro demasiado a los tres para decidir con cuál me quedo.
Con música de Kurt Weill y letra de Bertolt Brecht, desde La ópera de los tres peniques en 1928 Mack The Knife es otro estándar cantado por todo tipo de vocalistas: Louis Armstrong, Bobby Darin, Sinatra o Dr. John (para mi gusto, el más rompedor).
Giorcelli, en cambio, opta por un magnífico acercamiento meramente instrumental, con un tremendo y desenfrenado desarrollo de boogie woogie y el lujurioso y exuberante saxo de Davies.
Y llegamos al final con el célebre Kansas City compuesto por Jerry Leiber y Mike Stoller, grabado por primera vez en 1952 por Little Willie Littlefield con el título de K. C. Loving, y convertido en hit por Wilbert Harrison en 1959. Tomando el micro de nuevo, David entrega un poderoso rhythm’n’blues reforzado con el envite de Drew.
En resumen, Swing at Caveau. Live in Paris es el retrato de un animal escénico en el hábitat natural donde más brilla, el directo. Uno se pregunta cómo habría sido si, en lugar de durar 58 minutos, fuera doble y se prolongara durante más de dos horas. Bueno, soñar –todavía– es gratis.