
Más que ninguna otra gran ciudad norteamericana, Nueva Orleans ha sido y es una gran encrucijada de culturas que han marcado, a diversos niveles, su música y su sonido. Un ejemplo lo tenemos en el blues surgido allí.
En este villa cosmopolita, en este gran puerto abigarrado que atrae a artistas de todos los lugares del mundo, la comunidad afroamericana se benefició de una relativa ausencia de tensión racial; por eso, no sorprende que la música de Nueva Orleans haya sido el resultado de un conglomerado de influencias: anglosajona, española (y posteriormente mexicana), caribeña, franco-acadiana (canadiense), criolla y, sobre todo, negra.
Desde principios de siglo, las orquestas de ragtime y dixieland florecieron en el barrio de Storyville. Sin embargo, el papel de «cuna del jazz» que siempre se ha atribuido a Nueva Orleans eclipsó, en muchas ocasiones, la importancia de la escena local de blues, hasta el punto de negar su existencia antes de 1950.
Otra de las dificultades con que se encontraron los músicos de la ciudad fue, hasta 1945, la ausencia de estudios de grabación en condiciones: los pocos que grababan (Lonnie Johnson, en el vídeo de arriba) lo hacían en Chicago o Nueva York. Mientras tanto, y desde Jelly Roll Morton, Nueva Orleans pasaba por ser una reserva inagotable de pianistas.
Hasta después de la Segunda Guerra Mundial el blues local no pudo darse a conocer, gracias a la creación de estudios (especialmente, el de Cosimo Matassa) y la aparición de productores independientes, por una parte, y el declive del dixieland, por otra, cediendo el lugar así a una nueva música popular negra.
Esta nueva música, representada por Professor Longhair y Fats Domino, se caracterizaba por una gran sofisticación, el predominio del piano y una doble línea de bajos creada por un juego entrelazado entre guitarra y contrabajo, y era el reflejo de la apertura del blues a todas las formas vecinas de música popular (rumba, cajun, dixieland), a lo que hay que añadir la influencia de las orquestas de swing emigradas de Kansas City (Joe Turner se instaló en Nueva Orleans desde 1945), lo que se notó en la potencia vocal de los cantantes y la multiplicación de solos de trompeta y saxo, todo ello envuelto en una atmósfera irresistible de buen humor.
Tras los primeros éxitos a nivel nacional de Roy Brown y, sobre todo, de Fats Domino con The Fat Man en 1949, la ciudad se convirtió en uno de los centros más creativos del blues de la posguerra, un blues urbano y sofisticado, más asequible que el de Chicago o Mississippi y que contribuyó de forma decisiva al nacimiento del rock’n’roll.
A partir de 1954, Joe Turner, Fats Domino y Little Richard, asiduos de clubs de Nueva Orleans como el Drew Drop Inn, fueron los primeros artistas afroamericanos que se convirtieron en grandes estrellas aceptadas por el público joven blanco, cansado de las golosinas musicales que les estaba ofreciendo la industria y los medios de comunicación.
Junto a estos triunfadores, la escena de la ciudad estaba repleta de artistas que, sin llegar a conseguir la categoría de estrellas a nivel nacional, tuvieron una influencia considerable: el productor y arreglista Dave Bartholomew, asociado al sello Imperial, coautor de la mayoría de éxitos de los artistas locales, descubridor de talentos como Fats Domino y Roy Brown, y centro de toda la producción discográfica de la ciudad durante los años cincuenta; el también cazatalentos Paul Gayten, asociado al sello Chess, y descubridor de Clarence Frogman Henry y Bobby Charles; el pianista y cantante Sugar Boy Crawford; o los guitarristas Snooks Eaglin (componente de la banda de Professor Longhair), Guitar Slim (pionero de la experimentación eléctrica en la guitarra y autor del clásico The Things I Used To Do), Earl King (famoso por su balada Those Lonely Lonely Nights en 1955) y Smiley Lewis.
La prolífica escena del blues y del rock’n’roll negro de Nueva Orleans gozó de una calidad extrema, y de ella surgieron decenas de personajes como los Neville Brothers, Larry Williams, Allen Toussaint, The Meters, Dr. John y Jessie Hill, entre muchos otros.
Y para terminar, aquí tenemos a Snooks Eaglin junto al bajista George Porter Jr con el tema Baby Please.