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Coco Robicheaux, blues vudú curativo

El cantante, en una imagen de su debut «Spiritland». Foto: Barry Kaiser

Si nos fiamos de las fotos, tenía un aspecto impresionante: pendientes en las orejas, pañuelo en la cabeza y un rostro curtido. Y más impresionante aún resultaba su voz, macerada en alcohol, tabaco o quién sabe qué, con la misma rugosidad que otros colegas de Nueva Orleans como Dr. John y Willy DeVille. Cuando se cumplen nueve años de su muerte, el 25 de noviembre de 2011, repasamos su carrera.

Coco Robicheaux, nacido como Curtis John Arceneaux el 25 de octubre de 1947, pasó sus primeros años entre los pantanos de la parroquia rural de Ascension (Louisiana) y la campiña de Francia. Así se definía él mismo: “Soy parte choctaw, parte cajun francés, y crecí lejos de la ciudad. Solo había campos de caña hasta donde alcanzaba la vista y el río Mississippi. Vivía en la granja de mi bisabuelo”.

Según algunas fuentes, para su nombre artístico se basó en una leyenda de Louisiana: Coco Robicheaux era un niño que fue secuestrado y criado por un hombre lobo (loup garou). Ese mismo nombre era citado por Dr. John en su famosa canción I Walk On Gilded Splinters, de su álbum de debut Gris-Gris (1968).

A los 13 años, Coco creó su primer grupo de rhythm’n’blues, a los 15 ya tocaba en Bourbon Street y firmó su primer contrato discográfico con el sello J.B. en 1965. Grabó un single, seguido de un álbum que nunca vería la luz. La decepción lo llevó a una etapa errática, recorriendo el país. Hasta que en 1992 volvió a Nueva Orleans y empezó a destilar su estilo inconfundible, una corrosiva mezcla de rhythm’n’blues cajun, vudú y espiritualidad.

Tras Spiritland (1995), su primer álbum en esta nueva etapa, este cantante, guitarrista y trombonista regresó con Louisiana Medicine Man (1997), un disco producido como el anterior por Carlo Ditta –también productor del Victory Mixture (1990) de Willy DeVille– que, entre otras curiosidades, incluía una foto interior de la Casa Batlló de Gaudí.

Con su voz aguardentosa, Robicheaux interpretaba con especial habilidad muestras de rhythm’n’blues pantanoso, como Cottonmouth (donde incluso podía oírse el croar de ranas junto a destellos de armónica y un violín planeador) y Louisiana Medicine Man (donde contaba sus habilidades con el gris-gris y los conjuros, con una voz prácticamente idéntica a la de Dr. John, entre coros femeninos cual espíritus del bayou).

La vertiente más góspel de su estilo estaba presente en Tumblin’ Out y en Where You Go To Pray, mientras que en 3:33 Blues recurría al slow blues ortodoxo; en Juanita se acercaba al sonido fronterizo, con un precioso vals que haría las delicias de Willie Nelson, y en Weight Of The World, acentuando otra vez su parecido con Dr. John, recitaba una retahíla sobre el ritmo impuesto por una brass band en plena ebullición.

Sorprendentemente, cambiaba de registro para convertirse en un peculiar crooner de voz cristalina en Love Of A Woman y When The Nightingale Sings.

La pregunta queda en el aire: ¿forzaba su voz para emular a Dr. John? En cualquier caso, es algo que no importa, a tenor de los excelentes resultados. Se llegó a decir que, si Tom Waits interpretara vudú blues en Frenchmen Street, sonaría como Coco.

Después de Louisiana Medicine Man, Robicheaux publicó Hoodoo Party (2000), Yeah, U Rite! (2005), Like I Said, Yeah, U Rite! (2008) y Revelator (2010).

Su última grabación tuvo lugar un mes antes de su muerte: la canción Not A Goddamn Clue, a dúo con la vocalista y guitarrista Frenchie Moe. En ella también participaron Leon Kid Chocolate Brown, Jimmy Carpenter y Jack Cruz (componentes de The Roadmasters, la banda de Walter Wolfman Washington).

A lo largo de su carrera Coco tocó con leyendas como Clarence Gatemouth Brown, Dr. John, John Lee Hooker, Keb’ Mo’, Willy DeVille, Mighty Sam McClain, the subdudes y casi todos los músicos de Nueva Orleans.

El cantante también hizo sus pinitos como actor –básicamente interpretándose a sí mismo– en dos series de las que ya hemos hablado aquí: The Big Easy (1996-1997) y, sobre todo, Treme (2010-2011), donde realizaba el sacrificio vudú de un gallo durante una entrevista radiofónica en la WWOZ.

También fue un artista visual, escultor y pintor. Por ejemplo, creó el busto de bronce de Professor Longhair que se encuentra en la entrada del célebre local Tipitina’s.

Robicheaux murió de forma repentina el 25 de noviembre de 2011 en Nueva Orleans, a los 64 años, mientras se encontraba en su bar favorito, el Apple Barrel, donde solía actuar.

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