Retrocedamos a 1993. El cantante y compositor californiano acaba de publicar su cuarto álbum, San Francisco Days, y está en Madrid para promocionarlo. Es la segunda vez que coincido con él y, entre respuesta y respuesta, interpreta algún tema propio y, sobre todo, versiones de los cincuenta. Este es el relato de ese encuentro.
A lo largo de mi carrera periodística, creo que han sido muy pocas las veces que he entrevistado a un artista en más de una ocasión. Pero, cuando lo he hecho, ha valido la pena: ese es el caso de Chris Isaak.
La primera vez fue en 1991, en visita de promoción con motivo de la publicación de su recopilatorio Wicked Game (1991). La cita fue en el Hotel Le Méridien de Barcelona y, como ya conté, estuvo pidiendo una guitarra todo el rato.
Dos años después, regresó a nuestro país con un nuevo álbum bajo el brazo, San Francisco Days (1993). En esta ocasión, tuve que viajar hasta Madrid –algo que, cuando trabajaba en el programa de televisión Sputnik, solía hacer cada semana– para charlar con él.
El escenario, el lujoso Hotel Palace, un lugar que las discográficas solían escoger con asiduidad para los encuentros de la prensa con artistas internacionales. La sorpresa más agradable fue que Isaak, impecablemente vestido con un vistoso traje, llevaba una guitarra acústica, y su compañero, el batería Kenney Dale Johnson, una caja y una escobilla.
Mientras el equipo de Sputnik acababa de montar la cámara y comprobar el sonido, la pareja empezó a interpretar Blue Spanish Sky. Y aquí es necesario un inciso: esta entrevista se grabó para la tele. He tenido que transcribirla de una cinta VHS, y es evidente que su interés se reduce al no poder ver el unplugged de Isaak. Aun así, nunca se había publicado.
Me gustaría que me hablaras del proceso de grabación de tu nuevo trabajo, San Francisco Days. Creo que los estudios estaban cerca de donde vives. ¿Es cierto? Sí, a siete bloques de mi casa. Estuvo bien porque podía ir en bicicleta a trabajar y tomármelo con calma.
¿También te lo tomas con calma en tu carrera? Porque, desde tu debut en 1985 con Silvertone, solo has grabado tres discos más: Chris Isaak (1986), Heart Shaped World (1989) y ahora este San Francisco Days. (Chris): He publicado pocos álbumes, pero hay un montón de canciones en las que siempre estoy trabajando y aún no se han grabado. (Kenney): Vamos a escuchar una. ¿“Leavin’ It All Up to You?”. (Chris): Claro. Kenney la escribió. Vino y me dijo: “He hecho esto”. Y le contesté: “Es preciosa”. No podía creer que la compusiera él.
Empiezan a cantarla, y pronto me doy cuenta de que es una versión de manual de un tema de Don & Dewey de 1957 y que me están tomando el pelo de manera muy sutil… una sensación que dura a lo largo de toda la charla.
(Chris): Esto me suena mucho a una canción de Don & Dewey. ¿Seguro que la escribiste tú? (Kenney): Bueno, me inspiré en ella…
En este disco has experimentado con nuevos instrumentos… Me alegro de que digas “nuevos instrumentos”. Pensaba que dirías “sonidos psicodélicos”. Sí, sobre todo utilizamos un órgano Hammond B3, y creo que suena mejor que un sintetizador. Teníamos a un gran músico, Jimmy Pugh. Yo tuve que tocar más partes de guitarra solista, y el resto es un poco lo mismo de siempre. Kenney es el batería y también canta armonías.
En los créditos aparece Danny Gatton (un guitarrista mítico de rockabilly, blues, country y jazz que se suicidó en 1994). Es un músico excelente. Alguien me dijo que no dejara que se acercara a mis guitarras ni las tocara. Pregunté por qué, y me contestaron que él siempre llevaba encima un destornillador y las desmontaba.
Y, de pronto, se ponen a entonar Dark Moon, una canción de Bonnie Guitar de 1957. Isaak la interrumpe y me dice: “Tú dispara, cualquier pregunta”.
Creo que en cada álbum siempre ofreces algo nuevo. En este caso, ¿qué es? (Se lo piensa). Arreglos distintos, toco más la guitarra y hay un par de canciones que son alegres por su actitud y por la historia que cuentan, tienen un final feliz.
En uno de los temas, Except The New Girl, suena una pedal steel, algo bastante insólito en tus trabajos. Es Tom Brumley (1935-2009), un gran intérprete de steel que tocó con los Buckaroos de Buck Owens y con Ricky Nelson. Nunca había colaborado antes con un guitarrista de steel. Fue impresionante. El sonido de la steel guitar es muy emotivo.
¿Crees que te has convertido en un artista digamos clásico? Te lo digo porque, por ejemplo, k.d. lang ya versionó tu canción Western Stars en Shadowland (1988). Me encantó que la grabara, es una gran adaptación, me halagó. Y, además, The Jordanaires cantaban en ella, y soy un gran fan suyo. Pero no sé si soy un clásico. Creo que tengo mucho trabajo por hacer antes de que alguien diga eso, pero me lo paso bien.
¿Te consideras un personaje independiente en la industria? Vives en San Francisco, trabajas siempre con la misma banda… Vivir en San Francisco es como estar fuera de la industria discográfica. No es que hayan intentado cambiar mi música, pero, si te digo la verdad, no me gusta mucho la parte de negocio de todo esto. Prefiero tocar, actuar y grabar discos. Cuando más tiempo paso en Los Ángeles, más se trata de negocios. Así que me quedo en San Francisco…


He escuchado un par de bootlegs de conciertos tuyos… ¿Eran buenos? (Se ríe).
Sí, mucho. Trae una copia. ¡Queremos copias!
En directo eres otro personaje. Bromeas con el público, interpretas muchas versiones… Es como una rock’n’roll revue, una historia del rock’n’roll a través de canciones… (Chris): Cuando tocamos en directo hacemos algunos temas de cada álbum, si hay hits los interpretamos, y luego intentamos cantar cada noche varias canciones diferentes, no repetimos siempre lo mismo. Lo hacemos para divertirnos. (Kenny): Si es divertido para nosotros, lo es para todos. (Chris): No para todos. (Kenny): Bueno, siempre hay algún alborotador problemático. (Chris): Mi música es bastante seria, con baladas muy tristes, y no puedes hacer todo un show así, no sería divertido. Así que hay algunas baladas y canciones para bailar. Disfrutamos con lo que hacemos, y es como una fiesta para nosotros.
Además, interpretáis versiones de Caledonia, Tequila, Wild Thing, Baby Please Don’t Go e incluso Misty… La primera hora es como muy calmada y formal, como llevar un traje, y en la segunda ya estás todo sudoroso y te quitas la chaqueta…
En uno de esos bootlegs aparece el explosivo saxofonista Johnny Reno (formó parte de los Double Trouble de Stevie Ray Vaughan entre 1978 y 1979), también presente en San Francisco Days. Sí. Es un maníaco. Está completamente loco. Es de Texas. Es el único tío al que conozco que solo tiene un brazo bronceado. Le pregunto: “Johnny, ¿cómo es eso?”. Y me responde: “Es de conducir. Siempre lo tengo fuera y le da el sol”. Se pasa la vida conduciendo de un show a otro.
¿Qué hay de tu carrera de actor? Bueno, si alguien me ofrece un buen papel, intento aceptarlo. Acabo de rodar con Bernardo Bertolucci en Katmandú, Bután y Seattle –se refiere al filme Pequeño Buda (1993)–. Siguen contratándome, así que sigo aceptando.
¿Cuál es tu director favorito, con el que te encantaría trabajar? Me gusta John Ford, pero él no llamará.
Tus canciones han sido empleadas en series de televisión e incluso en algún anuncio. ¿Cómo llevas eso? Utilizaron una para un anuncio de promoción del consumo de leche, y me pareció bien. Si lo usan para cigarrillos o whisky, no me molesta: si la música encaja, está bien. Además, si puedes ganar algún dinero y no tienes que hacer nada excepto ceder tus canciones…
Vuelve a pararse para cantar: “Vamos a tocar un poco de country. No lo hacemos en directo ni en disco. Por eso lo hacemos aquí”. E interpretan It Hurt Me So de Charlie Rich, también conocida por la versión de Jerry Lee Lewis de 1958.
¿Qué clase de música escuchabas de niño? Exactamente esta. Mi hermano mayor tenía un tocadiscos y lo escuchábamos cada mañana antes de ir al colegio. Es el tipo de música que sonaba en casa a todas horas.
Y, como no podía ser de otra manera, termina la entrevista con una versión (esta vez sin Kenney) de I’ll Make It All Up to You de Jerry Lee Lewis de 1958, compuesta por Charlie Rich.