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Bettye LaVette: premio a una leyenda

Reconocimiento. Foto: Danny Clinch

La veterana cantante de soul será una de las merecedoras de los galardones honoríficos de los Americana Music Awards 2023. Una recompensa muy justa para una artista que, a pesar de llevar décadas en el negocio, no ha sido reconocida hasta este siglo. Recordamos uno de sus mejores álbumes.

El pasado mayo, en estas mismas páginas, anuncié la lista de los nominados a los Americana Music Awards 2023, que se entregarán el 20 de septiembre en Nashville. En esos momentos aún no se conocían los destinatarios de los Premios a la Trayectoria.

Esta semana se han desvelado los nombres: The Avett Brothers, George Fontaine Sr. –cofundador del sello New West Records–, la cantautora Patty Griffin, el trío de bluegrass Nickel Creek y, el que más ilusión me hace, la vocalista de soul Bettye LaVette.

Según la Americana Music Association, “la ganadora del Premio Legacy es una de las mejores cantantes e intérpretes de soul nacidas en el siglo XX. Aun así, hubo que esperar hasta el XXI para que una amplia comunidad musical la abrazara y celebrara”.

Y añade: “Ha tenido éxitos y ha sufrido reveses, pero Bettye LaVette emergió triunfalmente como una cantante apreciada por sus oídos abiertos y su determinación de controlar su propio destino”.

En 1969, en la época de Silver Fox

Nacida Betty Jo Haskins en 1946 en Muskegon (Michigan), LaVette es una de esas vocalistas capaz de coger cualquier tipo de canción y vampirizarla como si fuera suya. Solo hace falta echar una ojeada a la gran variedad de artistas de todos los estilos que ha versionado.

Su carrera empezó en 1962, a los 16 años, en Detroit, con el single My Man – He’s A Loving Man, editado por Atlantic. Esto la llevó a participar en giras de Ben E. King, Clyde McPhatter y Otis Redding. En 1965 tuvo otro hit con Let Me Down Easy, y formó parte de un tour con The James Brown Review.

Desde la década de los sesenta y hasta los ochenta grabó para varios sellos discográficos, entre ellos Silver Fox, ATCO, Epic y Motown. También colaboró con Charles Honi Coles y Cab Calloway en la gira del musical Bubbling Brown Sugar.

En los dos mil empezó lo que ella denomina su “quinta carrera”. Su disco A Woman Like Me (2003) ganó el premio W.C. Handy al Mejor álbum de regreso de blues en 2004. Sería el primero de una larga serie de galardones.

Después, entró a formar parte de la escudería del sello Anti-, donde grabó cuatro álbumes. El primero, I’ve Got My Own Hell To Raise (2005), producido por Joe Henry, incluía canciones escritas por artistas femeninas como Rosanne Cash, Dolly Parton, Lucinda Williams, Sinéad O’Connor, Aimee Mann y Fiona Apple.

Le seguirían The Scene Of The Crime (2007), Interpretations: The British Rock Songbook (2010) –con covers de bandas como Led Zeppelin, The Animals, The Who y The Moody Blues, entre otras– y Thankful n’ Thoughtful (2012), adaptando a Tom Waits, Neil Young, The Black Keys y Sly & The Family Stone.

Ya fuera de Anti- y en el sello Cherry Red, volvió a contar con Joe Henry a la producción en Worthy (2015), con temas de Mary Gauthier, Bob Dylan, The Rolling Stones, Savoy Brown y The Beatles.

En 2017 fichó por Verve y grabó dos discos producidos por Steve Jordan: Things Have Changed (2018), una colección de versiones de Dylan, y Blackbirds (2020), un homenaje a las cantantes afroamericanas de los años cincuenta y sesenta que la influyeron: Dinah Washington, Billie Holiday, Nancy Wilson…

Su álbum más reciente es LaVette! (2023), también con Jordan a los mandos, con un repertorio de canciones compuestas íntegramente por Randall Bramblett, y con colaboradores como Steve Winwood, Jon Batiste y John Mayer.

De vuelta a la escena del crimen

Retorno a Alabama

En 2007, Bettye LaVette regresó a Muscle Shoals, donde en 1972 había grabado Child Of The Seventies, incomprensiblemente archivado por ATCO. Las cintas perdidas del álbum fueron descubiertas por Gilles Petard, quien lo editaría en su sello Art & Soul como Souvenirs (2000).

Por eso, para la soulwoman el hecho de revisitar los legendarios estudios de Alabama supuso como una vuelta al escenario de un crimen, y de ahí el irónico título del disco, The Scene Of The Crime.

La cantante contó con los Drive-By Truckers como banda de apoyo, y el resultado no pudo ser mejor: soul sureño correoso, rotundo rhythm’n’blues y matices country, y una instrumentación austera, con colaboradores como Spooner Oldham (teclados), ideal para realzar su tremenda voz desgarrada.

100 % pura y sin adulterar

Fiel a la premisa de “no escribo canciones, las interpreto”, la entonces sexagenaria artista reconstruía grandes temas de Willie Nelson (Somebody Pick Up My Pieces), George Jones (Choices), John Hiatt (The Last Time) y Don Henley (You Don’t Know Me At All).

También se atrevía con Eddie Hinton –I Still Want To Be Your Baby (Take Me Like I Am)–, Frankie Miller (Jealousy), Ray Charles (They Call It Love) y, glups, Elton John (Talking Old Soldiers).

Y nos remataba con un autobiográfico Before The Money Came (The Battle Of Bettye LaVette), coescrito con Patterson Hood –el cantante y compositor de Drive-By Truckers–, a la altura del Son Of A Preacher Man de Dusty Springfield.

Si Tina Turner no hubiera perdido el tiempo moviendo el culo para los blancos, tal vez habría grabado un disco como The Scene Of The Crime. Pero, como alguien dijo, Bettye LaVette “es una cantante soul 100 % pura y sin adulterar”.

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