Gracias a su buen olfato, el mundo conoció a genios como Count Basie, Billie Holiday, Aretha Franklin, Bob Dylan y Stevie Ray Vaughan, entre otros. Por eso se considera a este legendario productor, crítico y activista de los derechos civiles como una de las figuras más importantes de la música del siglo XX. Cuando se cumplen años de su desaparición, recordamos algunos de sus logros.
Nacido el 15 de diciembre de 1910 en Nueva York como John Henry Hammond II, John Hammond se convirtió en un fan del jazz desde niño, y a principios de los años treinta escribía críticas de discos en la revista británica Melody Maker.
Hammond también utilizó su herencia (pertenecía a una familia acomodada) para financiar grabaciones en una época en la que la depresión económica hizo que las discográficas fueran incapaces de invertir en jazz. Así, en 1933 produjo la primera sesión de Billie Holiday, con las canciones Your Mother’s Son-In-Law y Riffin’ The Scotch.
En 1937, mientras conducía en su coche cerca de un hotel de Chicago donde actuaba Benny Goodman, escuchó por la radio por casualidad un concierto de Count Basie desde Kansas City, y se decidió a promocionar activamente su carrera.
Entre 1938 y 1939, creó los conciertos From Spirituals To Swing en el Carnegie Hall de Nueva York, concebidos para mostrar la variedad del blues, el góspel y el jazz, con artistas como Sister Rosseta Tharpe, Ida Cox, Big Bill Broonzy, Pete Johnson, Albert Ammons, Meade Lux Lewis, Sidney Bechet y Count Basie, entre otros.
A principios de los años cuarenta, trabajó para Columbia Records y, tras cumplir el servicio militar, ejerció de productor en discográficas como Vanguard.
En 1958, volvió al sello Columbia y fue el responsable de fichar a Pete Seeger y Babatunde Olatunji. En esa época también descubrió a una jovencísima Aretha Franklin y, pocos años después, a Bob Dylan, a quien produjo sus dos primeros álbumes, el debut homónimo (1962) y The Freewheelin’ Bob Dylan (1963).
Mientras mantenía vivo su interés por el jazz y por el blues (supervisó las reediciones de Bessie Smith y Robert Johnson), durante los años sesenta, setenta y ochenta descubrió a nuevos artistas para Columbia, como Leonard Cohen, George Benson, Bruce Springsteen, Mike Bloomfield y Stevie Ray Vaughan.
Hammond murió en la ciudad de Nueva York el 10 de julio de 1987. Su aprecio por la música, su empeño en romper barreras raciales y su visión para descubrir a nuevos talentos fueron sorprendentes, por lo que su contribución a casi todos los estilos musicales fue enorme.
Por suerte, su legado ha continuado en la figura de su hijo John Hammond Jr., uno de los representantes más destacados del blues blanco.