Con motivo de la muerte de Dr. John, en 2019 realicé una serie de entrevistas con distintos músicos para que valoraran su figura y su trascendencia. Como el experimento obtuvo resultados bastante interesantes, ahora lo he repetido con otro gran icono recientemente desaparecido, Jerry Lee Lewis.
El método ha sido idéntico: un cuestionario con las mismas preguntas, enviado a una cuarentena de artistas estatales e internacionales, de estilos como el blues, el country, el rockabilly, el rock’n’roll, el jazz, la americana y el rhythm’n’blues. Una aclaración antes de ser acusado de la poca presencia femenina: de las ocho mujeres a las que mandé la propuesta, solo dos han contestado.
Entre los entrevistados encontramos, cómo no, a pianistas –Lluís Coloma, David Giorcelli, Miriam Aparicio, Poyo Moya, Paul San Martín–, pero también a guitarristas –Mario Cobo, Oscar Rabadán, Raúl Rabadán, Balta Bordoy, David Maho–, a cantantes –Itziar Yagüe, Jesse Dayton, Colin Ward, Blas Picón, Pike Cavalero– y a otros músicos –Javier Cortés, Dani Nel·lo, Aurelio Morata–. También se han recogido los testimonios de productores –Mike Vernon– y de periodistas y escritores –Manuel López Poy, Manel Celeiro y Javier Lucini–. Un gran agradecimiento para todos ellos.
Las principales conclusiones de este trabajo son las siguientes: primero, la influencia que The Killer tuvo no solo en los pianistas, sino también en otros instrumentistas que valoran su actitud y su fuerza escénica, cercana al punk; segundo, la importancia de la película Gran bola de fuego (Jim McBride, 1989) para darlo a conocer, y tercero, la reivindicación de su faceta como cantante country.
¿Qué ha representado Jerry Lee Lewis para la historia de la música y para el piano?
Lluís Coloma (pianista de boogie woogie y blues): Ha sido el inventor del piano del rock’n’roll, o uno de los músicos más importantes en coger el origen del boogie woogie, de Pete Johnson y Meade Lux Lewis, y convertirlo en rock’n’roll, junto con figuras como Little Richard y Johnnie Johnson, e incluso pianistas de blues de Chicago que también tocaban esa onda, como Lafayette Leake. Además, combinó no solo el boogie woogie y el blues, sino también el góspel y el country, del que era un gran amante: sus ídolos eran Hank Williams y Jimmie Rodgers.
David Giorcelli (pianista de boogie woogie y blues; Wax & Boogie): Una gran capacidad para fusionar los estilos más tradicionales, de raíz americana, como el country, el boogie woogie, el blues y el rhythm’n’blues y llevarlos a su terreno, el rock’n’roll, como ya hicieron otros grandes del rockabilly de la época, como el mismísimo Elvis Presley, para poder darle un altavoz mundial. Esto tiene mucho mérito. Aparte de que creó su propia leyenda, la del Asesino. Y, pianísticamente, es curioso porque su boogie woogie no era para nada ortodoxo. Si escuchas a los grandes clásicos del género, tienen un sonido muy característico. Jerry Lee tenía un estilo muy particular, muy desenfadado, muy divertido y, a su vez, salvaje. Ha iluminado el instrumento del piano para muchos pianistas, y yo me considero uno de ellos.
Ha sido el inventor del piano del rock’n’roll (Lluís Coloma)
Miriam Aparicio (pianista de blues): No hay duda de que el piano y la figura de Jerry Lee es referencia absoluta para los músicos, sobre todo pianistas, amantes del rock’n’roll y de estilos cercanos. Diría que la clave está en su irreverencia y en su fuerza, tanto sobre las teclas como sobre el escenario con su actitud y su voz.
Paul San Martín (pianista y cantante de blues y boogie woogie): Fue el hombre que llevó el rock’n’roll al piano, tomando elementos del boogie woogie y del blues. Es su mayor aportación. Era algo que no se había visto antes. Forma parte del triunvirato: él, Fats Domino y Little Richard. Sin Jerry Lee, el piano del rock’n’roll o no hubiera existido o hubiera tomado otros patrones totalmente diferentes. Fue un creador absoluto. Para mí ha sido una grandísima pérdida, y creo que muchos de nosotros no nos hubiéramos dedicado a esto o hubiéramos seguido caminos distintos si no llega a ser por él.
Cristian Poyo Moya (pianista de blues y boogie woogie): Fue el primer músico sentado tras un piano que arrancaba estas canciones de rock’n’roll y boogie woogie a full. Y también fue un pianista muy bueno de country. Él continuó el legado de Hank Williams, al que admiraba mucho, y al ser pianista lo hizo todo a su manera: hacía sus propias versiones, y además era un virtuoso. Se lo ha currado. Y nos deja toda su música y su arte para seguir disfrutándolo eternamente.
Oscar Rabadán (guitarrista de blues; The Junk Express, Three Time Losers): Fue un cambio, sobre todo a nivel pianístico: un tío que utilizaba un piano como una guitarra. A mí me llamó la atención esto y también el show: dominaba mucho el escenario y sabía enloquecer al público. Supuso un cambio radical dentro del rock’n’roll, sobre todo en su época; era como ver a un extraterrestre, me imagino.
David Maho (guitarrista y cantante de blues y country): Actitud, descaro, determinación, pasión… Y, sobre todo, y nunca mejor dicho, por eso que le daba de prender pianos, fuego. En los cincuenta, a nivel personal y musical, las reglas se la sudaban. Un artistazo versátil a más no poder.
Javier Cortés aka Xavi Carajillo (contrabajista de blues y rock’n’roll y cofundador de Carajillo Records): Es uno de esos pioneros que acercaron la música negra al gran público blanco y el country a personas como yo, a las que Nashville les queda muy, muy lejos.
Fue el único rockero que plantó cara a Elvis y a Chuck Berry (Jesse Dayton)
Blas Picón (cantante y armonicista de Three Time Losers y The Junk Express, ex The Nu Niles y The Lazy Jumpers): Es un eslabón más de esa maravillosa mezcla que combinó el blues y el country y pavimentó el camino al desarrollo de la música popular, para bien y para mal. Tenía sus luces y sombras, como cualquier hijo de madre, pero si mi amigo Lluís Coloma dice que es una de sus motivaciones para tocar de la forma que toca, es que su legado perdurará.
Jesse Dayton (cantante y guitarrista de country, rock’n’roll y americana): En cierto modo, representaba la versión perfecta de la música americana: góspel, blues, country, rock’n’roll… He sido un fan suyo durante toda mi vida y la muerte del Killer supone el fin de una era. En mi opinión, fue el único rockero que plantó cara a Elvis y a Chuck Berry y el único cantante de country que realmente rivalizaba con George Jones. Uno de los arquitectos estadounidenses del boogie woogie y el country-soul.
Colin Ward (cantante de rock’n’roll, country y blues; Hillbilly Noir): Es la personificación del rock’n’roll, solo tienes que mirarlo. Tiene una vibra especial.
Pike Cavalero (cantante de rockabilly, rock’n’roll, country y blues): La normalización del boogie woogie en el rock’n’roll blanco.
Itziar Yagüe (cantante de blues y jazz): Quizá es la última gran leyenda del rock’n’roll, la más longeva y la que ha llegado hasta este primer cuarto de siglo XXI siendo fiel a sí mismo. Es uno de esos casos en los que no puedes separar al artista de su personalidad. Su muerte cierra, de alguna forma, un ciclo en cuanto a lo que significa el rock’n’roll en su expresión más pura.
Mike Vernon (productor de british blues): No era realmente un fan suyo, a pesar de que compré varios singles primerizos de “Great Balls Of Fire”, “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”, “Breathless”… y eso fue todo. ¡Estaba mucho más interesado en Little Richard y Fats Domino! Sin embargo, son noticias tristes… ¡Él era único en algunos aspectos, pero realmente no era mi preferido!
Mario Cobo (guitarrista y productor; ex The Nu Niles y The Lazy Jumpers): Sin duda, su personalidad y puesta en escena han influenciado a muchas generaciones de músicos. Seguramente, para la mayoría de pianistas de rock actuales, cuando hablas de rock’n’roll en piano, Jerry Lee es su primera referencia.
Dani Nel·lo (saxofonista; Los Mambo Jambo, Los Saxofonistas Salvajes, ex Los Rebeldes): La unión del country, el blues, el góspel y el boogie woogie que desembocó en el rock’n’roll. Cuando lo oyes, puedes degustar todos estos sabores en una receta perfecta, única y personal, muy personal. De hecho, ha sido una influencia para muchos músicos, aunque Jerry Lee no se puede imitar. Y con el piano, igual… Su estilo es muy singular. Está el piano de country, de honky tonk y también el boogie más negro. Cualquier pianista que quiera dedicarse al rock’n’roll ha de pasar por él.
Aportó una dosis extra de sexualidad y provocación (Manel Celeiro)
Aurelio Morata (contrabajista, guitarrista, cantante y productor; ex Los Rebeldes, Aurelio y Los Vagabundos): Su aportación no creo que fuera tanto a la música en un sentido intrínseco, sino a su actitud y cómo utilizo esta como vehículo de expresión, siendo posiblemente el primer punk-rocker.
Manuel López Poy (periodista y escritor; su libro más reciente es Elvis. El hombre y el mito, 2022): Fue un revulsivo, un puñetazo en el estómago para los oídos adormecidos de la generación de los cincuenta. Revolucionó la forma de tocar el piano y la dotó de una energía y una espectacularidad increíbles, que lo convirtieron en el modelo a imitar para miles de músicos en todo el mundo.
Manel Celeiro (periodista, Ruta 66): Una figura clave para el desarrollo del rock’n’roll en sus orígenes. Por sus canciones, por su actitud y por su presencia escénica. Aportó una dosis extra de sexualidad y provocación, y su fuerte carácter da para una larga ristra de anécdotas, como la vez que, cabreado por actuar antes que Chuck Berry, le pegó fuego al piano gritando: “¡Supera esto, negro!”. Anécdota que ilustra, además, la intensidad y la fuerza de sus actuaciones en directo. Daros una vuelta por YouTube y podréis ser espectadores de algunos vídeos suyos que son momentos memorables de la historia del rock como, por ejemplo, la filmación en el programa de televisión de Steve Allen en 1957. Lástima que, como le sucedió al antes mencionado Chuck Berry, sus aventuras amorosas –ya saben, se casó con una prima suya menor de edad– y sus consecuencias frenaran en seco la progresión de su carrera. Concluyendo, uno de los pioneros, de esos que sentaron las bases de buena parte de lo que ahora conocemos.
¿Qué ha significado para ti?
Lluís Coloma: A mí me cambió la vida, fue un punto de inflexión total. Después de ver el biopic “Gran bola de fuego” quedé impactadísimo por cómo tocaba el piano y quise hacer eso. Me convertí en un fan total suyo. Para mí fue una revolución. Yo venía más de la música clásica y al escuchar aquello, siendo adolescente, me cambió totalmente. A través suyo después descubrí a muchos músicos de blues y de boogie woogie y es la razón de que me dedicara enteramente a esto. Es el músico fundamental para mí.
David Giorcelli: Cuando empecé a tocar el piano, sobre todo me fijaba en las líneas de los bajos, en cómo sonaba el walking bass, la mano izquierda; era lo que más me llamaba la atención. Y me gustaba escuchar diferentes recopilatorios de rock’n’roll, aunque solo fuera para oír cómo caminaba el bajista. También recuerdo que en esa época salió la película “Gran bola de fuego” y aquello fue un antes y un después, porque me cautivó mucho cómo se podían aplicar estas líneas de walking bass con la mano izquierda e improvisar con la derecha cantando rock’n’roll. Me parecía simplemente espectacular. Aunque, para mí, en este aspecto, Jerry Lee siempre ha sido más un ídolo y un héroe que una persona en la que me fijara exclusivamente para aprender cómo tocaba el piano. Eso me ocurrió años después al conocer al pianista de Roomful Of Blues, Al Copley, cuando vino a Barcelona; fue como un despertar, de decir: “Quiero ser como este señor”. Pero, evidentemente, la influencia de Lewis siempre estuvo ahí.
No se había inventado el punk, pero era punk (Oscar Rabadán)
Paul San Martín: Para mí, por supuesto que fue una gran influencia a lo largo de mi vida, sobre todo como pianista y cantante. Yo, que empecé enseguida a cantar y a tocar a la vez, lo tenía como primera referencia.
Oscar Rabadán: A pesar de ser pianista, sí que puedo decir que ha habido una influencia porque, bueno, yo era un chaval cuando lo conocí. Empezaba en esto del rock’n’roll, y cuando eres adolescente te atrae mucho el lado salvaje: “Hostia, yo quiero hacer eso”. Para mí era un punk dentro del rock’n’roll, una rara avis, un bicho raro. Solo con la música y las fotos que podías ver en los LP ya me transmitía eso: tocando con el pie, despeinado… ese salvajismo. Y luego te ibas enterando de su vida, que también fue caótica, cuando se casó con su prima de 14 años. Hoy estaría en la cárcel, me imagino. Lo vi como un Sid Vicious. Porque para mí era salvaje, rock’n’roll en estado puro. No se había inventado el punk, pero era punk. Y me influenció a la hora de querer coger una guitarra y hacer el loco.
Raúl Rabadán T-Bonski (guitarrista de blues; Three Cool Cats, Dixie Jumble, Big Hollers): Como músico me ha influido sobre todo a la hora de quitarte prejuicios de encima, y me gusta su concepto de canción, solos cortos y percusivos.
Balta Bordoy (guitarrista de blues y rhythm’n’blues; The Bad Boys, Los Peligrosos Gentlemen): Descubrí a Jerry Lee sobre el año 86 y me compré un par de vinilos suyos, reediciones del material de Sun. Además del puro rock’n’roll, me interesaron también sus versiones de clásicos como “Jambalaya” y “Good Night Irene”. Me gustan también sus discos en Mercury y su faceta de baladista.
David Maho: Actitud. Le daba igual todo. Era un cabronazo, un descarado y un hijo de la grandísima puta, y yo aprendí eso. Y claro, esa pasión, ese lado salvaje y bestial de enfocar la música. Vivió como quiso y siguió sus propias reglas.
Javier Cortés: Es el resumen de mi universo sonoro: rhythm’n’blues, country y rock’n’roll. Creo que su sonido, su energía, su puesta en escena y su actitud son de aquellas cosas que me hicieron fijarme en todo esto muchos años atrás y uno de los motivos por los que decidí aprender a tocar un instrumento.
Blas Picón: Todo lo que escuchas y te gusta es una influencia, quieras o no, pero lo que más me impactaba de este romántico loco era la actitud. También compartida por otros coetáneos que se dejaban la piel y las energías en cada bolo, como Little Richard y demás. Para mí la actitud en escena es un valor añadido, y este hombre iba sobrado.
La actitud en escena es un valor añadido, y él iba sobrado (Blas Picón)
Jesse Dayton: Es y siempre será una gran influencia musical para mí y para todos los rockeros y cantantes de country que vinieron después de él.
Colin Ward: Si algo me ha influenciado, sería su actitud despreocupada, dejarlo todo y ser salvaje.
Pike Cavalero: Tanto en la cadencia de algunos temas como en su forma de cantar ha supuesto una influencia para mí, totalmente.
Itziar Yagüe: Lo englobo dentro de ese sonido oldie que durante mi adolescencia me acostumbré a oír. Escuchaba igual a Etta James que a Ruth Brown, y en esa influencia de la música de los cuarenta y los cincuenta sí que, efectivamente, había un poco de Jerry Lee Lewis. Y más cuando se estrenó “Gran bola de fuego”. La vi y me familiaricé con su música de forma un poco tangencial. Para mí, sobre todo porque soy amante del piano y en mi música hay mucho piano, cualquier persona que haya hecho rock’n’roll sin guitarras tiene su espacio entre mis influencias, aunque en este caso no sea la principal.
Mario Cobo: Cuando tenía 13 años y se lanzó en los cines “Gran bola de fuego”, se convirtió en banda sonora de cabecera para mí. Después descubrí sus grabaciones en Sun Records y lo que vino luego. Evidentemente, su influencia en mis años de formación fue muy importante.
Tanto Jerry Lee como Gene Vincent tienen un factor de locura que te lleva más allá (Dani Nel·lo)
Dani Nel·lo: Mi padre me regaló una cinta de casete que había comprado en Andorra. Era “Good Rocking Tonite” (1979), la recopilación clásica de la Sun: tenía la misma portada que el álbum de debut de 1958, pero con otros temas. Hasta ese momento, a mis 12 años solo había digerido Beatles, Elvis y algo de blues que se escuchaba en casa: Memphis Slim, John Lee Hooker… Jerry Lee me voló la cabeza. Lo oía una y otra vez. Las grabaciones de Sun son increíbles: a veces la batería parece una caja de zapatos y hay algunos finales que acaban a trompicones, pero son frescas y energéticas. Tanto Lewis como Gene Vincent son los héroes del rock’n’roll que más me llegaron, a parte de Elvis. Los dos tienen un factor de locura que te lleva más allá. Carl Perkins cantaba, componía y tocaba muy bien, pero no tenía este punto de orate; lo mismo pasa con Eddie Cochran. Muy pocos están más allá del bien y del mal.
Manel Celeiro: Debo ser sincero: en primera línea de preferencias tengo a Chuck Berry –para mí el mejor de todos–, Elvis (obviamente), Bo Diddley, Little Richard y Carl Perkins. Pero el Killer tiene un pedacito de mi corazón rocanrolero, qué duda cabe, ya que su legado musical es colosal y su contribución al papel del piano en el rock es altamente influyente.
¿Cuál es tu álbum preferido? ¿Y la canción?
Lluís Coloma: Es difícil quedarse con un solo disco. Me gusta mucho la época de Mercury Records, de los años sesenta, justo después de volver de Inglaterra. Recomiendo los tres volúmenes de “Killer. The Mercury Years” (1989), que van de 1963 a 1977. Para mí aquello fue lo mejor que hizo, con músicos de sesión fantásticos en Nashville. También hay otro muy famoso, “The Session. Recorded In London With Great Guest Artists” (1973), cuando fue a Londres y grabó con músicos como Albert Lee, Alvin Lee… Es un gran disco, también. Y luego, todo el revival de los ochenta. El último más destacado es “Last Man Standing” (2006), con colaboraciones de Mick Jagger, Rod Stewart… Está muy bien producido y es un tipo de álbum que, para una figura como él, es todo un homenaje. Luego sacó alguna cosita más, pero creo que ese fue la cumbre. Y quedarme con una única canción es muy difícil. Una de las que más me gusta es “I Believe In You”, tiene mucha fuerza. “Corine, Corina” es otra gran canción.
David Giorcelli: Tengo muchos discos de Jerry Lee, los he ido coleccionando a lo largo de los años, y me gustan absolutamente todos. Me es muy difícil indicar solo uno. Pero, sobre todo, lo que más disfruté fue su época de Sun Records. En 1995 compré “Young Blood”, y me gustó mucho. Y, evidentemente, la época de Mercury, también. El tema “House Of Blue Lights” me ponía la piel de gallina. Así que no puedo decir solo un disco. Es toda su carrera y, sobre todo, Sun Records.
Componía muy pocos temas, pero los hacía suyos (Paul San Martín)
Miriam Aparicio: La canción que me encanta es “That Lucky Old Sun”, pero la versión de la banda sonora de “Gran bola de fuego”, a piano y voz.
Paul San Martín: Me gustan sus discos para Mercury. No sabría decirte uno en concreto, pero escuché mucho los de “Killer. The Mercury Years”. Y tengo especial predilección por su faceta country, un estilo que Jerry Lee también me descubrió y del que, a día de hoy, soy un gran seguidor. Creo que poca gente cantaba country como él. Son los álbumes que me han gustado más, por encima de los icónicos. Y mi canción preferida es “You Win Again”, una versión de Hank Williams. Él componía muy pocos temas, era un poco como Elvis, pero los hacía suyos, aunque suene a tópico.
Oscar Rabadán: Es que tiene muchos. Pero cualquiera de Sun es bueno. Y luego me gustaban sus discos country, por su manera de abordarlo, que era bastante personal. En cuanto a sus canciones, además del rock’n’roll, me impactó la primera vez que lo oí tocar “You Win Again”, porque siempre he sido muy fan de Hank Williams. Me gustó mucho el tratamiento que le daba. Podría elegir esta perfectamente, porque los rockanroles todos son buenos. La escuché hasta la saciedad, cuando era un crío.
Raúl Rabadán: Me gusta mucho toda su etapa en Sun, y canciones como “You Win Again” y “Crazy Arms” son de mis favoritas.
David Maho: Más que de sus discos, yo hablaría de sus etapas. La de los cincuenta, por supuesto, con “High School Confidential” y “Great Balls Of Fire”. Y la de los setenta. Y luego, en los noventa, con “Young Blood”. Y en los dos mil, con “Last Man Standing”. Me gustan un montón de canciones, como el “Crazy Arms”.
Javier Cortés: Me es imposible decidirme entre sus discos en Sun o su posterior carrera en Smash y Mercury, más centrada en el country. Creo que, si he de quedarme con un único LP, sería el directo “’Live’ At The Star-Club, Hamburg” (1964), con The Nashville Teens. Cuando yo tenía 13 años, todo lo que escuchaba era punk-rock. Básicamente, lo que me atraía en la música era la energía y la velocidad. Todavía hoy me fascina que Jerry Lee había pasado ya esa pantalla en 1964. Si alguien necesita saber qué es el rock’n’roll, la respuesta es ese disco. Y en cuanto a las canciones, esta es una de esas preguntas cuya respuesta cambiaría según el día. Siempre lo asociamos al rock’n’roll, pero soy de esos que cree que es uno de los mejores cantantes de la historia del country, y su primera grabación en Sun en 1956, “Crazy Arms”, es ya prueba de ello. Es un clásico de Ray Price –¡y el primer country shuffle de la historia!– que me encanta, pero la versión de Jerry Lee es digna de ser comentada aparte. Hay piano, voz y batería. No hay bajo, ni guitarra, ni saxo, ni steel guitar, ni coros… solo dos adolescentes en el estudio, sin saber qué va a pasar, arriesgando, improvisando y pasándolo bien. Es un tema country, pero con el añadido de la emergencia juvenil que tanto define al rock’n’roll primigenio.
Blas Picón: No tengo canciones preferidas, tengo canciones para momentos. Pero Jerry Lee tiene temas para cada estado de ánimo. Creo que la vida le puso en situaciones suficientemente complejas para empatizar con muchos estados de ánimo.
Jesse Dayton: Escuché sus discos country de los setenta tanto como los de rockabilly de Sun. Me encanta todo, hasta ese disco de duetos, “Last Man Standing”, que es asombroso. Y la canción “That Lucky Old Sun” siempre me dejó fuera de combate debido a su profundo y conmovedor sentimiento góspel.
Colin Ward: El mejor álbum tiene que ser el primero, “Jerry Lee Lewis” (1958). Y “Chantilly Lace” es mi canción favorita.
Pike Cavalero: Al margen de sus trallazos en Sun, me gusta su época en Smash. Hay un disco que me encanta especialmente, “Memphis Beat” (1966).
Mario Cobo: Me encantan sus singles “High School Confidential” y “Breathless”, ambos en Sun. Siempre que me llaman para pinchar en alguna fiesta me los llevo, porque escucharlos a todo volumen es uno de mis momentos favoritos. Pero, aparte de esas dos, quizá “Crazy Arms”.
Dani Nel·lo: Originales tengo pocos, algunos de country y tal. En los ochenta, aquí encontrabas básicamente recopilaciones: los dos volúmenes de “Nuggets” (1977), “The Essential Jerry Lee Lewis” (1978), “Rare Tracks” (1989)… Pero mis favoritos eran los recopilatorios de Sun, el directo en Hamburgo y los tres volúmenes de “Killer. The Mercury Years”. Después estaban el “Duets” (1978) y “Trio +” (1979), que nos causaban mucha intriga antes de saber que existía Orion. De sus discos de country, en España salió el homónimo de Elektra del 79, que incluía el maravilloso “Who Will The Next Fool Be”, y “When Two Worlds Collide” (1980). Y de canciones, por supuesto los clásicos de Sun como “High School Confidential” y “Drinkin’ Wine Spo-Dee-O-Dee”… Y me flipan “You Win Again” y “Crazy Arms”.
Aurelio Morata: Las primeras grabaciones de Sun, por supuesto. Pero hay un disco que me atrapó por su calidad, tanto sonora como interpretativa: “The Session. Recorded In London With Great Guest Artists”. Y en cuanto a sus canciones, sin duda alguna “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”. Puro Jerry Lee en estado salvaje.
Es uno de los mejores cantantes de la historia del country (Javier Cortés)
Manuel López Poy: Probablemente “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”, el tema con el que irrumpió en el 57 marcando un estilo muy personal de hacer rock’n’roll.
Manel Celeiro: En su faceta country sería “Another Place Another Time”, editado en 1968. Entonando himnos religiosos me quedaría con “Old Time Religion” y, si hablamos de rock’n’roll, escojo el “’Live’ At The Star-Club, Hamburg”, un directo increíble. Un monumento de salvaje e indomable rock’n’roll. Y de canciones, clásicos como “Great Balls Of Fire” y “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On” son imbatibles. Me gusta mucho también la versión que hace de un tema de Kris Kristofferson y Shel Silverstein, “Once More With Feeling”, pedazo de baladón country.
¿Recuerdas cuándo lo escuchaste por primera vez y qué sensaciones te provocó?
Lluís Coloma: En la película “Gran bola de fuego”. La vi hace muchos años, cuando estaba en Madrid de viaje de fin de curso del instituto, y me impactó.
David Giorcelli: Deduzco que sería a través de algún disco de rock’n’roll recopilatorio. Pero gracias a la película de Jim McBride ya le puse cara y ojos. A mí el rock’n’roll, como decía Sleepy LaBeef, es una música que me pone la piel de gallina, y me anonadó cuando lo oí por primera vez. Pensé: “Esto es lo que a mí me gusta y lo que quiero escuchar”.
Miriam Aparicio: Sinceramente, llegué a Jerry Lee por “Gran bola de fuego”. La vi en el cine en un momento vital de descubrimientos y fue realmente impactante y excitante. Y, para ser sincera también, igual que en el filme se ve cómo él se siente absolutamente atraído por el blues, a mí me pasó algo parecido con su banda sonora, con el tema “Big Legged Woman”. Era mi momento de juntar piezas e ir aprendiendo qué era y dónde estaba el blues. Así fui dándome cuenta de que… está por todas partes. Pero también me acuerdo tocando en mi teclado encima de todos los temas rock’n’rolleros de Jerry Lee y aporreando los agudos.
Las personalidades muy intensas, musicalmente hablando, siempre me han llamado la atención (Itziar Yagüe)
Paul San Martín: Lo escuché por primera vez en la televisión, y en algún programa de variedades aparecía alguna vez; incluso en la tele francesa. Se le veía ya mayor. Y creo que me impactó que tocara el piano con el pie. Ya sé que formaba parte del espectáculo, pero cuando eres un chaval eso te impresiona muchísimo. Y luego –yo soy del 79–, como a todos, me pilló la película. Creo que es superdivertida y refleja muy bien el personaje, quizá un poco caricaturizado por Dennis Quaid, pero bueno… Además de que sale el gran Booker T. Laury, un pianista de Memphis real, que es como su mentor.
Cristian Poyo Moya: Soy de Rosario y mi padre viajó a Buenos Aires a trabajar y me compró en una librería-disquería unos casetes originales de Jerry Lee, y me volví loco. Luego empecé a buscar y descubrí un videoclub que tenía “Gran bola de fuego”. La vi quinientas veces, me compré la banda sonora. La sensación que me despertó todo eso fue piel de gallina, obviamente, y me cambió todo, porque yo venía de estudiar música clásica y directamente ahí empecé a pasar a ese estilo, y luego ya encontré también el blues y la música negra en general.
Oscar Rabadán: La primera vez que lo oí recuerdo que me voló la cabeza, porque solo había escuchado a Elvis y los Beatles, y poco más. Era un niño; soy del 69. Y me impactó, sobre todo el rollo del piano. Porque hasta entonces había oído los pianos de acompañamiento. Y, de repente, utilizarlo como un instrumento principal, tocándolo muy salvajemente, rápido, con un estilo tan particular… Y la manera de cantar que tenía, muy peculiar. Me dio sensación de libertad. Pensé: “Cómo tiene que ser este tío en persona”. Me lo imaginaba como un salvaje, como un Elvis, pero más endemoniado. Eso es lo que me transmitió: el demonio.
David Maho: Me quedé con la mandíbula como en los dibujos animados japoneses, arrastrándola por el suelo. Él era pianista y yo guitarrista, pero da igual. Me atravesó el alma. Alucinante, se me paró el mundo.
Javier Cortés: Pues la primera vez sería seguramente en la película “Cuenta conmigo” (Rob Reiner, 1986) o en alguna otra. En mi casa no se escuchaba mucha música, así que debió ser por el cine. Sí recuerdo llevarme un disco de la biblioteca con clásicos del rock’n’roll y rhythm’n’blues de los cincuenta cuando era adolescente. Ahí estaban Chuck Berry, Bo Diddley, Elvis, Carl Perkins, Wynonie Harris, etc. Y entre ellos, obviamente, Jerry Lee Lewis con “Great Balls Of Fire”. Aquello me voló la cabeza. Era raro, porque muchas de aquellas canciones ya las había oído antes. No sabía dónde ni cómo, pero me resultaban familiares, como si siempre hubieran estado ahí.
Blas Picón: Creo que tenía 14 años. Había descubierto el rock’n’roll con Elvis y fue una puerta al universo del rhythm’n’blues. Jerry Lee era gamberro y se notaba en la interpretación. A los 14, los malos son más atractivos que los buenos.
La sensación de oírlo era de pura energía de rock’n’roll (Mario Cobo)
Jesse Dayton: En el late night de Johnny Carson; probablemente yo tenía 10 años. Fue como ver punk-rock por primera vez… Muy salvaje e impredecible, pero con un piano, una forma de cantar y una espectacularidad asombrosos. Compré el disco “Great Balls Of Fire” al día siguiente.
Itziar Yagüe: Recuerdo la sensación arrolladora de algo poderosísimo que me invadía. Supongo que eso es literalmente el rock’n’roll. Esa manera de tocar y de hacer música me causó mucha impresión. Las personalidades muy intensas, musicalmente hablando, siempre me han llamado la atención.
Mario Cobo: Fue gracias a la banda sonora de “Gran bola de fuego”. Supongo que no es muy cool, pero es lo que me tocó por edad. Después de eso, era el momento de buscar sus grabaciones originales. La sensación al oírlo era de pura energía de rock’n’roll.
Dani Nel·lo: Era de esos artistas que de jovencito, cuando no estaban tus padres, ponías sus discos y el volumen a toda leche y te hacías tu propia performance. Agitación y posesión rocanrolera. ¡Te subía por las piernas y te estallaba en la cabeza!
¿Has versionado alguna de sus canciones?
Lluís Coloma: Me pasé horas imitándolo y aprendiendo cómo tocaba, escuchando mil veces sus discos, pero nunca he grabado un tema suyo. He cogido ideas, porque algunas son muy buenas, pero nunca he hecho una versión de sus canciones en mis álbumes. Pero en directo sí he tocado algunas veces temas suyos.
David Giorcelli: Sí. Cuando voy a tocar con mi trío a Le Caveau de la Huchette de París, con conciertos de tres sets de una hora, en el segundo, que suele ser cuando hay más gente, tenemos un pequeño repertorio enfocado en el rock’n’roll. Empiezo con “Be-Bop-A-Lula”, me voy a “Shake, Rattle And Roll”, ahí meto el “Great Balls Of Fire” y el “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”… Y la verdad es que consigo que la gente se ponga a bailar como loca. El rock’n’roll es lo que tiene: es la música del diablo.
Miriam Aparicio: No diría versionar, pero sí he tocado “Great Balls Of Fire”, cómo no. Y la antes citada “That Lucky Old Sun”.
Paul San Martín: Cuando empezaba, obviamente, tocaba los clásicos, el “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On” y el “Great Balls Of Fire”. Luego, en mi disco “Paul’s Mood” (2013), grabé “Skid Row”, un tema que no es muy conocido y que me gusta mucho porque refleja la esencia del perdedor, y es más country.
El rock’n’roll es lo que tiene: es la música del diablo (David Giorcelli)
Cristian Poyo Moya: Sí, he tocado “The One Rose That’s Left In My Heart”, “You Win Again”, “High School Confidential” y “Great Balls Of Fire”. Y también su versión del “Jambalaya” de Hank Williams.
Oscar Rabadán: Seguramente sí que he interpretado mogollón de sus temas. No te sé decir uno en concreto. Entre que he estado en muchos grupos –antes de tocar blues pasé por bandas de rock’n’roll– y he hecho muchas jams, siempre cae alguno. Cuando mi hermano Raúl era pequeño, nos juntábamos con las acústicas y tocábamos canciones de Hank Williams y de country, de un disco que tenía yo de Jerry Lee.
Balta Bordoy: He tocado bastante material suyo con el pianista escocés Kyle Esplin, que es un gran admirador de Jerry Lee y ha compartido escenario con él en distintas ocasiones. En 2013 grabamos “K” –publicado en 2014–, un CD producido por Rolf Bresser, amigo personal y agente de Lewis en Alemania desde los años sesenta. Contiene versiones de clásicos como “High School Confidential”, “Great Balls Of Fire” y “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”.
Vivió como quiso y siguió sus propias reglas (David Maho)
Javier Cortés: Con The 4 Shots, teniendo a Enma Fernández al piano, muchas veces caen de manera improvisada originales de Jerry Lee o temas de rhythm’n’blues que había versionado: “Drinkin’ Wine Spo-Dee-O-Dee”, “Great Balls Of Fire”, “Little Queenie”, “I’m On Fire”… También recuerdo haber tocado “Wild One” con Mike Sanchez, por ejemplo. Siempre es divertido y, además, es curioso porque son canciones que muchas veces la gente conoce sin ni tan siquiera ser consciente de ello y, cuando las oyen sonar, algo les remueve por dentro. Creo que forman parte del inconsciente colectivo.
Jesse Dayton: Sí, hice un cover de la adaptación de Jerry Lee de la canción de Mick Jagger “Evening Gown” y, por supuesto, toqué algunos de sus éxitos en bandas de Texas y el sur.
Colin Ward: A lo largo de los años he versionado “Drinkin’ Wine Spo-Dee-O-Dee”, “Mean Woman Blues” y “Walking The Floor Over You”.
Pike Cavalero: Sí, “High School Confidential” fue la primera canción que interpreté ante un público, acompañado por los Sun Rockets en la sala Vampiras de Almería.
Aurelio Morata: En la primera época de Los Rebeldes teníamos varias en nuestro repertorio: “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”, “Great Balls Of Fire”... En mi etapa en solitario alguna vez he interpretado “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”.
¿Has tenido la oportunidad de verlo actuar?
Lluís Coloma: La única vez fue cuando hizo una gira europea, poco después de estrenarse “Gran bola de fuego”, y vino a Barcelona y Madrid en 1990. El suyo fue uno de los primeros conciertos a los que fui en mi vida, en la sala Zeleste, hoy Razzmatazz. Aquello fue increíble, sin palabras, piel de gallina… Aún guardo la entrada. Cuando tienes un referente, alguien a quien seguir… A mí me sirvió como icono musical y para decirme: “Si él hace esto, yo también puedo”.
David Giorcelli: Estuve a punto de ir al Concierto de los Mil Años del Xacobeo, en 1993, donde actuó. Yo era muy jovencito, y tenía que ir con un amigo, pero al final la cosa no cuadró. Y casi mejor, porque tengo entendido que a los veintipocos minutos subió un fotógrafo a hacer una foto y a Jerry Lee, que tenía ese carácter tan explosivo, no le sentó muy bien. Parece ser que le dio una patada y consiguió que todo el público se pusiera en su contra, se levantó y abandonó el escenario. Si me hubiera pegado un viaje hasta Galicia para verlo solo veinte minutos, me habría dado algo. Pero, bueno, habría valido la pena, como mínimo verlo solo a él.
Paul San Martín: No, pero acabo de llegar de Francia y he estado con Tonky de la Peña, un guitarrista de Madrid, uno de los pioneros del blues en España, que hizo unos conciertos con Jerry Lee en los años noventa en nuestro país.
Cristian Poyo Moya: Dos veces, cuando vino al Gran Rex de Buenos Aires, en la Avenida Corrientes, en 1992. Lo vi una noche, y luego al otro día me quedé y justo pasé por el hotel donde estaba parando y él salió. Tengo fotos con él y con toda la banda. Y lo vi actuar también esa noche. Para mí fue una gran experiencia, me cambió un poco la vida porque ya verlo, tocarlo y contemplar sus conciertos tan de cerca era todo un sueño para mí, y lo sigue siendo ahora.
Ver sus conciertos tan de cerca era todo un sueño para mí (Cristian Poyo Moya)
Oscar Rabadán: Sí, en el Festival Country Marlboro en Montjuïc, en 1985. Yo tenía 15 o 16 años. Me enteré de que tocaba Jerry Lee. También estaba Brenda Lee. Lo dejaron para el final. Primero recuerdo cuando salió al escenario, porque me impactó. Comenzó a tocar la banda y él apareció, andando muy chulesco, trajeado, fumando un puro y mirando a la gente arrogantemente. Actuó una media hora y la gente se cabreó porque querían que tocara más y el tío no quiso, porque tenía esta fama de huraño. Y se lio un pollo bastante interesante. Recuerdo que me tuve que meter debajo del asiento porque me volaban las botellas por encima de la cabeza. Como era un crío lo viví como una experiencia, salí de allí sobreexcitado. Y me encantó. Llevaba a James Burton a la guitarra, que ya lo había oído con Elvis. Y ver a esta gente en directo, para mí fue muy fuerte.
Javier Cortés: Por desgracia no tuve nunca la oportunidad. Ver tocar a Jimmy Van Eaton, el batería en muchos de sus hits en Sun, como “Crazy Arms”, ha sido lo más cerca que he estado de él.
Blas Picón: Sí, en el Festival Country Marlboro y posteriormente en la sala Zeleste. En este último concierto, el sonido era terrible e imagino el cabreo que debería arrastrar el Killer viendo que en la entrada salía la imagen de Dennis Quaid.
Jesse Dayton: Toqué en un festival en California con él a mediados de los noventa y “barrió” a todas las bandas del escenario. Pude saludarlo en el bar House Of Blues una noche en Hollywood, pero solo decirle hola y ya está.
Mario Cobo: Voy a ser muy sincero con este tema. Pese a que he tocado con muchas leyendas del rockabilly y del rock’n’roll de los años cincuenta, hay dos a los que directamente no he querido ni ver, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, simplemente porque no quería contaminar lo que su música significaba para mí con unas actuaciones que, seguramente, no estaban a la altura. En la segunda edición del Green Bay Festival en 2005, cuando fui a tocar con The Nu Niles y The Lazy Jumpers, en el hall del hotel empezaba el concierto de Jerry Lee. No pude evitar abrir la puerta y observarlo de cerca durante un minuto, pero volví a salir para mantener la imagen que en mi cabeza quería conservar.
Dani Nel·lo: En 1985, en el Festival Country Marlboro en Montjuïc, junto con Brenda Lee, Conway Twitty y alguno más. Estaba bastante perjudicado, pero nos dio igual; disfrutamos como locos de los minutos que duró aquello. Años más tarde, cuando Los Rebeldes fuimos a grabar “La rosa y la cruz” (1993) a Memphis, el mánager de los estudios Kiva nos dejó escuchar un material inédito del Killer. Al parecer se presentó en medio de una sesión nocturna, la interrumpió y quería grabar sí o sí. Al final accedieron. Iba acompañado de algunas “profesionales” y un par de amigachos. La grabación recordaba un poco la de The Million Dollar Quartet –donde, por cierto, a nivel vocal se los come a todos–. Cantaba fragmentos de temas de góspel, de blues, de country y de rock’n’roll… Vamos, su esencia, entre risas, maldiciones y ruidos de vasos y botellas. En un momento dado se le oye decir: “Who the fuck is Elvis, The King??? Don’t make me laugh” y cosas por el estilo… Puro Jerry Lee.
Fue un puñetazo en el estómago para los oídos adormecidos de la generación de los cincuenta (Manuel López Poy)
Aurelio Morata: Sí, en el Festival Country Marlboro en Barcelona. La actuación fue corta, pero intensa. No tuve la oportunidad de conocerlo, pero Emilio “Speed” Díaz, el entonces pianista de Los Rebeldes, sí que logró entrar en camerinos y entregarle nuestro disco “Esto es rocanrol” (1984).
Manuel López Poy: Dos veces. La primera, en el Parque de Atracciones de Madrid en 1985, y luego en A Coruña, en 1993, en el Concierto de los Mil Años, que reunió a lo mejor del momento. En este último montó un buen jaleo al derribar de una patada a un cámara que lo grababa demasiado cerca… Ese día hizo honor a su apodo.
Manel Celeiro: De las grandes figuras míticas de los primeros años del rock’n’roll solamente he podido ver en directo a Chuck Berry y a Little Richard. Y ambos me dejaron sensaciones encontradas y un sabor agridulce: sus conciertos alternaban instantes sublimes con minutos intrascendentes. Pero, claro, ya no estaban en sus mejores momentos cuando asistí a esos conciertos.
La opinión de un admirador ilustrado
Como guinda de este especial sobre Jerry Lee Lewis, he querido terminar con un texto de Javier Lucini, escritor, traductor y cofundador de la editorial Dirty Works. Pienso que resume de forma brillante lo que significó The Killer para la cultura popular.
“No me pondré medallitas. Ahora parece que todo el mundo lamenta su muerte, que todo el mundo lo escuchaba, que todo el mundo atesoraba y fatigaba sus discos desde poco menos que los mismísimos años cincuenta. Yo no. Yo lo descubrí en el 89, con la película de Dennis Quaid, con 16 años, cuando estaba a pájaros, cabreado con el mundo, el año que salió el primer disco de Nirvana, aunque ya anduviésemos dando tumbos con los Melvins, los Soundgarden y los Screaming Trees. El personaje casaba perfectamente con nuestra rabia. Entonces no frecuentábamos YouTube ni había manera de seguirle los pasos a las cosas que nos turbaban. Pero, quizá por el éxito de la película, invitaron a Jerry Lee a ‘Sábado noche’ (TVE), presentado en aquel entonces por Carlos Herrera y Bibi Andersen. Lo recuerdo perfectamente. Delirante, los presentadores hablando de paella y rock’n’roll y Jerry Lee, con su habitual actitud de sudárselo todo, sin entender ni papa de lo que decía esa pareja tan descabellada, la España de la pandereta redux. ‘A tomar por culo. Toco un par de temas, les descalabro un poco el piano, cobro mi cheque y me largo’. ¿Cómo no enamorarse de aquel personaje?
Sin esa peligrosidad, sin esa simpatía por el diablo, el rock’n’roll moriría de inanición (Javier Lucini)
No tengo potestad para encuadrar su influencia en la historia de la música, para eso ya hay taxidermistas homologados, pero para mí constituye el más claro ejemplo de esa cosa que creo que ha de transmitir el rock’n’roll para que no parezca un remedo o una pantomima: la sensación de peligro. La capacidad de transmitir un descontrol controlado (o no, todo lo contrario, desatadísimo, pentecostal, vesánico), ese baile permanente al filo del precipicio, algo que luego, al estudiar teatro, vería en los grandes payasos de la demencia, en la locura y la furia de Leo Bassi, claro, y de toda la escuela que le precedía, Mayakovski, Lazarenko, Dario Fo, los Plutonion Players e incluso los Yippies. Esa cosa satánica e indomable (que en otros quedaría luego domesticada por la industria), aquella jubilosa desfachatez de la que hacía gala, sin afectación, al bajarse de un avión en París, para pasar olímpicamente, con un gesto de inmenso desdén, casi de escarnio, de aquel Gainsbourg arrobado que iba a recibirle a pie de pista como a un nuevo mesías. Ese ir siempre tan a lo suyo, esa soledad custodiada a punta de rifle… no por nada lo llamaban The Killer. Ahí identifico la fascinación que me despierta. En ese sufrimiento temeroso de Dios, en el ‘fuego eterno’ que prendía sobre el escenario, en el mismísimo piano, del que luego hablaría Nick Tosches en el que probablemente sea el mejor libro sobre rock’n’roll que se ha escrito en la historia –Hellfire (1982), editado en España en 2016 como Fuego eterno. La historia de Jerry Lee Lewis–.
Una canción, por ejemplo, ‘Whole Lotta Shakin’ Goin’ On’, por supuesto, que es casi un exorcismo en cualquier barrio, incluso en El Viso o en Pedralbes, aunque más que una canción o un disco, para mí es más el aquelarre que desataba hasta en su vida cotidiana. Era puro rock’n’roll hasta para abrir una lata de mejillones. Porque sin esa peligrosidad, sin esa simpatía por el diablo, sin ese coqueteo bravucón y permanente con el abismo, el rock’n’roll moriría (y muere, cada día) de inanición. Nunca llegué a verlo en vivo, otra frustración que esconderé en el altillo, junto al resto de cadáveres, aunque no le envidio la papeleta al ángel o demonio que le toque ir a recibirlo a las puertas del honky tonk que le hayan asignado. Entrará dando mucho por culo, eso seguro, bebiendo vino ‘spo-dee-o-dee’ y localizando la puerta de emergencia, por si en algún momento hay que salir escopeteado, haciéndole un corte de mangas al respetable”.
Te felicito por tu trabajo Miquel, EXTRAORDINARIO !! ., me sorprende que muchos de los pianistas conocieran a Jerry Lee Lewis por Gran Bola de Fuego (film) ….. En general creo que todos coinciden en los mismo o parecido era un auténtico artista diferente a todos y dificilísimamente comparable con nadie , lo que sin duda le dá todo su valor ! Genial la recopilación de opiniones enhorabuena por el trabajo repito, es un auténtico reflejo de la actualidad… echo de menos la opinión de Enma Fernández …. ? quizá no quiso opinar………. pero vaya no tiene relevancia, simple curiosidad…….
hola Jordi, sí, l’Enma va acceptar i li vaig recordar dues vegades. Però no podia esperar més a publicar-ho… D’uns 40 n’han contestat la meitat. La meva intenció és, si hi ha algun «rezagado», afegir-ho a posteriori i anunciar les actualitzacions. El que hagués volgut és la participació de més dones, això sí.