
Cuando la dama de la guadaña se lo llevó el 28 de septiembre de 1991, más de un programador de festivales debió sufrir un colapso al ver desaparecer a uno de los artistas más rentables. El trompetista pertenecía a esa categoría de músicos que llenan recintos año tras año, eso sí, sin repetirse nunca.
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