memorias

Francotirador… y a mucha honra

Uno de los logotipos de Víctor Coyote

De vez en cuando, está bien pararse a pensar en lo que uno hace… o no hace y debería hacer. Ciudad Criolla ya tiene más de seis años, y ha experimentado varios cambios y períodos de incertidumbre. En este artículo intento reflexionar sobre su pasado, su presente y su posible futuro.

En 2014, en su programa Alaska y Coronas (La2), la cantante de Fangoria hizo un comentario con el que estoy totalmente de acuerdo: afirmaba que, hace años, la gente publicaba fanzines donde hablaba de las cosas que le gustaban, y que su equivalente actual eran los blogs.

En febrero de 2016, hace algo más de seis años, nacía Ciudad Criolla. O, mejor dicho, la reencarnación del podcast y blog del mismo título de Radio Gladys Palmera, desarrollado entre enero de 2014 y enero de 2016. Y si digo “reencarnación” es porque la emisora prescindió de mis servicios.

Mi decisión fue inmediata: Ciudad Criolla me parecía una idea demasiado buena para que se perdiera en el éter. Así que, en un fin de semana, puse en marcha esta web: compré el dominio, creé una cuenta en WordPress, escogí una maqueta e importé todas las entradas que había escrito durante la primera etapa radiofónica.

En la parrilla de programación de Radio Gladys Palmera

Desde ese mes de febrero de 2016, he publicado un total de 346 posts (347, si contamos este). Sí, es un número más bien bajo para ese período y del que no me siento especialmente orgulloso si lo comparo con la frenética actividad diaria de muchas otras bitácoras.

Pero, para mantener viva una web o un blog (y, sobre todo, uno de estas características), deben confluir dos factores: tiempo y ganas. A lo largo de estos seis años, he tenido épocas en que lo primero no me sobraba, precisamente; y, ahora que lo tengo –por mi situación personal–, lo que me falta es lo segundo.

Cuando empiezas un proyecto, sientes esa ilusión que te lleva a publicar día sí, día también. Además, al emprender esta segunda fase de Ciudad Criolla, me propuse grabar playlists con la misma regularidad (cada quince días) que en Gladys Palmera, incrustadas en los mismos posts y colgadas en iVoox. Y al principio lo hice.

No voy a descubrir nada si digo que ese trabajo requiere su esfuerzo… sobre todo para una persona como yo, que intento ser perfeccionista y no dejar ningún cabo suelto. Y eso, para que funcione, debe hacerse utilizando todos los medios que la red pone a nuestro alcance. Además, aunque esté alojada en una plataforma para construir blogs, siempre he considerado Ciudad Criolla una web.

La anterior cabecera, sin el logo de Víctor Coyote

Por una parte, he intentado enriquecerla desde el punto de vista estético y estructural, cambiando de maqueta y cabecera en diversas ocasiones, distanciándola del aspecto “cutre” y poco funcional de muchos blogs. Tengo la suerte de contar con un logo diseñado por Víctor Coyote, una “herencia” de Gladys Palmera, al que posteriormente añadí la coletilla “El gumbo exquisito de la roots music y mucho más”.

Y, por otra parte, y esto es tal vez lo más importante –al fin y al cabo, la estética es algo subjetivo–, he procurado mantener unos contenidos profesionales, que podrían ser publicados en cualquier periódico o revista, con unos textos editados lo más concienzudamente posible, con una información sin errores (ni ortográficos ni conceptuales) y con unas fotos cuidadas.

Esta obsesión por el rigor es positiva, porque es la única forma de ofrecer y garantizar calidad al lector, pero al mismo tiempo es negativa, porque muchas veces se pierde la inmediatez. Porque para mí no se trata de publicar de cualquier manera, con imágenes malas y datos sin comprobar (fechas, nombres, etc.).

Seamos realistas: en Ciudad Criolla han aparecido contenidos que, aunque pueda parecer una falta de modestia, no ha publicado ninguna revista en papel, y que merecerían una buena compensación económica. Y yo os los ofrezco gratis, “por amor al arte”, como se suele decir.

La nube de etiquetas de Ciudad Criolla, el ránking de artistas más citados

Podemos recordar rigurosos monográficos como los dedicados a la relación de David Lynch con la música y a las bandas sonoras de Quentin Tarantino –ambos con varias playlists–; listas de lo mejor del año de blues y americana; entrevistas con estrellas emergentes como Jose Ramirez, y críticas de los nuevos discos de artistas de la escena de blues estatal como Wax & Boogie, Lluís Coloma, Enma Fernández, Three Time Losers, Itziar Yagüe y Hillbilly Noir.

También informes sobre la serie Tremé, sobre el subgénero del truck-driving country y sobre el legado de Dr. John (con declaraciones de intérpretes nacionales e internacionales); entrevistas a los responsables de las editoriales Dirty Works y Muddy Waters, y artículos sobre temas inéditos, como el disco “misterioso” de Robert Mitchum. Eso, sin contar la incorporación de las secciones Debuts gloriosos y la reciente Héroes Nacionales.

En definitiva, artículos que no podrían haberse publicado en ningún medio impreso por una sencilla razón: los he escrito como he querido, sin límite de extensión, sin que nadie me censurara ni me cambiara una coma. Creo que con mi experiencia tengo el suficiente filtro de calidad y, además, qué diablos, este es mi blog (o web) y estas son mis reglas. Es el placer de escribir para uno mismo.

Ya estoy harto de que la gente diga de forma despectiva: “¡Si quiere, que lo escriba en su blog!”. Una frase que oí en más de una ocasión, en la redacción de la revista donde trabajé doce años, en boca de su director. ¿Qué significa eso? Un momento, hay mucha calidad: existe un buen número de blogs que publican artículos y opiniones mucho más valiosas que las que pueden leerse en la prensa “convencional”.

El blog de Ignacio Julià, otro francotirador

En esas bitácoras pueden encontrarse una gran cantidad de material de una profundidad y un análisis ausentes en cualquier publicación diaria o mensual. Así que ya está bien de criticar, denigrar, destrozar, vejar e insultar a los blogs y a sus autores. ¿A qué viene esa rabia?

No recuerdo que en la época de los fanzines –muchísimo peor hechos desde un punto de vista estético e informativo y cuya calidad era muy discutible– hubiera esa actitud tan hostil… ¿O es que sus detractores envidian su libertad, sus herramientas ágiles? Y lo curioso es que muchos de esos haters empezaron, precisamente, con fanzines “de chichinabo”, utilizando la terminología de Joaquín Reyes.

Y luego está el fenómeno de periodistas musicales de prestigio –Ignacio Julià o David S. Mordoh– que se liaron la manta a la cabeza y crearon su propio blog. ¿Qué motivos los llevaron a hacerlo? …Descartamos el económico. ¿Cuál es, entonces, el valor principal? ¿La libertad para escribir? ¿La satisfacción personal? (Por el camino han caído proyectos de Jordi Bianciotto, Ramon Súrio y Diego A. Manrique, entre otros).

La proliferación de esta guerrilla de francotiradores –entre los que me incluyo, y con la cabeza bien alta– es una consecuencia directa del desprecio de las empresas por nuestro trabajo, viéndonos abocados a sueldos miserables, por no decir insultantes, y del maltrato al que nos somete la industria. ¿Qué sentido tiene la delegación española de un sello cuando internet te permite contactar directamente con el artista o con la oficina principal ubicada en Londres, Los Ángeles o donde sea?

El agradecimiento de Dayna Kurtz por su artículo retrospectivo

Bueno, quitémonos la máscara. Solo hay algo que echo de menos con Ciudad Criolla: llegar a más gente, tener más lectores porque, sinceramente –y, de nuevo, no quisiera que se malinterpretara como una falta de modestia–, creo que vale la pena y aquí podéis encontrar contenidos que no podréis leer en ningún otro lugar o, al menos, con la calidad que estos poseen. (Debo confesar que, durante la pandemia, tal vez porque escribí más que nunca o porque la gente estaba ociosa, noté un notable incremento de seguidores).

Eso sí, poco a poco, ha recibido el feedback de algunos de los protagonistas de estas páginas: Dayna Kurtz, Jesse Dayton, Jose Ramirez, Michael Tarbox (Tarbox Ramblers) y, claro está, una buena representación de los artistas de la escena de blues local. Además, Ciudad Criolla ha sido citada en varias ediciones del Anuario del Blues editado por la Societat de Blues de Barcelona, y fue el detonante para mi participación en el proyecto de Fermin Muguruza Irun Meets New Orleans en 2015-2016.

Pero esa sensación de “escribo para mí y para mis amigos” no deja de ser frustrante, sobre todo cuando tienes tantas cosas que compartir y, encima, sabes contarlas tan bien. Y repito, no soy un caso único: muchos más han conseguido con sus blogs mantener un nivel de calidad que difícilmente encontraréis en otros sitios.

Y ahora, un momento para la autocrítica. En su concepción original, Ciudad Criolla surgió –y era una idea pionera en España– como un programa/blog dedicado íntegramente a la música de Nueva Orleans y Louisiana –es decir, jazz, blues, rhythm’n’blues, soul, funk, zydeco, góspel, cajun, brass bands, bounce, etc.–, y así se mantuvo durante algunos años.

Una muestra del Instagram de Ciudad Criolla: variedad y calidad

Pasado un tiempo, Radio Gladys Palmera me “sugirió” que abriera las miras. Y así nació Ciudad Criolla… En la frontera, donde incluí estilos musicales propios de Texas, Arizona y otros lugares –americana, country, rock’n’roll, tex-mex, rockabilly, western swing, hillbilly, honky tonk y alt. country–, además de nuestra rica escena estatal de blues y roots.

Esta evolución, aunque en cierta forma desvirtuó el objetivo inicial, acabó por enriquecerlo, y así se convirtió en ese “gumbo exquisito de la roots music y mucho más”, con la representación de estilos que surgen de la fusión de culturas y tradiciones. Y ese “mucho más” se refiere a otras pasiones que tengo aparte de la música, como el cine, las series de televisión, el cómic y la literatura.

Ciudad Criolla absorbió posteriormente parte de los contenidos de mi anterior proyecto, museu del rock: diari d’un crític fracassat –creado en 2008 y mantenido hasta 2015–, una exposición de artículos sobre música, pero también sobre cualquier otro tema que me interesara, además de hacer un repaso a mis experiencias en el azaroso mundo del periodismo. También abrió “sucursales” en las redes –Facebook, Instagram, Linktree e iVoox– para difundir su mensaje.

Y así llegamos a la etapa actual, en la que Ciudad Criolla mezcla las raíces norteamericanas que le dieron origen con otros sabores que, a pesar de “romper” con el espíritu primigenio, siguen manteniendo su carácter único. Si hablamos estrictamente de música, ha dado cabida a otros géneros, como el hip hop, el soul o el flamenco.

museu del rock: el antecedente

Pero, cuidado, esto no ha sido para intentar atraer a más lectores, sino porque consideraba que era material que debía dar a conocer –además, fui uno de los primeros en este país en escribir de rap–. Así se justifican, por ejemplo, las recientes entrevistas con pioneros del hip hop. Aunque reconozco que la incorporación de ciertos temas puede haber despistado a la gente.

Que quede claro: en Ciudad Criolla nunca leeréis sobre grupos o fenómenos que estén de moda. Aquí nos movemos “bajo el radar”, buscando lo que es inmerecidamente desconocido o ignorado. Odio el concepto de “prescriptor”, pero en unos tiempos en que hay una avalancha de información, es necesario rescatar y dar a conocer lo verdaderamente valioso, muchas veces despreciado porque es “antiguo” o porque pertenece a estilos considerados “caducos”: toda una falacia.

Al hilo de esto, una simple observación: puedes escuchar un blues grabado en los años treinta o una canción de Hank Williams y su vigencia –calidad del sonido aparte– es incuestionable. Pero escucha un tema de Boney M de los setenta, por ejemplo. Está tan ligado a una época determinada que ahora suena desfasado y retro. Y lo mismo ocurrirá con la música de usar y tirar actual.

Más autocrítica: los haters podrían argumentar que en Ciudad Criolla hay mucho material “de archivo”, como entrevistas o críticas escritas hace años, incluso décadas. Es así, aunque si está presente es porque tiene un valor incalculable que, en su momento, pasó desapercibido.

Además, cuando decido publicarlo lo actualizo con nuevos datos y con una completa re-edición, por lo que va más allá de un simple “corte y pega”. ¿Es lícito ese “reciclaje”? Por supuesto: soy el autor de esos artículos y, por tanto, puedo hacer con ellos lo que quiera.

Orgulloso de ser citado en el Anuario del Blues 2020

Llegados a este punto, surge la gran pregunta: ¿cuál es el futuro de Ciudad Criolla, si es que lo tiene? Por una parte, pienso que debería volver a su espíritu original y ceñirse a la temática de Nueva Orleans y su entorno. Pero luego creo que con eso se perdería una gran cantidad de sonidos de los cuales merece la pena hablar.

Por otra parte, hace tiempo me ronda la idea de hacer un podcast –aunque lo mío es más escribir que hablar–, y también me gustaría incorporar a otros colaboradores, porque me consta que hay mucho talento ahí fuera relacionado con los temas de los que hablo. Pero, claro, volvemos al espinoso asunto del “por amor al arte”…

Sí, sé que existen diversas formas para monetizar los contenidos, y conozco a músicos –y también revistas– que han utilizado el crowdfunding y les ha funcionado, pero ese es un melón que, de momento, no me atrevo a abrir. ¿Y si recurriera a una de esas soluciones y no obtuviera la respuesta adecuada? Creo que eso me hundiría.

Espero que nadie interprete este artículo como un aviso de que tiro la toalla y cierro Ciudad Criolla. Aunque, como todo en la vida, nunca puedes decir nunca jamás. Pero siempre tengo presente el lema del antiguo museu del rock: “The power of words, don’t take it for granted”.

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en su tercera acepción, francotirador es la “persona que actúa aisladamente y por su cuenta en cualquier actividad sin observar la disciplina del grupo”. Ese es el espíritu que intento mantener vivo… de momento.

4 comentarios en “Francotirador… y a mucha honra”

  1. No he seguit el bloc des dels inicis i tampoc no he llegit totes les entrades, però sempre m’ha semblat un lloc interessant i rigorós on ampliar o complementar informació. La teva prosa és elegant i refrescant alhora, amb un punt d’ironia necessari. Les meves felicitacions.

  2. Molt interessant tota la evolució de «Ciudad Criolla». Jo tampoc l’he seguit des dels seus inicis, però des de que vaig descobrir el blog, hi he anat tornant de tant en quan a veure que trobava, i ha estat una font d’aprenentatge, sobretot pel que fa a temàtica Nova Orleans. Sap greu lo de «per amor a l’art», però en tot cas, felicitats per la feina i espero que continuï, d’una manera o d’una altre.

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